La canción de los Mil Perros

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Mil perros aullaban
Al son de la Luna

Al son de la Blanca Luna
Mil perros famélicos aullan

Suyas son las raíces
En frías venas,
Lombrices

Aguardan intempestivas moras
De morera vejada y sin aroma

Entre cobalto estampado en lino
Entre fábulas sin sentido

Ejerce el capitán su condena
Tibia y dulce gota;
Le envenena

Al discernir entre realidad y vino
No conoce lo onírico,
Ni el sentido

Al encontrarse en intensidad y aroma
No conoce al traficante
Su malicia no es tal;
Desploma

Enturbia el suave néctar
Que entre mil y un mundo entrega;
Y envenena

Engusanada pierna austera
Se desploma
Engangrenada y sin frena

Ardió como cerilla al prenderse
Como nórdico:
maraña de pelo desplomado

Entre plomo y ardices
Sin atropellar perdices
Finas y listas son ellas

Vuelan y vuelan sin más remedio
Si a estas ya no les queda

Gatos que pasan y brincan
Se juegan su sentido;
Ahincan

El rechinar de caballos,
Cabras y Vacas relinchan

Entre piedras tempestuosas
Entre asfalto y brisas

En caballos de acero sin cabello;
Sin frenos

Con auriga eterno y automático
Piloto estático
Sin deseo

El hombre máquina
que ni una instrucción necesita

Él ya sabe la verdad;
Al ser humano critica

En sus montes de abedules y entre
Positrones
En su cerebro

El nuevo hombre máquina bicentenario
Sabe ir en coche
Para él es su caballo

Mas lo que él no sabe ni conoce
Aguarda en sí un veneno

Nuevamente envenena;
los suyos
Tardíos frenos

Su auto va y se hocica
Prende y degenera
Cuál vil borrica

Ejerce sin ejercer
suave y triste condena

Que al solitario corazón
Fría y Losa triste condena

Sin enmendar la plana ni envigar el ojo
Ve el grano de paja en el trampantojo

Y mas al existir encuentra su reliquia
Que ni sagrada ni poderosa,
ni Tamara de Lempicka

Ni Otto Dix, ni Beksinski,
Tampoco nada Goya
Ni Picasso, Dalí ni Lorca

Aguardan más bien su horca

Que desborda el frío mar-agua dulce
Que entronca

El tronco que envenena y adjudica
El endiablado nuclear corazón rectifica

El proceso que al andar escribe
El mecánico miembro que redime

La pizca mansa de triste vejación
y aurora

Cuyas víboras el ardiz ardiente ardido
Vuelven a envenenar
Con sus viperinas lenguas

Nuevamente esta humillante y humilde
Condena

Enjaulado en jaula abstracta
Entre cuello y pelo situada

Aguarda al revivir las penas
La ansiada gloriosa eterna
y vil condena

Que malvive y ejerce y vuelve a ejercer

El proceso eterno del fenecer
Del ir pudriendo, desgastando

Con sus ácidas gotas el oxidado tubo

Marrón es su veneno,
podredumbre en su capa aguarda

Putrefacción eterna
Morada de hadas

Mas no son hadas
Sino arpías

Desgastadas: horripilantes
y engendradas

Cuál engendro simiente que en la sima
Fondo abisal

Encuentra en la fosa amarinada

Un crepúsculo crepuscular taimado

Cuyo bigote esconde a los mil caballos,
Capullos

Del filósofo decimonónico que con esos labios y ese rostro

Sifilítico pero hermoso

Ejerce sus maldades
cuál vil perro morboso

Mas con sus besos y palabra triste
Mas aún nada triste y empoderada

Ejerce su bondad buena y serena

Al acercarse a palabras del Aureliano
Su condena:

"Recuerda hombre que mortal eres"

Levántate y madrugada,
no prepares copiosa cena

Porque al revivir y verte sin su geta

El malvado corruptor en sus noches
te encadena; y lacera

Con mil y un retortijones

Que más que pedir condenas

Que te lleve ya a su mole

(¡Qué más quisieras!)

Porque el hacedor en sí:

(Ya su plan tiene)

(Llevarte ante ti al Demonio,
Cuál perro sarnoso y mortal,
Sin frenos y en vil-veneno)

Como Astramonio Eterno en sí:

¡Al Infierno!

A ti, a él...
Lo lleva.

Poemario de Bajo Presupuesto y Otros Desvaríos VariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora