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── Otro whisky, por favor.

El barman asintió y fue por la bebida para vaciarla cuidadosa pero hábilmente en el vaso. Una vez servido, fue entregado a Jake.

Desde que estaba con SungHoon, su antes desagrado por el alcohol se volvió una especie de desahogo. No se atrevía a usarlo como método para salir de la realidad, pero al menos lo distraía de su miserable vida.

Su chaqueta negra cubría la parte superior de su cuerpo, mientras unos pantalones negros hacían juego con la camisa de mangas largas de color blanca. Se veía genial esa noche y lo confirmó cuando el barman le miró durante un buen rato.

── ¿Qué me ves?

No estaba disgustado ni le incomodaba el hecho de que fuera el blanco de vista para algunas personas, hasta cierto punto estaba acostumbrado pero el chico detrás de la barra ni siquiera sabía disimular.

── Perdón.

── Umh. ──asintió con un tono desinteresado.

Un tanto harto y con tres whiskys en el organismo se levantó. Esa noche el bar se encontraba relativamente solitario. Era común ver a cientos de personas dentro, al ser miércoles, muchas de ellas no estaban interesadas en asistir hasta llegar el fin de semana.

Había música a un volumen moderado además de grupos de personas, parejas e incluso solitarios.

No era de ese tipo de lugares donde adolescentes tratando de hacerse pasar por mayores de edad iban y se emborrachaban irresponsablemente, era algún tipo de establecimiento donde se encontraban buenas bebidas y un ambiente relajado, lo suficiente como para pensar en tu vida hasta querer morir ahogado en un delicioso Manhattan.

Jake se atrevía a declarar ese su lugar favorito para reflexionar sin ser molestado, acompañado de un buen cigarrillo.

También, le gustaba sentarse en una mesa que estaba al fondo, para simplemente mirar a los demás. No hacía nada más que mirar.

Pero no lo juzguen, no era un acosador o algo así, de hecho nadie se daba cuenta de su presencia más que los tipos que le cobraban las bebidas. Su presencia ahí pasaba desapercibida y le fascinaba.

Se sentó en la silla de su preciada mesa y sacó su teléfono al oír una notificación llegarle.

01:12 AM.

No era tan tarde.

Abrió el chat que le llamaba y observó el nombre de SungHoon arriba. Rodó los ojos.

SungHoon

¿Dónde estás?

Jake

En el West Coast

SungHoon

¿Por qué no me avisaste?
Iré por tí, espérame.

Jake

No necesito contarte
todo lo que hago,
eres mi novio, no mí madre,
no vengas

Bloqueó su teléfono y lo guardó nuevamente en su bolsillo para luego sacar un cigarrillo. Para su buena suerte, estaba permitido fumar en el lugar.

No lo hacía muy seguido, a decir verdad lo hacía unas dos veces al mes, pero realmente le causaba satisfacción el olor que generaba.

O bueno, era de lo que quería convencerse.

Colocó el pequeño y delgado cilindro de papel en su boca tras prenderle fuego del otro extremo y dió una corta pero profunda calada. Soltó una vez en humo llegó a su interior y sonrió.

Quería convencerse a sí mismo de que todo estaba bien. Que tenía la familia perfecta y el novio perfecto como todos creían. Que tenía ganas de salir de ahí a cada jodido segundo que pasaba. Se sentía asfixiado.

¿Por qué le disgustaba tanto su vida? ¿Sería porque la presión social y el "qué dirían" de sus padres le causaba repudio? ¿O a caso se trataba de lo intenso que llegaba a ser Park en busca de una "relación duradera y fructífera", esa que desde un principio nunca tuvo una verdadera razón?

Volvió a colocarse el cigarrillo en los labios y sacó su teléfono. Buscó si tenía notificaciones en sus redes sociales recientemente, pero nada. Lo apagó.

Una vez levantó la mirada supuso que se iría hasta terminar su cigarro. Buscó con la mirada algo interesante.

Vió una mujer que traía puestas algunas joyas que lucían costosas mientras su maquillaje se corría debido al llanto. A unos metros había una pareja, la chica y el chico lucían dulces, nada fuera de lo común.

Por último paso la vista por la mesa ocupada, al fondo del otro lado del bar. Ésta tenía unos tres chicos de, según sus cálculos, probablemente su misma edad. Al parecer competían por quién tomaba más rápido.

Desagradable.

Sin embargo, en esa misma mesa, el chico de en medio llamaba su atención. Este curiosamente ya lo estaba viendo a él. Jake alzó una ceja y, sin pena, se acomodó en su silla viendo a el tipo pelinegro.

Era guapo, sin duda. Más aún si le miraba con sus afilados ojos y la expresión en su rostro era seria. En ningún momento sus miradas se desconectaron.

El timbre de llamada en su teléfono se hizo presente y vió el nombre de SungHoon. Por centésima vez rodó los ojos y supo que no lo dejaría en paz. Contestó y el coreano le dijo que ya se encontraba afuera del lugar.

Dedicó una última y fugaz mirada al pelinegro y salió de ahí.























































Dedicó una última y fugaz mirada al pelinegro y salió de ahí

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