Día 3

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Dia 3

Vale tenía razones más que suficientes para estar enfadada conmigo después de mi desaparición, no sabía ni que le diría al respecto, pero debía armarme de valor y buscar alguna excusa creyente. Ya a las nueve de la mañana comencé a escuchar sus pisadas y sonidos provenientes de la cocina, así que me relajé tratando de no parecer excesivamente nerviosa. Vale era lista y conocía tan bien mis tácticas evasivas que cada paso de mi plan debía ser ejecutado de manera indiscutible y brillante o, al menos, lo suficiente como para acabar con sus sospechas.

-Es Sebastián -mencioné, en voz baja. — Ha venido.

- ¿De qué hablas? -respondió ella sirviéndome una tostada en el plato.

Yo traté de parecer ausente, reservada. - Hemos tenido problemas-solté. -Fue hace tiempo, pero aún sigue algo celoso.

- ¿Celoso? -exclamó sin entender. - ¿Por qué Sebastián está celoso?

Volví a callar unos segundos. Era como cuando, en mi época universitaria, solía dar las mejores excusas a mis padres cuando cometía algún error o me iba de pinta con mis amigos y llegaba tarde a casa.

-Hace un par de años atravesamos una mala época -le dije bajando la mirada. -Tuve un pequeño desliz con un chico y terminó descubriéndome, aunque lo arreglamos y aquello terminó, Sebastián sigue teniendo cierta desconfianza. Y pues ese chico vive aquí, en un ático del Soho, es por eso por lo que Sebastián ha venido de sorpresa.

Alcé la vista lentamente para observar cómo su mirada inquisitiva registraba cada uno de mis gestos.

- ¿Te ha seguido para vigilarte? -exclamó indignada. Por Dios, Poch. ¿Estás segura de que quieres casarte con un hombre que no se fía de ti?, entiendo que hayas tenido un desliz, pero por lo que veo y te conozco, sé que no tienes intención de volver a hacerlo, ¿no?

Suspiré aliviada intentando un efecto final.

-Claro que no Vale, de hecho, no sé qué me pasó con ese chico, simplemente me dejé deslumbrar porque era divertido y atento, pero desde que lo dejamos, jamás volví a pensar en eso. Y pues con Sebastián tengo que intentar que esto salga bien-dije soltando un alargado suspiro intentando creer yo misma mi mentira. - Logré convencerlo de que ni siquiera me había pasado por la mente ese chico, pero no se ha querido regresar a Boston.

Analizó vertiginosamente mi exposición de los hechos. Había picado el anzuelo, aunque presentí que su cabeza continuaba midiendo cada una de mis palabras, examinando al milímetro cada posibilidad.

-Está bien Poch-declaró al fin asintiendo con un gesto. -Disculpa por ponerme así, pero es que, hija, no me avisas y pues me preocupo por ti.

Ambas adivinamos que se estaba dejando engañar y, sin embargo, no insistió; quizás supuso que todo llegaría a su debido tiempo. Vale tuvo que volver hoy también a la biblioteca, y yo dije que saldría con Sebastián y no sabría a qué hora regresaría.

Media hora más tarde salí del apartamento y tomé un taxi en dirección al Mocca, el café en el que dijo Daniela que trabajaba. Un café bar del Soho muy famoso por su casi exclusiva clientela LGBTT. Al llegar comprobé que se trataba de un enorme local con una decoración muy barroca en la sala, una terraza y un pequeño espacio, como un escenario al fondo del lugar. Varios camareros entraban y salían con sincronizada rapidez del interior cargando en bandejas toda clase de bebidas y refrigerios. Yo entré buscando mi objetivo, pero no lograba localizarla por ningún lugar.

Me acerqué a uno de los camareros y le pregunté por Daniela, le di las descripciones de ella y justo cuando él me iba a responder, sentí un golpe en el pecho cuando la miré aproximarse. La veía acercarse a mí, con una sonrisa encantadora, usaba un traje sastre azul oscuro, casual, blusa de cuello V que dejaba ver un poco su escote y unas sandalias de vestir que hacían juego con el traje, se veía tan hermosa.

Diez días para D [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora