Ángel

Kelp/Alga

Bucky

El joven tritón no sólo tenía que mantener como secreto el haber conocido a un humano y tener contacto recurrente con este, sino que ahora también tenía que mantener en secreto el hecho de que el humano alfa lo estaba cortejando.

Sí. ¡Cortejando! Alguien estaba cortejando a Buck y ese alguien era increíble ante los ojos del omega, quien no podía creer su suerte de ser lo suficiente para otro, no podía creer que lo era para un alfa de otra especie, el cual parecía poco interesado en las diferencias que reinaban sobre ellos.

Como le hubiese gustado poderle contar todo eso a su madre, con quien siempre había mantenido una estrecha relación y quien claramente sabía mucho sobre la vida y el cortejo, lo cual pudo haber ayudado al omega. Era una pena mantener todo en secreto, pero era preferible a que terceros se enteraran y arruinaran lo que poco a poco se dió entre ellos.
Buck tendría que manejar todo por su cuenta y aunque tenía una idea de cómo se manejaba el cortejo, el tritón se sentía nervioso.

A pesar de la belleza indiscutible que poseía y las docenas de pretendientes qué tal vez el tritón tenía, este no era un conocedor sobre el amor; nunca antes había amado a alguien que no fuese su familia y mucho menos en un sentido más personal e íntimo. Tampoco había dado su primer beso y mucho menos había sido tocado y venerado como Steve lo hizo. No sabía si lo que estaba sintiendo era amor pero sí era algo tan diferente que nunca había sentido por alguien más.

Así que, tal vez, sí, eso era amor.

El día anterior les había costado tanto separarse. Steve no quería soltar las caderas del omega y Buck por su parte no podía dejar de besar los dulces y rosados labios humanos, los cuales le habían hecho sentir como seguramente nadie más lo haría. Fue una tortura cuando la noche los cubrió, pero tuvieron que alejarse después de más de una hora estando juntos, platicando sobre diferentes cosas mientras a veces interrumpían la platica con más besos y caricias.

Prometieron verse al día siguiente como lo habían hecho ya anteriormente y esa promesa fue el impulso que ambos necesitaron para dejarse ir.
Pero ya era un nuevo día y eso significaba que Buck volvería a ver al lindo alfa, no obstante, también significaba que era el primer día de cortejo y como buen tritón tenía que darle "un obsequio de cortejo".

Estos obsequios podían ser cualquier cosa, desde algas, piedras, hasta perlas y o algún tesoro escondido que solo los tritones podían llegar a encontrar. Y estos regalos debían ir aumentando en cantidad y calidad conforme el cortejo lo hacía, por lo que el tritón pudo conseguir su obsequio rápidamente a solo unos minutos del nuevo encuentro.

Nadó hacía el punto de encuentro, sus manos llenas del obsequio y una enorme sonrisa en su rostro, la cual tuvo que mantener a raya en su hogar para que sus padres y hermana no sospecharan que había algo raro con él; lo cual ya hacían, pero aún no tenían idea de que era lo que Buck ocultaba.

Steve ya estaba ahí cuando Bucky salió a la superficie y al parecer el alfa ya sabía por donde vendría el omega ya que sus miradas se encontraron desde el momento uno. Rogers lo observó con una sonrisa mientras se acercaba nadando; se enderezó de su lugar hasta ponerse al borde del bote.

—Hola —Bucky saludó, tímido pero más que nada ansioso por poder tocar nuevamente a Steve, besar sus labios y que las manos alfa lo tocaran a él. No pasó desapercibida la forma en que las pupilas contrarias se expandieron y como sus fosas nasales hicieron lo mismo.

Reacciones tan simples pero que decían más que mil palabras. Solo aumentaron la confianza del omega en Steve y en su confesión del día anterior sobre quererlo.

—Bucky —la voz ronca de Steve lo animó a acercarse, aunque con un poco de dificultad al tratar de mantener oculto su obsequio—. ¿Quieres subir? —su voz tembló al preguntar, como si no supiera lo que el omega quería o no quería hacer. Bucky asintió fácilmente. Y cuando vio a Steve listo para ayudarle a subir, el omega habló.