El despertador sonó como cada mañana, tenía un gran dolor de cabeza de haberme pasado media noche llorando.
Un delicioso olor a tostadas llegó a mí y automáticamente di un salto de la cama y me dirigí hacia abajo.
Bajé las escaleras a toda velocidad sin caerme, no sé que me pasaba hoy, estaba más feliz de lo habitual, estaba nerviosa, sería porque era la primera vez que montaría en un avión, o yo que sé por qué otra cosa sería, aunque en esos momentos era lo que menos me preocupaba.
Los compañeros... Los profesores... Como sería aquello... Eso me preocupaba más. Tenía un nudo en el estómago de los mismos nervios, pero eso no me impidió comer como otros días lo hizo.-¿Que tal cielito? -comentó mi madre como si no me hubiera escuchado llorar a noche, aunque sabía que lo había hecho.
-Bien -dije con una media sonrisa.
-¿Nerviosa?-dijo mi padre con su espléndida sonrisa.
A veces me sorprendía la capacidad que tenían de soportarme, aún habiéndoles hablado tan mal, como ayer lo hice, nunca ellos me habían dado de lado.
-Oye papá, mamá, losiento. -dije avergonzada.
Las caras de mis padres estaban para echarles una foto, se miraron asombrados al unísono los dos.
-Hija...-Me abrazó mi madre y a continuación mi padre.
¿Qué había hecho? ¿Era yo? ¿Era Daniela Stevens la de toda la vida? Ni yo misma me reconocía, nunca solía reconocer mis errores facilmente, pero hoy lo estaba haciendo.
-Dala -era así como me llamaban cuando estaban contentos conmigo. El avión destino a los Ángeles sale a las 9 ¿estás lista?
-¡Las nueve! -dije medio gritando.
-¿Te pasa algo? -dijo mi madre.
-No mamá, no me pasa nada. -Subí a mi habitación más rápido de lo que lo había hecho antes.
Joder, se me había olvidado mandar una carta, vale, ayer dije que no tenía de quién despedirme y tal, pero no nombré a mi profesora de música, ella nunca se puso en contra mía como los demás.
Había quedado en que antes de irme a los Ángeles le mandaría una carta de despedida. Eran las seis de la mañana, pero aún así teníamos que estar dos horas antes en el aeropuerto, así que aún me daba tiempo.Cogí la carta que escribí anoche, la cuál dejé en el cajón de mi mesita de noche y bajé de nuevo.
-Mamá, Papá me voy ahora vuelvooo. -dije alargando las vocales finales.
-¿A dónde vas cariño?- dijo mi madre.
-No respondí y salí corriendo-
Era aún de noche, ¿a quién se le ocurría salir a la calle a las seis de la mañana? Bueno a mí, pero esto era importante.
La casa de mi profesora de música, por suerte no estaba muy lejos, solo tres calles más abajo de la mía.
Cuando llegué metí en el buzón la correspondiente carta y me fui a mi casa, la iba a echar mucho de menos.Cuando llegué ya estaban mis padres en el coche esperándome con las maletas, para dirigirnos al aeropuerto.
-¿Te olvidas algo Dala? -dijo mi madre.
-No mamá, lo llevo todo.
No sabía por qué estaba tan tranquila, en horas estaría en un nuevo ambiente, con compañeros nuevos, debería estar preocupada, pero en cambio estaba con ganas de empezar mi nueva vida lejos de aquí.
Llegamos al aeropuerto y empezaron a hacer las revisiones de las maletas y demás, había mucha gente, me sentía insignificante entre la multitud.
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Un ángel me cambió la vida
Teen FictionDaniela Stevens, una adolescente como otra cualquiera de quince años, se adentra a un mundo adverso al suyo, en el que va a ir conociendo cosas que desconocía, en el que una especie de ángel que se cruza por su camino le cambiará la vida.