Hasta ahora mi vida había sido como la de una adolescente cualquiera de quince años, me pasaba las horas en mi habitación, mirando por la ventana o cualquier otra tontería, aún sin saber que hacer, pero prefería estar ahí dentro, que fuera, allí si que nadie me entendía.
Mis padres habían estado comentando durante un tiempo que si no cambiaba se pensarían en mandarme a un internado, pero a ver, no a esos típicos internados que dan miedo o que por lo menos a mí me lo dan.
Me refiero a ese tipo de institutos digamos que haces tu vida allí, pero como si pareciese que estuvieras en la calle. Esos que siempre de pequeña solía ver en las series de televisión o una cosa por el estilo.
Aunque siempre había querido estar en uno de ellos, no sé, ahora que se acercaba el momento no me sentía preparada.-Seguía escuchando a mis padres hablar-
- Es que se nos está yendo de las manos.
-Escuchaba decir a mi padre- ¿Pero que estaba diciendo? Parecía mentira que nunca hubiera tenido esta edad.
-Seguía hablando esta vez mi madre-
-Pero es que no sabemos como se lo va a tomar, ya sabes, todo aquello.
-Es lo mejor para ella, hazme caso, aquí no hace otra cosa que encerrarse en su cuarto, si sale es para comer y si llega a hacerlo, no puede seguir así.
-Bueno, he estado viendo un par de internados, pero el que creo que más va a concordar con ella se encuentra en Inglaterra.
-Aunque nos pilla un poco lejos, tendremos que intentar ir por lo menos una vez al mes ¿no crees?
-Bueno, pero mira este otro, parece mejor, está en los Ángeles y nos pilla más cerca que el anterior.
-Vale tienes razón, yo creo que ese está mejor, solo falta comentárselo a Daniela. -dijo mi padre.
¿Los Ángeles? Sonaba bien, bueno más bien sonaba a pijotes y todo eso, pero bueno a lo mejor conseguía tener más suerte de la que había tenido durante toda mi vida en este pueblo de pacotilla.
-Mis padres empezaron a llamarme-
-Daniela, hija, baja un momento.
-Ya voooy. -dije alargando las vocales.
-Mira cielo, hemos encontrado un instituto -(mi madre sabía que no podía nombrar el nombre internado delante mía).- En los Ángeles, si quieres puedes ver el documental y ya nos dices que te parece.
En verdad, me daba igual ir al sitio que fuera, parece raro que una adolescente que solo quiere salir y tal, le dé lo mismo irse a un internado o no, pero sinceramente prefería encerrarme allí, a que estuvieran mis padres todos los días dándome el coñazo aquí.
-Vale mamá, ¿cuándo nos vamos? - dije sin mirar si quiera el documental.
-En principio nos vamos mañana por la mañana- dijo mi padre.
-Si quieres puedes ir a despedirte de tus amigas- dijo mi madre.
Pero que estaba diciendo ¿amigas? ¿Desde cuando tenía yo amigas? Parece mentira que mi madre no lo supiera ya. Si desde que pasó lo que pasó se fueron todas, me dejaron sola.
No es que pasara algo muy grave, pero eso siendo una niña marca mucho.
-Mamá, no voy a ir a despedirme de nadie, mañana nos vamos y punto.
Me fui a dar una vuelta, eso sí, al menos antes de irme, tenía que ir por todos los sitios en los que pasé mi infancia, tampoco podía marcharme así como así.
Iba andando por la calle, parecía que no conocía a nadie, ni les saludaba si quiera ¿para qué? Estarían todos en contra mía.
Se fue haciendo de noche y me fui a mi casa.
-Hola Danielita, ¿ya te has despedido del...pueblo?
-Odiaba que me llamasen así-
- Sí, mamá sí -sabía que si volvía a nombrar el nombre "amigas" acabaríamos mal.-
-Vale, ya está la cena lista. -dijo mi madre un tanto distante.
No solía comer mucho, no porque no quisiera, es que no tenía ganas de hacerlo, pero ese día mi apetito se abrió. -mis padres me miraban atónitos.
-Bien Daniela, ya te estás adentrando a un nuevo mundo, ya sabes. -dijo mi padre.
-Si papá si, no pienso hablar contigo de eso.
-Hija, solo te quería comentar...
-Que no papá, no pienso hablar más del tema. -dejé la comida allí y me subí a mi habitación.
Odiaba que mi padre se pusiera así de pesado, ya hubiera empezado a soltarme un rollo de la vida y blabla.. Sabía que me había pasado, pero es que muchas veces me trataban como a una niña pequeña, que ya no era.
*En el salón*
-Mira lo que has conseguido, hoy que parecía que se iba a comer el plato entero, vas y le dices eso, y ya ves, lo ha dejado entero- dijo mi madre.
-Es que a veces me gustaría tener una conversación normal con mi hija, pero es que Daniela no entra en razón. -dijo mi padre.
-Escuché que alguien subía por las escaleras, sería mi madre.-
-Hija, ¿no crees que te has pasado un poco?
-Podrías haber tocado a la puerta al menos. -dije alzando la voz.
-A mi no me hables de esas maneras- dijo mi madre. -notaba el miedo en su voz.
-Que te vayas y me dejes. -le dije gritando.
-Oí el sonido de la puerta al cerrarse-
Ni si quiera vi a mi madre irse, solo escuché el portazo y me vi sola, en mi cuarto, como la mayoría de los días, llorando en mi cama, sin razón alguna, ya no sabía ni a quién o a qué le lloraba, pero me sentía culpable de pagarlo todo con mis padres, lo peor era que lo reconocía, lo reconocía y me odiaba por ello, pero quizás lo que debería haber hecho en muchas ocasiones era decírselo a ellos y no guardármelo para mí.
-Pero bueno, mañana todo esto cambiará.- me dije a mi misma llorando.
*Eran las 8 de la tarde*
Empecé ha hacer la maleta, para así mañana temprano no tener que hacerla y solo tendría que marcharme de aquí.
Muchos recuerdos llenaron mi mente, al meter un par de cosas de mi infancia en la maleta, mi primer juguete, una fotografía con mis abuelos, como les echaba de menos, ahí parecía feliz y todo.
Mis lágrimas no dejaban de cesar, pero yo intentaba tranquilizarme de alguna forma, no quería causar mala impresión para mañana.
Me fui a dormir, con la esperanza de que mañana todo fuera diferente...
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Un ángel me cambió la vida
Teen FictionDaniela Stevens, una adolescente como otra cualquiera de quince años, se adentra a un mundo adverso al suyo, en el que va a ir conociendo cosas que desconocía, en el que una especie de ángel que se cruza por su camino le cambiará la vida.