Rompiendo el hielo

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Lena estaba soñando despierta. Algo que, por cierto, no hacía con frecuencia.

Soñaba despierta en su despacho mientras había una pila de correos en su bandeja de entrada que requerían toda su atención, pero era un recuerdo tan vívido, tan agradable que no podía salir de él.

Estaba en aquella habitación de hotel de hace años, donde pasó dos noches increíbles de su vida. Incluso recordaba el cuadro que colgaba sobre la enorme cama y el color de las paredes: era un color cítrico claro, reconfortante y nada agresivo; había otra persona en la habitación, esa rubia alfa que rondaba sus sueños desde aquel día. Estaba jugueteando con sus manos, su pelo rubio estaba trenzado y se paseaba por la habitación ansiosamente como si estuviera corriendo. Su rostro no era del todo claro en sus sueños o ensoñaciones, pero Lena podía recordar cómo se sentían sus grandes manos sobre su piel desnuda, lo suave que era a pesar de que sus manos eran insensibles y duras...

- "¿Señorita Luthor?"

Su cabeza se echó hacia atrás al escuchar su nombre, había dejado por error la puerta de su despacho entreabierta y ahora Kara Danvers había extendido su cuello agitando la tableta que sostenía.

- "¿Sí?" Dijo con un poco de dureza, la habían pillado desprevenida y odiaba no estar preparada.

Su reputación era sólida al hacer su trabajo debido al ambiente laboral que había creado en su oficina, su empresa donde nadie molestaba a nadie; todos tenían un espacio respetable donde podían trabajar en paz. Kara Danvers no tenía derecho a entrar en su despacho, aunque no estaba precisamente trabajando antes de que llegara la mujer.

La mujer dio un paso dentro del despacho y los ojos de Lena se dirigieron instintivamente a sus kilométricas y atléticas piernas. Dios, cómo era de alta y...

- "He terminado los informes que quería que revisara, ¿qué debo hacer ahora?"

Pues volver a la escuela primaria.

Lena apretó la mandíbula, los nervios de su frente estallaron momentáneamente. Si Kara Danvers hubiera sabido que esto era una señal ominosa, habría abandonado inmediatamente la escena y dejado que Lena se calmara, pero en lugar de eso, se quedó allí con unos ojos azules estúpidamente brillantes y levantó las cejas.

- "Señorita Danvers, no me he dado cuenta de que necesita un trato especial. Ya la he asignado a Recursos Humanos, y tiene gente supervisando su trabajo allí, no entiendo qué sentido tiene que venga a mi despacho y me diga que ha hecho su trabajo..."

No pudo evitar que su voz rozara el descontento sobresaturado cuando la postura de la mujer cambió a algo más defensivo y se cruzó de brazos sobre el pecho. Al parecer, se había dejado su famosa americana ajustada en su escritorio temporal, y ahora, con su también ajustada camisa de vestir tensándose en los lugares adecuados, Lena sintió que se le aceleraba el pulso. Y pudo oler un vago y delicioso aroma, como de bayas silvestres mezcladas con madera de roble medio quemada; estaba alterando seriamente sus hormonas mientras Lena se revolvía en su asiento. ¿Qué demonios era eso? ¿De dónde demonios venía ese olor?

- "Perdóneme si me equivoco pero usted dijo que debía avisarle cuando terminara con esta pieza, por eso vine aquí en vez de ir a la señorita Tessmacher-"

Lena tuvo que cerrar esta breve escaramuza de inmediato ya que el olor le estaba haciendo agua la boca con los pensamientos de ataque llenos de un fuerte alfa-.

- "¿Este olor viene de ti? ¿Llevas puesto tu enmascarador de olores? ¿Dónde está?" Se levantó de su asiento, pero fue un error, pudo sentir una línea de resbaladiza goteando, cubriendo sus muslos internos. Mierda.

NO PUEDO EVITAR ENAMORME DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora