—Ashton —María Emilia mira a su hermano, quien conduce con las manos temblorosas golpeando sus dedos contra el volante.
—¿S-Sí, Emi? —el joven desvía sus ojos del camino para ponerlos en la pequeña mujer a su lado, causando una reacción rápida como un volantazo por parte de ésta para que no los mate.
—Tienes tus lentes, ¿verdad? —dice ella. Ashton le mira confundido, pero asiente a la par que busca en la guantera del auto. Cuando está a punto de estirar la mano para entregárselos, Emilia se los quita con un movimientos brusco y se los calza en el rostro a Ashton, casi dejándolo ciego.
—¿Por qué hiciste eso? —exclama, sobándose la orbe derecha con dolor.
—¡Porque no sé si tu vista y tu mente están fallando, pero casi nos matas hace dos minutos! ¡Imbécil! —él se encoje en su asiento, dejando escapar un suspiro exasperado. No puede reclamarle nada, porque cuando una mujer está embarazada, está embarazada. Sin embargo, tampoco puede negar que su acotación no es cierta.
—Perdóname, enana —se disculpa, aparcando frente a la casa de Zahira Preston.
—¿Por qué tanto nerviosismo, Irwin? —Emilia esboza una sonrisa pícara, haciendo sonrojar al chico de cabello rizado—. Conozco a Zahira, cariño. Es un ángel de persona, créeme: no está enfadado contigo. Además, no es tu culpa y...
—¡No estoy nervioso! —gimotea como un niño pequeño, haciendo reír a su hermana menor. Por un momento, Ashton parece olvidar que Emilia sabe conoce todo de él; gestos, reacciones, todo.
—Ash —sentencia tranquilamente, sobreponiendo su corta y suave mano encima de la de él—, sólo es una hermosa mujer y el uniforme limpio de su hija. Ahora, bajemos —asiente, sacando de contacto al auto—. Por cierto, cielo —la mira, con una sonrisa cerrada en sus labios—. Tus lentes son horribles.
La puerta suena tres veces para Zahira. Con una ceja enarcada, deja las crayolas de su hija a un lado y corre en pantuflas hasta la entrada. De puntitas de pie, observa por la mirilla, encontrándose así con la mirada brillante de Ashton Irwin.
—¡Zahira! —la muchacha rubia junto al atractivo hombre parado en el umbral, sonríe abiertamente mientras se lanza a ella para darle un abrazo. Zahira la reconoce como María Emilia Irwin, la chica del pabellón B en el hospital maternal.
—¿Cómo estás, Emi? —la pelinegra ríe dulcemente, causando un golpeteo fuerte en el corazón de Ashton. Los ojos curiosos de Irwin recorren rápidamente y casi sin mirar, el interior de la casa. Una niña rubia asoma la cabeza desde la cocina, y le sonríe inocentemente.
—¡Excelente! Estás tan hermosa —hace girar a Zahira sobre su eje y sin notarlo, Ashton concuerda con esa acotación mentalmente. La joven se sonroja, invitándolos a pasar.
—Tú debes ser Ashton, ¿cierto? —pregunta, sacando al nombrado de su juego de miradas tontas con la pequeña risueña de la cocina. La joven sonríe al notar que ha dejado su lengua afuera y los mofletes inflados.
—A-Así es —le da la mano con la cual no está sosteniendo la bolsa rosada y totalmente femenina que su hermana le obligó a usar para colocar el uniforme de Zenda—. Mucho gusto, aunque ya nos hemos visto antes.
—Uh, sí —efectúa un movimiento oscilante con la cabeza, mientras se dirige hasta donde está su hija sentada, coloreando un dibujo de animales—. Ella es Zenda, mi hija.
—¿Zenda? Hermoso nombre —piensa Ashton, poniendo una sonrisa cariñosa en sus labios.
—Hola —saluda la mini rubia, agitando su mano—, mucho gusto.
—¡Eres tan tierna! —Emilia envuelve con sus brazos a la chiquilla, mientras ésta ríe.
—Oh, ¿qué tiene ahí dentro, señorita? —pregunta Zenda. Zahira abre los ojos exageradamente, poniéndose bordo de la vergüenza. No obstante, María Emilia ríe con ternura, proporcionándole un sonoro beso en la mejilla.
—Estoy embarazada, linda —explica Emi, sentándose a su lado—. Así como tu mamá lo estuvo de ti hace unos años, hasta que naciste.
Zahira se muerde una uña, rogando que su pequeña no le pregunte cómo se hacen los bebés. Pero para su suerte, eso no pasa. Zenda simplemente se encoje de hombros y sigue con su trabajo. Ashton sonríe para sí, aunque se siente un poco al margen de la situación. Su hermana le da un codazo suave.
—¡Ah! —dice el rizado, levantando exageradamente la bolsa en su mano derecha. Se ve realmente gay—, a-aquí está el uniforme de ella...
—Perdón por las molestias, Zahira —María Emilia se cruza de brazos—. Ya no sé qué hacer con Andy. Por suerte, Ashton fue ese día, sino juro que hubiese ahorcado al director con la bandera.
La chica suelta una risita, asintiendo —No te preocupes, preciosa. Disculpas a ti y a tu hermano, no lo trate muy bien ese día. Estaba de malas —sonrió en dirección a Ashton, quien tiñó sus mejillas de rojo.
—No es nada, Z-Zahira —comienza a caminar hasta la puerta, con su hermana y la bella Zahira hablando detrás de él. Alguien tira de sus jeans, asustándolo un poco.
—Hola, Ashton —Zenda ríe suavemente, dejando a Ashton temblando como un pollito mojado por la dulzura que irradia esa niña—. ¿Algún día repetiremos el juego de hace rato?
—Claro, cariño —esboza una sonrisa enorme, poniéndose a la altura de la rubia—. Cuando quieras, pero ahora debo irme —ella hace un diminuto puchero—. Nos veremos pronto.
—Eres lindo, Ashton —besa su mejilla, abrazándolo por el cuello con fuerza. Él se sorprende un poco, tensado—. Y parece que le caes bien a mamá —sus ojos azules apuntan en dirección a Zahira, riendo—, puedes venir cuando quieras.
—Hora de irnos —comenta Emilia, un tanto conmovida por la escena—. ¡Ay! Las emociones son tan fuertes en el embarazo, vamos antes de que me hagan llorar —ríen. Le da un último apretón contra su pequeño cuerpo a Zahira y es el turno de Ashton para despedirse.
—Hasta pronto, Ashton —su mano está en el hombro de él, porque sabe que teniendo una estatura demasiado baja a comparación de la suya, no llegará a su mejilla sin ayuda.
Sus labios cálidos y suaves, chocan contra la leve barba sin depilar de Ashton, quien se sonroja por eso —Hasta pronto, Zahira...
—¡Hey! ¡Ashton! —Zenda grita desde la cocina, moviendo su brazo en el aire—. ¡Tus anteojos son lindos!
Ashton suelta una de esas risas tontas típicas de él, para luego seguir a su hermana que le mira acusadoramente.
—Luego hablaremos —es lo único que dice, dedicándole una sonrisa cómplice en secreto.
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Mommy |Ashton Irwin|
أدب الهواة❝ Zahira es madre de una pequeña, con el corazón hecho añicos, pero una sonrisa de hierro ante su hija. Ashton le demostrará que él puede ser el padre ideal y ese caballero, algo torpe, que tanto ha estado esperando. ❞