¿Qué decir cuando no tienes nada que contar? ¿Qué esperar cuando no tienes nada que hacer? O, mejor dicho, cuando tienes tantas cosas por hacer que prefieres seguir estando en la cama, entre las sábanas y con la persiana bajada para no pensar.
Todo el mundo sabe lo difícil que puede llegar a ser levantarse de la cama, comer, hablar, hasta pensar agota. Simplemente, te quedas ahí, esperando a que algo ocurra, esperando a que tu cerebro y tu cuerpo conecten.
El problema de tener demasiadas cosas que decir es que al final no terminas contando nada; mientras, que el problema de no tener nada que contar es que lo acabas diciendo todo. Pasa exactamente lo mismo con el levantarse de la cama.
Y puede que esto no tenga sentido, puede que sea lo suficientemente retorcido como para darse cuenta de que hay algo que no va bien; puede, que simplemente, en el lugar más recóndito de tu cabeza, de tu habitación, de tu cómoda cama, sepas que algo no está funcionando como debería.
Pero, ¿Qué pasa cuando no queda otra que levantarse?¿qué pasa cuando no queda más remedio que salir de tu cómodo y mullido escondite? Pues pasa que te tienes que armar de valor, sufrir, llorar o incluso gritar del esfuerzo que te supone hacerlo, pero sabes que tienes que conseguirlo, lo has hecho millones de veces, en millones de ocasiones, cada una distinta, cada una igual. Hay que hacerlo, se puede hacer.
Miles de personas lo hacen en el día a día, durante años, durante décadas, durante siglos. Piensa en todos esos que cuando tenían un mal día, o una mala vida, se levantaban, hablaban, corrían, discutían o lloraban, pero hacían algo. Probablemente, a muchos de ellos, les costara, literalmente, la vida hacer algo, pero se arriesgaban y lo conseguían o tal vez no, pero al menos lo intentaban.
Todos necesitamos escondernos, tener ese lugar seguro al que regresar cuando fuera te han herido como a un cervatillo, pero hay que lamerse las heridas y volver a empezar, así una y otra vez. Cuando piensas que ya no puedes, que estás demasiado protegido y a gusto entre las sábanas y en la seguridad que ellas te aportan, recuerda que siempre vale la pena. Da igual cuando, da igual lo que haya pasado, siempre hay que empezar de cero.
Así que sí, sal de la cama, sal al mundo y demuestra lo que vales, siempre puedes volver a empezar, siempre puedes volver a esconderte hasta que estés lo suficientemente seguro de reiniciar todo el proceso desde cero. Pero hazlo. Haz algo.
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Cuestión de Confianza
AcakTodo es cuestión de confianza, o al menos eso dicen ¿no? A medida que vamos creciendo, nos exponemos a ciertos problemas, amores, amistades, nos rompemos y nos volvemos a juntar por nosotros mismos. Confía, todo irá bien. ...