En el momento en que Bill bajo uno de los breteles de mi vestido y expuso mi hombro, dejo en mi piel el primer beso. Era tan suave y delicado, que no me costo rendirme ante el.
Con cada nuevo beso, su ansiedad iba en aumento. Entonces Bill rodeo mi cintura con su brazo y me ciño con fuerza a su cuerpo. Me abrace a él y permanecimos así por varios segundos. Existía en aquel gesto una intensa necesidad de sentirnos amados, de sentirnos seguros de la soledad que nos castigaba.
-¿Por qué te mantuvo se tan lejos de mí? -susurro.
-Eres cruel al preguntarmelo. Sabes que no podía seguirte -respondi. Intente no mostrarme quebrada pero mi voz me hizo una mala jugada- disfrutemos esta noche -propuse.Bill buscó mis labios, pero esquive su beso.
-Me dices cruel. Pero tú lo eres ahora, al negarme el beso -
-Bill...-me separe de él y se me escapo de los nervios una risita. No podía creer que él haya olvidado nuestro acuerdo- es la regla. Los labios están prohibidos -
- Prohibidos ¿prohibidos para mi? -exclamo, sentandose en el borde la cama. Era evidente que estaba molesto.
- Para todos -aclare- no eres el único y lo sabes. Siempre lo supiste -resople y cruce los brazos. El rostro de Bill se volvio duro y la mirada fria.
El ambiento intimo que habiamos creado se diluyo por nuestros dedos, como si fuera agua.
- Tal vez me equivoque en llamarte -hablo serio. Mire sorprendida a Bill. Habia pensado en la posibilidad de que todo salga mal, pero no creí que eso fuera a ocurrir. Pero entonces lo vi ponerse de pie y caminar hacia la entrada- será mejor que te vayas -pidió seriamente y abrió la puerta.
Tarde unos instantes en reaccionar. No deseaba irme, pero mis pies se movieron contra mi voluntad y transite lentamente el camino hacia la salida. Cuando me acercaba a ella, observe la actitud de Bill. Apoyado contra la pared, sus ojos estaban tristes pero intentaba ocultarlo mirando el piso. Y me dije a mi misma: cómo soy capaz de irme, si no quiero. No quiero que esto termine así. Me detuve en el umbral. Gire la cabeza para verlo por ultima vez. El seguía en la misma posición.
- No puedo cumplir con lo que me pides -murmure y di unos pasos hacia atrás, hasta detenerme enfrente de Bill- por ti, romperé todas mis reglas -le hable. Bill levanto su rostro y fijo su mirada en mi, expectante a lo que haría.
Le arrebate la puerta y la cerré violentamente. Sin mediar más palabras. Fui hacia él y tomando con mis manos su bello rostro, lo bese. Lo bese con tanta necesidad como si de ello dependiera mi vida. Un fuerte corriente electrica me atraveso intensamente, que sentí como mi corazón se expandiera de ¿Amor? ¿Pasión? ¿Ambos? Eso, no lo se. Lo único en lo que estoy segura es que amo esta nueva libertad.
Otra vez nos entregamos al abrazo. Otra vez construimos un mundo en donde solo podiamos estar los dos.
De pronto, Bill detuvo nuestro beso. Para observar la expresión de mis ojos cuando con sus manos acaricio mi mejilla. Sonrio complacido, al verme disfrutar su gesto, pero su mirada aún esta enmascarada por la tristeza.
- Esta noche -comenzó a decir- prométeme que no te irás cuando mi vigor se agote. Aún cuando haya saciado mi sed de ti. Jura que te quedaras conmigo hasta el amanecer -suplico.
Sus palabras estaban tan llenas de dolor que quebro mi espíritu. No sabia que mi ausencia lo lastimaba tanto.
- No habrá mayor satisfacción que ver contigo la salida del sol -le respondí y su sonrisa se volvió amplia.
Lleve mis manos hacia su cuello y lo atraje otra vez a mí, para sellar mi juramento con un beso. Unidos por el deseo, nos movimos hacia el espacio que se convertiria en nuestro refugio en la noche.
Sentí la cremallera de mi vestido abrirse y sus manos explorando mi espalda desnuda. Hice lo mismo con su camisa negra, desprendi uno a uno los botones y fui observando los cambios. En mi memoria, su pecho, un elaborado tatuaje de piramide, estrella y elefante. No sé su significado pero seguramente debe ser algo importante para él. Me inclino y beso cada punto del mismo. Escucho los primeros sofocados suspiros de su alma. Cuando aparto el resto de su camisa, para dejar descubierto su torso. Me sorprendo con el grabado de u corazón.
- Una vez lo arrancaron de mi. Pero ahora lo tengo de regreso -comento Bill, ante mi mirada fija en el tatuaje.
- No debiste haber dejado que te lo arrancaran -
- Es un riesgo de amar -explico. Entonces lo miré y no supe que responderle. Porque tenía el presentimiento de que si hablaba, mis palabras revelarían mucho más de lo que quería demostrar. Lo quería demasiado, pero saber que alguien le rompió el corazón me lastimaba de la misma manera. - El destino del hombre es amar y en el amor tambiín debes sufrir, porque es la única manera de saber que es verdadero lo que sientes -reflexionó.
- Ámame...-le pedí.