Sara lo tomó de sorpresa por el cuello de la camisa y lo besó con desesperación, con miedo, con dolor, Franco notaba todos los sentimientos encontrados en ese beso, le quería dar seguridad y no sabía cómo, la apretó contra su cuerpo con una mano en la cintura y la otra en la nuca de Sara enredando entre el pelo de esta sus dedos, profundizó el beso hasta sentir un sabor salado que sabía bien lo que era, fue cortando el beso poco a poco dándole suaves besos cortos, con el dedo pulgar le limpiaba las lágrimas que corrían por las mejillas de Sara aunque estás eran reemplazadas por otras nuevas, la abrazó con fuerza hasta sentir que la respiración de Sara se ralentizaba y los sollozos se iban espaciando.
—Sara —interrumpe el silencio Franco —no quiero que estés mal —sobandole la espalda —pero tampoco puedo dejar las cosas como están
—Lo sé —suspiró —lo sé, pero no sé cómo hacerlo, de verdad que no lo sé
—Solo dilo y ya —besó su cabeza —sin vueltas, no hay de otra
—Está bien —él levantó una ceja incrédulo —pero no aquí —mirando para ambos lados, Franco siguió su mirada sin comprender
—¿Entonces dónde?
—Vamos a la cabaña —Franco negó de inmediato con cara de pánico
—¿Qué locuras dices? Después de lo que pasó con doña Gabriela, no ni loco, no, no —empezó a caminar como un león enjaulado de un lado para el otro
—Ya Franco no va a pasar nada
—Tus empleados nos vieron juntos, ¿Y si le van con el cuento a tu mamá o peor a Fernandito? —Sara sonrió
—Eso no va a pasar, ellos trabajan conmigo no irían a contarles nada, y tampoco es que nos vieron juntos, cruzamos algunas palabras solamente —Franco la miró fijamente
—¿Seguro quieres eso? Podemos ir a mi casa allí hay lugar de sobra para que hablemos
—No Franco, no me puedo demorar demasiado, sería más evidente, vamos —le tendió la mano la cual Franco tomó resignado, largo un largo y ruidoso suspiro y después de ayudar a Sara a subir a su caballo, partieron hacía la cabaña, a un ritmo tranquilo, parecía que ambos querían y a la vez no llegar a ese lugar donde se definirían muchas cosas.
Llegaron y Franco cómo era costumbre tomó a Sara de la cintura para ayudarla a bajar, le besó la frente y con una mirada tranquilizadora le tomó la mano y entraron, el lugar seguía igual que hace una semana atrás los dos dirigieron sus miradas a los fardos de paja se miraron y se sonrieron, Sara siguió recorriendo con la mirada y un escalofrío le recorrió la columna a ver los látigos colgados, inconscientemente apretó la mano de Franco, éste la levantó y le plantó un beso en el dorso para calmar los nervios, el menor de los Reyes tomó la iniciativa y se sentó en uno de los fardos en los que la semana anterior le había hecho el amor a su preciosa mujer, con su mano dió un golpecito para que Sara tomara asiento a su lado pero está seguía con la mirada perdida, él carraspeó llamando la atención de ella que al mirarlo le sonrió pero su sonrisa era triste, otra vez intentó que se siente a su lado pero ella negó con la cabeza y empezó a desabotonarse la camisa, Franco abrió los ojos de par en par parecía que se le iban a salir de órbita y la mandíbula se le desencajo, Sara volvió a sonreír, aunque su tristeza seguía en los ojos, la cara de Franco le dió un poco de humor a la situación, este pensaba que si la idea de Sara era enloquecerlo y confundirlo para que se olvidará la verdadera razón de ellos allí, lo estaba consiguiendo a la perfección, aunque no entendía qué es lo que está quería hacer.
Sara se tomó todo el tiempo del mundo en cada botón de la camisa ante la atenta mirada de Franco que no lograba ni pestañar si respiraba ya era todo un logro, la mayo de las Elizondo giro sobre su eje dándole la espalda a Franco, dejó caer la camisa al piso y sin mover su cuerpo giró la cabeza para ver la reacción de este que en un instante le cambió completamente la facciones la mandíbula se le desencajo más y los ojos se le abrieron más si es que cabía la posibilidad, de un momento a otro se le volvió la vista borrosa de lo aguado que tenía los ojos al ver el estado de la espalda de su amor, de la mujer más importante de su vida y eso que las heridas ya estaban empezando a cicatrizar, nada, absolutamente nada de lo que imaginó se comparaba con lo que sus ojos estaban presenciando, se quedó estupefacto, de piedra.
Continuará..

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El después
FanficCuenta la historia de Sara y Franco después de aquella vez, después de esa primera vez que cambio para siempre la vida de ambos.. Contado claro desde lo que me hubiese gustado que ocurriera. ❤️