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Los labios de SungHoon y Jake se apretaban entre ellos de una forma tan intensa. No era un beso con sentimientos de por medio, era solo... Un beso.

La delgada mano de SungHoon género presión en la nuca del más bajo, tornando el roce más profundo y robándole el aliento a Jake. Si algo iba aceptar, era que su novio besaba muy bien. Probablemente extrañaría eso.

Después de unos segundos, Jake empujó un poco a SungHoon, separándolo. Ambos estaban en la cama del castaño oscuro acostados.

── Espera, espera.

── ¿Qué pasa? ──cuentionó el coreano dándole su espacio al más bajito, levantándose.

── Mamá llegará pronto.

Por mucho que su familia conocía el noviazgo con SungHoon, y que incluso el coreano era invitado a las cenas grandes, Jake no tenía la confianza de estar junto a Park en su casa, en presencia de los demás.

── Pero tus padres siguen de viaje.

Jake sostuvo la respiración por un momento y miró a un punto fijo por unos segundos.

Era cierto.

Sus padres nunca estaban.

Se ausentaban por mucho tiempo, dejándole solo. Comía solo, él mismo se arrullaba en las noches para conciliar el sueño desde que era pequeño, él lidiaba con sus pesadillas y generaba sueños de su futuro sin apoyo alguno.

Volvió la mirada a los ojos de SungHoon con ese toque de lamento y, en un impulso, le tomó de la camisa y atrajo el cuerpo más grande al suyo fundiéndose nuevamente en un beso. Quería distraerse, salir de su melancólica y lamentable realidad. Quería irse de ahí.

[...]

A la hora de dormir, SungHoon finalmente se quedó en la mansión Shim. El menor solamente salió de la habitación para asegurarse que SooMi, la trabajadora, se hubiera ido a casa ya que solía quedarse innecesariamente y él sabía que ella tenía hijos que cuidar.

Cuando volvió a su cuarto, se encontró con SungHoon acostado sobre sus cobijas. Sabía que le gustaba quedarse en su casa ya que tenía la comodidad que le faltaba en la propia.

La casa de SungHoon carecía de muchas cosas ya que vivía solo, sin el apoyo económico de alguien más que él y el sueldo de un ayudante de invernadero escolar no cubría prácticamente nada. Por supuesto, Jake nunca se quejó cuando lo visitaba porque realmente no tenía razones, ambos vivían en situaciones distintas.

Soltó el aire y apagó la luz, quedando prácticamente en la oscuridad total. Quitó sus tenis, sudadera negra y su camisa, quedando en solo pantalones y calcetines. Hacía mucho calor. Cuando se acostó junto a su novio en aquella cama matrimonial, inmediatamente pudo sentir los brazos rodeándole, quedando ambos en la posición de cucharita.

Pero Jake no pudo dormir tan rápido como quería, los pensamientos atacaban su mente.

Él... Él realmente no despreciaba a SungHoon como a veces hacía creer.

Algo que le carcomía la consciencia era que, desde un frío punto de vista, básicamente usaba a SungHoon para compensar la soledad con la cual creció.

Durante su niñez, veía más a SooMi que a sus propios padres. Lloraba en las noches cuando las pesadillas lo atormentaban y nadie iba a consolarlo como a los demás niños.

Tuvo que lidiar con los cambios de la pubertad él solo y la poca benéfica información que venía en su libro de Ciencias de la escuela.

Cuando llegó la adolescencia todo fue empeorando, su personalidad se fue moderado con respecto a su estilo de vida y se creó un nuevo Jake, uno que se mostraba insensible ante los demás, junto a otras personas era serio y, en la intimidad de su hogar lloraba, llamando a sus padres ausentes, como cuando era un niño.

A los 18 años conoció a SungHoon en la universidad, ambos compartían clases y desde ahí, al comenzar a pasar tiempo juntos, decidieron que una relación no estaría mal.

Al principio todo era lindo, como en cualquier noviazgo, pero conforme iban pasaban los años, ambos comenzaban a perder interés mutuo. Sin embargo, ninguno daba por hecho eso.

Simplemente se veían cuando comían juntos, o se querían besar toda la noche.

Y ahí estaban de nuevo. El pecho de Park pegado a la espalda de Shim.

La historia se repetía y, aunque Jake sabía que no todo era culpa suya, se sentía mal por técnicamente usar a SungHoon como su consuelo. Él no estaba seguro de lo que pasaba por la mente de su novio, no sabía si realmente le amaba o tampoco lo hacía, pero era demasiado tarde.

Jake, a sus veinte años, en aquella noche, decidió que escapar de casa era lo mejor. Y mientras más pronto lo hiciera, menos se arrepentiría. Solo debía pensar bien el como subsistiría y asunto decidido.

Porque él quería dejar a SungHoon libre de hacer y estar con otra persona que realmente le valorara, y él quería escapar de su realidad.





















































Porque él quería dejar a SungHoon libre de hacer y estar con otra persona que realmente le valorara, y él quería escapar de su realidad

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