-Problemas

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—¡Estoy cansado de tu actitud, Altagracia! —Grita molesto braulio— Soy tu marido, maldición. Tu deber es conmigo.

Yo río sin gracia

—Por favor Braulio, ya deberías saber que no soy la falda que te espera todos las días para que desahogues tus ganas. Tú más que nadie sabe que esta relación nunca debió ser en un principio

—Hemos estado casados por 16 años, ¡16 malditos años! y tú nunca me has podido ver como tu esposo.

—Sabías perfectamente que lo nuestro fue un contrato, yo no me casé contigo por amor.

Braulio me observa riendo

—Claro, no podías soportar la humillación que un jornalero muerto de hambre te embarazara. Tu hija crecería como una bastarda.

Todo mi ser se enciende y mi mano se extiende para finalmente terminar estampada en la mejilla de Braulio.

—Fue un maltido error casarme contigo, lo único que quería era que Mónica creciera en un hogar con un padre sin embargo, me equivoqué contigo. Tú nunca la has visto como una hija.

—No seas dramática Altagracia. Siempre he tratado  de ver por ella.

—¿crees que soy estúpida? He visto como la tratas siempre tan distante.

El ríe a carcajadas.

—Tu eres la menos indicada para criticar mi labor como " padre " —exclama sarcástico— No vengas con el cuento de que eres la madre perfecta. Si nunca has tenido una buena relación con tu hija. ¿A quien crees que ella llama cuando tiene problemas en el colegio? ¿quién firma sus boletas de notas? ¿o quién siempre está en las juntas de padres? ... Yo.

Las palabras de Braulio están cargadas de ira y verdad, tanto que la culpa inunda mi corazón.

—Te quiero lejos de aquí. —recalco lo último— Quiero el divorcio.

—Estas demente.

La mirada de Braulio se oscurece.

—Escuchaste bien, hoy mismo te quiero fuera de mi casa y de mi vida.

—¿No te importa el qué dirán?

—Me importa un comino, soy lo que soy gracias a mí, no estoy en deuda con nadie y ya no soy esa niña estúpida a quien sus padres pueden manipular. Creí que tenías claro quién es Altagracia Sandoval.

—Bien, pero no te equivoques Altagracia, yo también tengo poder y dinero y si quieres el divorcio, te voy a quitar a Mónica.

Yo río a carcajadas.

—Ni siquiera eres su padre biológico. —Le recriminó  tratando de no perder la cordura y evitando mostrar me débil ante él, pero la sola idea de ser amenazada con quitarme a mi hija pone todos mis sentidos alerta.

—Quizá no, pero mi apellido está en su acta de nacimiento y legalmente yo soy su padre.

—En serio quieres jugar esa carta, ¿usando a Mónica cómo escudo?

—Eres tú quien me obliga a hacerlo. Ella también es mi hija.

— Eso lo puedo solucionar. Mis abogados se encargarán de ello. —Digo segura.

—No eres la única con poder. — su mirada es intensa y lo único que puedo ver es el odio destilar de ella—Te veré en lo juzgados.

—Así será.

El sale de mi despacho hecho una furia. Yo arrojó la copa de whisky la cual se estrella en la pared de mi estudio. Respiro profundo y trato de mantener la calma. Tomo mi teléfono y me apresuró a marcar el número de mi abogado.

León

Altagracia, dime.


Necesito que prepares los trámites de mi divorcio con Braulio.


¿estas de broma?


Sabes perfectamente que yo no bromeó. Necesito firmar esos papeles cuanto antes,  no quiero ningún tipo de unión con ese imbécil.


¿Que hay de tu hija?

Amenazó con pelear su custodia, pero tú perfectamente sabes que lleva las de perder. Mónica se quedará conmigo, entendido.


Comenzaré con el papeleo. Te mantendré informado de los movimiento de Braulio.


Bien.

Cuelgo la llamada y mis nervios se relajan un poco. Escucho como llaman a mi despacho, y veo a Mónica asomarse con cuidado

—¿Puedo pasar? —pregunta temerosa, mi ceño se relaja y yo le regaló una sonrisa

—Claro, hija. Pasa.

Ella entra al despacho y observa los vidrios rotos en el piso

—Te escuché discutir con papá, ¿todo está bien?

—No tienes porqué preocuparte, tú y yo hablaremos de lo que sucedió despues, con más calma; hoy ya tuve suficiente. Pero mejor dime ¿Hiciste tu maleta?

—Si, pero después de eso... creí que el fin de semana en casa de los abuelos se cancelaba.

—Por supuesto que no, tú yo estaremos ahí. Nos vendrá bien un fin de semana lejos de los problemas de la ciudad.

Ella sonríe.

—Estoy de acuerdo.

—Ahora ve, por tus cosas y espérame abajo. Nos iremos pronto.

A decir verdad lo que menos quería es ir a visitar a mis padres, la ausencia de Braulio será el tema de conversación y ni siquiera quiero pensar en cómo se pondrán al enterarse que me voy a divorciar de él. Si no fuese porque le prometí a Mónica visitar a sus abuelos y no quiero seguir quedando mal con ella;  evitaría a toda costa este viaje. Pero bueno, tendré que enfrentarlos quiera o no.

La doña || Sombras del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora