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Salir en medio de la noche se volvió una especie de actividad especial entre ellos dos, era de la única forma en que lograban verse, bajo las estrellas y la luna iluminando la ciudad; sin embargo, ahora se sentía distinto.

Se percibía un aura triste, casi lamentable rodeando al menor de ambos y aunque HeeSeung intentó subirle el ánimo un par de veces desde que se encontraron afuera de la casa de Shim y subieron a su auto, no había ningún indicio de su recurrente actitud provocadora y eso lo estaba empezando a alarmar.

Prefirió que si así lo quería Jake, guardarían silencio. Entendía el sentimiento de desesperación cuando te sientes fatigado y alguien más es insistente, así que simplemente estaba ahí, haciéndole compañía desde el asiento del copiloto y con más bajo a su lado, quien no despegaba la vista de sus manos. La incógnita de porqué lo llamó llorando aún recorría su mente, mas prefería dejarla ahí por el momento.

Entonces, después de pensar unos minutos más, abrió la boca.

── ¿Quieres ir un lugar maravilloso? ──enfatizó en la última palabra con una radiante sonrisa. Jake dirigió su mirada al mayor con una ceja alzada acompañada de una mueca indescifrable, pero asintió a pesar de sus dudas.

HeeSeung asintió y tras girar las llaves en la ranura, arrancó el auto a una velocidad moderada, mientras JaeYoon ya podía visualizarse en el West Coast porque ese era el único lugar que se le venía a la mente tras la palabra "maravilloso" siento pronunciada por el chico a su izquierda.

El tiempo iba avanzando y lo único que resaltaba era el cigarrillo que Hee había encendido segundos atrás, inmediatamente Jake se dió cuenta que lo hizo, entonces le pidió un poco a lo que el mayor no se negó en lo absoluto, solo le dijo que abriera la ventana. La radio fue encendida, cómo de costumbre y el menor no pudo ocultar una pequeña sonrisa cuando su canción favorita apareció en ella. Finalmente y muy alejado a lo que Shim imaginó el auto se estacionó frente a...

── ¿Esto es un barranco?

── Lo es.

El menor seguía algo confundido, vió a HeeSeung sacar una sudadera de la parte de atrás del vehículo y la posó en el hombro del contrario. Una vez estuvieron frente al cerro, Lee le tomó la mano.

── Pontela, hace viento. Cuando estoy triste, decaigo o simplemente quiero distraerme, vengo aquí.

Exactamente el mismo lugar y la misma hora dónde se encontraba con HeeSeung para contar sus mutuas penas, ahí se encontraba él con el chico que iluminaba su mirada con la intención de hacer lo mismo en el contrario.

Pasó ambos brazos, recargándose en las barras de seguridad como hacía siempre y llamó al menor para que hiciera lo mismo.

── Entonces... ¿Para qué estamos aquí? ──cuestionó JaeYoon rascando levemente su nariz que anteriormente estuvo congestionada debido al llanto.

Hee miró a la nada que para él, era todo. Más allá de la oscuridad de aquel lugar y la soledad del ambiente siendo interrumpida por la presencia de amabas almas entre confusión y pena junto a una pizca de romance pasando casi desapercibida, el hecho de estar en medio de aquella nada con su todo, le hacía sentir pleno.

── Quiero saber de tí, Shim JaeYoon. Quiero que... Quiero hacerme cercano, aunque sea un poco, a tí. Contar con tu confianza y sacar tu lado tranquilo y dejar de lado las preocupaciones que hay en tu interior ──musitó Hee, con lentitud y tratando de darse a entender de manera clara.

Jake le miraba de reojo, le ponía nervioso el contacto visual en esas consecuencias.

Porque para él era muy difícil abrirse, sentir que molestaba a los demás era una de sus tantas inseguridades. Prefería callarse sus problemas y reemplazar sus sentimientos por una actitud digna de un personaje sacado de una película de Hollywood.

La vida de Jake era como la de un personaje.

O al menos así lo veía Hee.

Quería cavar entre los escombros de un corazón roto y latiente, cálido y sobre todo, esperanzado de alguna gota de amor que sanase aquellas heridas profundas en su ser.
























































Quería cavar entre los escombros de un corazón roto y latiente, cálido y sobre todo, esperanzado de alguna gota de amor que sanase aquellas heridas profundas en su ser

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denle a la estrellita bitches

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