Orbitando

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Sus días eran bastante similares, llevaba años haciendo esta rutina. Con las primeras luces de la mañana saliendo de las impresionantes colinas de Ciudad Nacional, seguía corriendo con sus ajustados, muy ajustados pantalones cortos de correr; había empezado a correr por las tardes originalmente, pero tener una bandada de omegas hambrientos de alfa siguiéndola durante el día era algo molesto, así que había cambiado su rutina a las primeras horas del alba. Más tranquilo y pacífico.

En Ciudad Nacional hacía calor. Estaba en la costa oeste y sus temperaturas, siempre por encima de la media, la dejaban empapada de sudor y con los músculos ardiendo por el esfuerzo, a Kara le encantaba esa sensación de pura adrenalina corriendo por sus venas. Normalmente no sudaba ni se cansaba como los humanos, pero gracias a un pequeño dispositivo implantado en su pantorrilla que suprimía eficazmente sus poderes, estaba bastante acostumbrada a enfrentarse a los obstáculos humanos. Después de 15 años de estar en la Tierra, se la podía considerar como una kriptoniana asimilada, a diferencia de algunos de sus amigos alienígenas, ya que por su raza se parecía mucho a los humanos. Excepto que su sol amarillo la hacía literalmente casi invencible, como un dios.

En lugar de seguir su ruta habitual, tomó un desvío hacia el barrio de impresionantes edificios de gran altura que era el corazón dela ciudad, todos los principales políticos, empresarios y personas que decidían el destino de la población alienígena trabajaban allí.

Apestaba a privilegio. Y se sentía agotado, desprovisto de cualquier color y emoción, los edificios de cien metros de altura estaban apiñados tan estrechamente haciendo que las calles estuviesen privadas de la luz del sol. Precisamente por eso nunca eligió trabajar en uno de ellos, en realidad. En general, era muy afortunada porque había encontrado un buen hogar en la tierra. Un hogar donde el cielo era ilimitado y el sol brillaba constantemente sobre ellos. Una familia cariñosa y acogedora, llena de científicos y personas valiosas para la sociedad.

Podía haber elegido una profesión respetada, algo más favorecido por los humanos, un trabajo de más alto nivel como el de Alex -era la jefa de uno de los laboratorios en Luthor Corp- pero en su lugar había elegido algo humilde, algo que le resultaba atractivo. Algo que hacía que su corazón cantara.

En su planeta le habían enseñado a ser científica, pero nunca sintió la excitante atracción de lograr algo en la ciencia cuando estaba en Krypton, su destino ya estaba decidido por sus padres y la gente antes que ellos; otro lado positivo de vivir en la Tierra fue que pudo encontrar y perseguir su verdadera pasión: Escribir.

Redujo su paso, deteniéndose justo en la esquina de la calle que conocía bien. Justo cerca de Luthor Corp, donde Alex trabajaba y pronto donde ella trabajaría. Esto si, su reunión con Lena Luthor terminara sin problemas.

Mientras sus pensamientos se dirigían a Lena Luthor, se sorprendió al ver a la mujer tan temprano, bajando de su último LCar, que era un coche autónomo de auto-conducción. Ella y sus juguetes apestaban a clase y dinero. Además de todas las cosas malas que habían hecho, había grandes avances logrados por los Luthors, algunas de sus innovaciones eran demasiado valiosas como para ignorarlas. Pero cada vez que Kara miraba los locos proyectos anunciados por los Luthors, era difícil no compararlos con tecnologías alienígenas de hace años; lo cual tenía sentido, ya que algunas de ellas habían sido robadas de varios planetas de todo el espacio, incluido Krypton. Tomar los fundamentos de su tecnología y añadir algunas características nuevas, y luego comercializarlas como el último producto de Luthor Corp... Era un gran insulto para los alienígenas que ahora vivían en la ruina, la mayoría de ellos no tenían acceso a ninguna tecnología.

Pero aún así, el intelecto de los Luthor era algo que nadie se atrevía a subestimar.

La mujer estaba tan pálida que, con las primeras luces de la mañana, tenía un aspecto de otro mundo -quizá de extraterrestre-, y su habitual equipo de seguridad la seguía y le daba la bienvenida al edificio. Fue inteligente al construir una sólida red de seguridad a su alrededor, ya que los Luthors tenían muchos enemigos, no sólo de los alienígenas, sino también entre los humanos.

NO PUEDO EVITAR ENAMORME DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora