Capítulo 6.

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Había sido una mañana extraña, no estaba acostumbrada a tener tanta complicidad con una persona, y no entiendo las miradas y los ojos que me ponía. La verdad es que estoy nerviosa, por eso, necesito relajarme, así que iré un rato a la Cantina a ver a quién veo por allí.

Me dirigí a mi cuarto a cambiarme, mi casa no es muy grande y la comparto con mi compañera de piso Achlys, aunque casi nunca la veo ya que es "mujer de compañía" en el único prostíbulo de la ¿ciudad? Iba a decir ciudad, pero la verdad es que esto no es una ciudad, es un intento de tener una vida un poco más fácil. Yo no la juzgo por su trabajo, de hecho hoy en día seguro que la pagan más a ella que a mí, pero es que nunca ha llegado a ser muy amable conmigo y siempre que la veo está borracha o durmiendo. Mientras pague los mínimos gastos de la casa yo me conformo, bueno... gastos... Básicamente es pagar lo que diga el Consejo cada mes, de acuerdo a lo cobrado y aportado a la comunidad. Como iba diciendo, vivimos en un edificio de 6 plantas, aunque la sexta está inhabilitada para vivir porque está medio destruida. Nuestro piso no es que sea mucho mejor, las paredes son una vasta masa de cemento gris llena de grafitis, los muebles, los pocos que hay, son de una madera descorchada y horrible, nuestras camas se basan en un soporte de hierros doblados con un colchón casi sin relleno por dentro y obviamente no hay colchas ni edredones, una manta ya es suficiente para muchos, no hay agua, tenemos que ir a cogerla con cubos a un pozo común y la luz se limita a una bombilla tenue en cada estancia, y como hay 3 estancias, mi cuarto, el de Achlys y el salón, hay tres míseras bombillas. Por supuesto no hay baño, tenemos que ir al baño común que hay en la comunidad o al de algún sitio que tenga baño, como la Cantina y la comida, a mí me la dan en el trabajo, quién no tenga trabajo se tendrá que buscar la vida. Mi ropa se basa en camisetas de tirantes negras, grises y blancas y dos pantalones de chándal de los mismos tonos anteriores y unas botas que las llevo desde que tenía 14 años.

Pero bueno, mi vida siempre ha sido así, a los 8 años mis padres murieron y me quedé huérfana buscándome la vida, al principio me acogió una familia en la cual los dos padres se pinchaban, mejor no decir el qué y su hija que fue mi única amiga durante un tiempo, hasta que la radioactividad del ambiente que había en aquella zona acabó con ella. Así que a los 14 años Nyx me encontró buscando comida en un cubo y desde ese día me ha estado cuidando, como si fuera una hermana para él, si es verdad que durante la adolescencia nos enrollamos alguna que otra vez pero nada serio, yo nunca podría estar con Nyx es como un hermano para mí.

En fin, tenía que partir hacia la Cantina ver a Nyx y a unos cuantos amigos más y despejarme un poco. Me puse una camiseta limpia y salí de casa, bajé las escaleras rozando cada uno de los grafitis que hay a lo largo de la bajada y me dirigí hacia la Cantina.

En el trayecto como siempre, borrachos, mendigos, drogadictos y enfermos mentales gritando que están en contra de la Iglesia, sí, mi vida es preciosa. Por eso ver la única luz rosada que le queda a la Cantina es para mí la mayor alegría del mundo. En la puerta está una de las dueñas, Andrómeda, con su pelo teñido de azul y una rasta rosa y por supuesto, sus característicos tatuajes alrededor del cuello, concretamente unas hiedras que le llegan casi hasta la barbilla. La otra dueña es su pareja, Alyssa, siempre lleva una trenza rubia y el resto del pelo negro como el carbón. Son muy buena pareja la verdad, siempre han demostrado que se quieren mucho y llevan muy bien la Cantina, con lo cual no hay queja ninguna.

Saludé a Andrómeda antes de entrar y me dijo que Nyx todavía no había llegado, cosa que me extraña ya que siempre nos reunimos sobre esta hora. Pedí una copa en la barra y me senté a observar. La Cantina es bastante grande y está bastante bien remodelada para los tiempos que corren, está toda pintada en negro, llena de cuadros que han pintado clientes habituales, yo de hecho he llegado a hacer uno, está colgado justo antes de entrar al baño, me hace ilusión, porque todo el mundo que va a pasar al baño lo ve, con lo cual seguramente sea el cuadro más visto del local, son tonterías pero también son detalles que me gusta apreciar. Hay una pista de baile con algunas luces en el centro y una estancia con sofás desgastados a la izquierda, y a la derecha como he mencionado antes, está el baño.

Estuve dándole algunos tragos a la copa y pensando en mis cosas cuando una voz familiar interrumpió mi estado de reflexión.

-Me alegra volver a verte -no podía ser, era él otra vez, el invitado, ¡era Zeus!

-Em...Hol -estaba muy muy cortada, no sé por qué -Hola, hola -al fin le dije con claridad colocándome el pelo.

-Veo que tú también sueles estar por aquí.

-No sabía que venías por aquí, de hecho suelo estar mucho por esta zona, me extraña no haberte visto nunca.

-Quizá tú no me hayas visto, pero a lo mejor yo a ti sí.

-Pero...

-No te acuerdas -empezó la frase interrumpiéndome -que una vez se te cayó la copa encima de un chico. Pues ese chico era yo.

Ahora lo recordé todo, sabía que en el fondo me sonaba de algo, tiene razón, alguna vez ha estado por aquí.

-¡Ya me acuerdo! Lo siento por no haberte reconocido, es que por aquí suele pasar mucha gente -la verdad es que es el único sitio con vida, quitando el Mercado Negro.

-No pasa nada, ¿quieres tomar algo? -me preguntó.

-No gracias si yo ya me iba...

-¡Cómo que ya te vas! De eso nada, un ron con limón y otra de las que ha tomado esta chica tan guapa que tengo a mi lado.

¿Perdona? Acaba de decir lo que acabo de oír, es la cursilada y el piropo más malo que había oído en mi vida.

-Ese es el piropo más malo que he oído en mi vida. Querido Zeus todavía te queda mucho por aprender. -le di un beso en la mejilla y me marché.

Salí del local despidiéndome de la gente que conocía y para mí sorpresa vi algo horrible, justo a unos metros de la salida estaba Nyx tirado en el suelo ensangrentado y apuñalado, alrededor había un grupo de gente pidiendo ayuda.

Corrí como nunca había corrido nadie, aparté a la gente que había alrededor y empecé a llorar, le gritaba que qué le había pasado pero no me contestaba, estaba en un estado de histeria y de rabia. Unas manos bastante grandes me cogieron por los hombros, yo pataleaba mientras gritaba: ¡Dejarme estar con él!

Se escuchaba una ambulancia de fondo, yo seguía pataleando cuando me giré y le vi, era Zeus otra vez. Antes de que yo pudiera decir nada me abrazó con sus enormes brazos y me susurró:

-Hey, hey tranquila, todo va a salir bien.

Era la primera vez en mucho tiempo que alguien me daba un abrazo y me mostraba por así decirlo su afecto, con lo cual no le pude soltar, de hecho creo que estuve mucho tiempo agarrada. Tenía miedo, quería que todo pasara y con él me sentía segura.

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⏰ Última actualización: Apr 21, 2015 ⏰

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