»El Dragón que ama al Humano.

740 128 71
                                    


Li miraba la gran alegría del pueblo al adornar los alrededores del lago del sacrificio, el día de la boda de nuevo llegaba, pero a pesar de la felicidad del pueblo y los sabios, el día tenía cierto aroma a tristeza, las nubes reflejaban la negación del joven príncipe Xiao.

—Te ves muy apuesto —halagaba Li a su hermano adentrándose en la habitación del menor —pero tu rostro dice que algo está lastimándote, Zhan ¿Qué pasa?

El menor negó sin saber cómo decir cual es su aflicción.

—Hace semanas deseabas esta boda más que yo —recordaba.

—Hace semanas no tenía idea de que existía un dragón —replicó el menor.

—¿Tienes miedo? Dijiste que estaremos bien mientras nadie cante la canción del ritual —Zhan negaba de nuevo a las palabras de su hermano.

—Se llama Yibo —dijo con un tono suave y pacífico —él puede transformarse, no quería hacerme daño, me cuido todos estos días y yo…

—¿Hablas del dragón? —Zhan asintió, Li tuvo que sentarse en la cama para procesar con calma, sus instintos ya le daban una ligera sospecha.

—Siempre me trató como si tuviera miedo de hacerme daño, yo…

—Te enamoraste de él —afirmaba Li, pues reconoce perfecto el sentimiento reflejado en los ojos de su menor, él también está enamorado de un imposible —sea cual sea tu decisión, tienes mi apoyo sin condiciones —aseguró acariciándole la mejilla antes de dirigirse a la puerta y salir de la habitación.

Zhan lo miraba con gratitud, pero no hay nada más que hacer, en un par de horas tomará la cuerda entre sus manos y jalará la canoa de su prometida hasta el altar donde unirán sus vidas para ser los gobernantes ideales de Ethar.

Pero su necio pensamiento no se aleja de la brillante sonrisa del varonil pelinegro de ojos oscuros y voz cálida, aquel que no necesitaba tocarlo para hacerlo sentir intensamente feliz.

Los segundos parecían demasiado cortos cuando la hora del ritual se acercaba.

En cuanto Li llegó a su habitación de nuevo supo que no había vuelta atrás, caminó entre los habitantes del pueblo hasta el altar, la cuerda de la canoa ya se encontraba atada en el pilar del muelle, igual que la primera vez, el pueblo alzó gritos eufóricos hasta que el rey indicó silencio, esa era la señal.

Zhan tomó la cuerda entre sus manos y jaló, la canoa se movía a su dirección, pero con cada movimiento de sus manos su corazón gritaba detenerse.

Un sentimiento de agonía le atravesó el pecho y la necesidad de ver a Yibo lo dejó inmóvil. Soltó la cuerda y cerró los ojos. Su pensamiento viajó de nuevo por las vagas imágenes del joven dragón, abrió los ojos y el miedo casi lo acorrala.

Los ojos del pueblo estaban en él, los abanderados lo miraban con severidad, su padre solo denotaba confusión, y al encontrar la mirada de su hermano mayor el alivió lo rodeó, Li le sonreía con orgullo, su expresión decía que cualquier cosa que decidiera estaba bien y Zhan se aferró a eso.

Su voz elevó la canción prohibida al cielo, llamando una vez más a su amado dragón.

Fue antes de nuestros tiempos, ya no quedaba ni tierra ni polvo. Nada.

Todo se ha olvidado. Lo que no era real, se ha vuelto verdad. El frío río y el agua congelada de nuestro hogar.

En cada verso se revelaban sus esperanzas, su anhelo por ver al dragón de nuevo.

El tiempo es un río veloz,

Que nadie perderá,

En la isla perdida, el joven dragón sintió el mágico llamado atroz que lo obligaba a transformarse y batir sus gigantescas alas hasta llegar a Ethar, trataba de negarse, su cuerpo se calentaba y su sangre de fuego quemaba sus entrañas.

Drakon »YiZhan«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora