»El Adiós del Dragón.

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Frente a una cálida fogata está el dragón en su forma humana, ahora tiene un nombre, se llama Yibo, junto a Yibo, bastante cerca, aunque sin tocar ni un centímetro de piel está el joven príncipe de la familia matadragones, Xiao Zhan, contaban historias divertidas sobre sus experiencias de vida.

Yibo hablaba de la ocasión en la que el mar arrastró un barril de ron hasta la orilla, en las cosas perdidas, aquel día estaba tan curioso por saber lo que contenía el barril que terminó arrastrándolo hasta la cima de la isla y lo abrió probando la extraña bebida.

—Pasé días mareado —reía Yibo —era bastante fuerte, pero me agradaba la sensación de estar mareado.

—Entonces ¿Bebiste el barril completo? —pregunto Zhan acompañando a Yibo entre risas.

Yibo asintió a su pregunta —me sentía ligero y… feliz, el dragón no trataba de tomar mi cuerpo, mi conciencia estaba adormecida.

De pronto el ánimo decayó un poco, Zhan podía imaginar lo mal que Yibo la había pasado todos esos años peleando contra sí mismo por tratar de controlar al dragón.

Los ojos del joven príncipe delineaban la figura del dragón a su lado, Yibo es maravillosamente atractivo y día con día es aún más consciente de lo que el hombre a su lado le provoca, desea tanto tocarlo, deslizar sus manos por cada parte del firme cuerpo de Yibo, acariciar su rostro, grabar en la yema de sus dedos la textura de su piel, las facciones de su rostro, desde la línea de su mandíbula hasta la terminación de su frente, donde comienza el bosque de hebras azabache, tan suaves y abundantes.

—Zhan —llamaba Yibo, pero Xiao estaba tan perdido imaginando cómo sería besar los labios de Yibo que no escuchaba —Zhan —llamó de nuevo.

—Ah, lo siento, estaba pensando en algo —se excusa con rapidez apenas reacciona. Gira a su costado izquierdo y toma entre sus manos un pequeño detalle qué encontró para Yibo —me topé con esto hace unos días y pensé que tal vez te gustaría tenerlo —decía mientras mostraba lo que acunaba en sus manos —es una flauta ocarina, en Ethar se usan para tocar canciones en las fiestas.

Yibo tomó el pequeño artefacto en sus manos, sintiendo la forma de esta en sus manos.

Zhan tomó la flauta de vuelta —si colocas tus dedos en estos lugares y soplas así —enseñaba Zhan, una melodía suave y pacífica sonó por la cueva.

Yibo sonrío —ya había escuchado esa canción —dijo maravillado por el sonido.

—Es una canción de cuna, en Ethar la cantan para los niños que acaban de nacer —dejó la flauta en las manos de Yibo —hoy podría ser el día de tu nacimiento, desde hoy serás un hombre, no un dragón Yibo.

El joven dragón asintió con ilusión destellando en sus ojos, la idea de controlar al dragón para que deje de atormentar sus días le da una tranquilidad inexplicable, ahora podía ser un hombre, como cualquier otro, y todo gracias a Zhan.

Yibo colocó sus dedos en los mismos lugares que Zhan sopló al ritmo que sus oídos recordaban, la melodía volvió a escucharse en el silencio de la cueva.

—Aprendes muy rápido —halagó Zhan.

Yibo asiente con un gesto y dando una mirada intensa a Zhan dijo —creo que ya debería ir a dormir —desvía la mirada sintiéndose algo expuesto, la mirada de Yibo parecía querer desnudarle el alma.

—Sí, tienes razón ya es hora de dormir —ambos desvían la mirada, el dragón no entiende con exactitud lo que le pasa cada que mira el rostro del joven príncipe, en cambio Zhan sabe perfecto lo que Yibo le provoca, pero no lo dirá, no puede decirlo, solo complicaría más las cosas.

Drakon »YiZhan«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora