Capítulo 12

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Camila's POV

 

Los fluorescentes que alumbraban el largo pasillo parpadeaban, dejándolo con un ambiente sombrío y algo lúgubre a decir verdad, junto al sonido que hacían al parpadear se unían los de los pasos a mi alrededor, algo sordos. Sonaba como tuviese la cabeza metida debajo del agua y todo ocurriese a mi alrededor, aunque no se alejaba mucho de la realidad.

Mi cabeza yacía entre mis manos, soltando lágrimas que caían al suelo directamente. Mis ojos ardían, tenía algo parecido a una pesada bola de metal en la garganta y se me hacía imposible hasta respirar. Mi cuerpo era una masa temblorosa que no se podía mantener en pie, buscando una esquina en la que llorar tranquila. Levanté el rostro y vi a Dinah y Normani estaban serias con los brazos cruzados. Detrás, una cristalera opaca y médicos de un lado para otro por los pasillos.

-¿Sabéis algo? —Preguntó Ally al llegar de la cafetería, sentándose a mi lado. Su rostro era el mismo que el de las chicas. Mirada al suelo, seriedad y como si no estuviesen allí.

-Sólo que le dieron una paliza.. —Dije con la voz rota, intentando no romper a llorar de nuevo.

-Ya, digo de su situación, cómo está. —Sacudí la cabeza porque había olvidado por completo que Ally lo sabía todo. Negué porque a esa pregunta no sabía cómo contestarle.

Me eché en su pecho y comencé a llorar de nuevo de una forma casi desesperada, abrazándome a ella. Normani y Dinah se acercaron para formar un abrazo conjunto del que no me separé. Le habían dado una paliza por mi culpa nada más. Por estar conmigo y defenderme. Casi la habían matado por mí, y yo lo último que había hecho fue echarla de mi casa. A mi propia novia. Era demasiado desgarrador saber que había una posibilidad de que Lauren no volviese, y que mis últimas palabras para ella hubiesen sido 'fuera'.

-¿Qué es esto? —Preguntó Dinah en voz baja, sujetando mi mano. Era un rosario de madera bastante ajado, antiguo que había perdido el brillo durante los años.

-Es.. Me lo dio mi abuela cuando nos fuimos de Cuba. —Mi voz sonaba entre hipidos del llanto, y apreté un poco más la cuerda de pequeñas bolas. No era religiosa, no creía en la iglesia, era más bien una búsqueda de fuerza en un clavo ardiendo, algo a lo que me aferraba en momentos desesperados. Más que a dios, pensaba en la fuerza que había tenido mi abuela, y yo esperaba encontrarla allí. Pasaba las bolas con el dedo, la cabeza apoyada en el pecho de Normani sin dejar de repetir una y otra vez las frases que desde pequeña mi abuela me enseñó. Una tras otra, en español y hablando lo más bajo que podía.

Hacía unas horas que Lauren había salido del quirófano, y su familia se había ido a casa, pero yo estaba allí. Una de las enfermeras miraba sus informes y desvió la mirada hacia mí. Estaba sola, porque todos se habían ido a sus casas pero yo simplemente no podía levantarme e irme así como así.

-¿A quién esperas? —Preguntó poniéndose de rodillas delante de mí, haciendo que levantase mi rostro. Tenía las ojeras que probablemente llegarían al suelo, llenas de lágrimas y los ojos absolutamente rotos. Me dolía la garganta de llorar, estaba cansada.

-A mi novia.. —Respondí jugando con el pañuelo desmenuzado entre mis manos, apretando los labios para no llorar de nuevo.

-¿Ha tenido que entrar al quirófano de urgencia? —Frunció el ceño al preguntar y negué, soltando un suspiro inestable. Aquella batalla emocional por controlarme era más fuerte de lo que creía.

-No.. —Respiré profundamente limpiándome las lágrimas con la mano.

-¿Y entonces qué haces aquí? —Preguntó sentándose a mi lado en la silla.

» they don't know about us || camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora