Capítulo 4
Después de la tormenta, el silencio y la tranquilidad nos gobernó. La tenue luz que nos brinda las pocas velas que quedaron encendidas, fueron los únicos testigos de nuestra ardiente pasión.
Lo observo desde mi posición, en el otro extremo de la bañera. Su mirada esta suspendida en el blanco techo y me pregunto: ¿cuál será su pensamiento en este momento? Por que mi inquieta mente no deja de reproducir todas las caricias y los besos que nos dimos. El sonido de su voz, gimiendo de placer. La expresión de su rostro extasiado por el goce. Imágenes que pretendo guardarlas en mi memoria y en lo más profundo de mi corazón.
Pero su constante quietud me preocupa. Él no suele comportarse así. Entonces me acerco a él y con una suave caricia a su mejilla, lo hago volver a mí. Cuando su mirada se encuentra con la mía, me estremezco la ver que sus ojos están enrojecidos, producto de un silencioso llanto.
-No quiero regresar a Berlín. No quiero que las horas transcurran y que el amanecer me separe de ti -balbuceo angustiado. Bajo la mirada y quedo en silencio-me harías tan feliz si de tus labios saliera el mismo deseo -
Lo miré fijamente y fruncí los labios. No me atreví a pronunciar palabra, porque no me siento capaz de engañarlo ni de mentirme a mi misma. Diciendo, que el tiempo que estuvimos separados acabo y que nuestro destino es estar juntos.
Respire hondo y exhalé cansinamente.- Por más que lo desees, no podemos cambiar el rumbo de nuestra historia. Lo que iniciamos una noche, acabará con los primeros rayos del sol. Como en los cuentos -solté un malogrado chiste y lo acompañe con una doliente sonrisa. Los ojos de Bill se nublaron de tristeza y volvió a ausentarse de mí.
Con movimientos lentos, me puse de pie y salí de la tina. No tuve el coraje de esperar una respuesta por parte de Bill. Apresuradamente tome una toalla y deje la pequeña habitación, cerrando la puerta tras de mí. Pero no me aleje de ella, sino que giré y observe su blanca pintura.
Jamás me sentí tan miserable, frustrada, enojada con el destino. Porque nos unió y nos separo tantas veces, convirtiendo cada encuentro en un momento mágico para nosotros. Y cometí el error de permitir que el tiempo, transformara la pasión en un sentimiento noble, como el amor.
- Soy una cobarde, porque no tengo el valor para decirle que te amo, que te amo de una manera diferente y única. Que eres alguien que ocupa un lugar especial en mi corazón-susurre con dolor. Apoye mi mano izquierda y acaricie la fría madera, como si fuera su rostro- pero no puedes tener un espacio en mi vida -.
Una lagrima rodo por mi mejilla y cayo con el peso de mi dolor a la alfombra.
- Adiós Bill -