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Los primeros días de escuela siempre son difíciles, especialmente cuando eres el chico nuevo y la mayoría de jóvenes tienen amigos que conocen desde hace un año o más. Aunque en términos generales para Evan siempre es complicada la escuela, se le ha dificultado desde su niñez a consecuencia de los problemas familiares, del habla y para relacionarse.

Caminando por los pasillos de la institución un chico movió discretamente su pierna para provocar que Evan se tropezara y cayera al suelo, cuando esto sucedió ese sujeto y sus amigos se burlaron de la situación.

El rostro de Evan enrojeció al escuchar las carcajadas de los responsables de su caída y aunque se levantó muy molesto a encararlo, ninguna palabra salió de su boca.

—¿Qué pasa con esa mirada? —Inquiere aún burlándose uno de ellos, al cuál reconoció porque previamente ya había buscado problemas con él.

Nada.

No podía hablar, su boca parecía que estaba sellada.

—¿No tienes boca? -El chico trata de tomarlo por su camisa, pero Evan empuja su mano a un costado- ¡Vaya! No tienes boca, pero sí agallas —ésta vez en un movimiento más rápido lo agarra de su camisa levantándolo ligeramente, Evan por su parte comienza a forcejear tratando de liberarse.

—¿Estás molestando de nuevo? —Se escucha la voz de otro chico de cabello castaño.

—No te metas donde no te llamaron —le dice con molestia.

—Dave, nos conocemos bien, puedo asegurar que no estás tratando de ser su amigo. Déjalo en paz.

—Siempre tienes que meter tu nariz dónde no te llaman —refunfuña soltando a Evan.

—Creo que no tienes el derecho suficiente de decirme eso.

El susodicho le mira con recelo, y se aleja con su amigo.

—¿Estás bien? —Se acerca a Evan, él asintió en respuesta y se acomodó su camisa— Es un idiota, pero no te dejes intimidar.

Evan asiente de nuevo y siente un gran impulso por irse del sitio, pues aún continuaba el barullo de las personas alrededor.

—¿Seguro que estás bien?

—Sí, gracias —murmuró apenas de forma audible y se fue con pasos apresurados.

—De nada... —Responde justo cuando se va.

Evan regresó rápidamente a su aula y sin mirar a nadie se quedó sentado en su banca mientras garabateaba en su cuaderno.

—¡Parker! —Escucha el llamado de su compañera de clase, Angie, una chica de cabello largo y castaño claro, con las puntas rizadas— ¿Te encuentras bien? Saliste de la clase tan de repente.

—Estoy bien.

—Oh, bien... —Le mira por un momento— ¿Tienes un golpe en la nariz? Se ve roja.

—Ah... Me caí.

—¿Y estás bien? ¿No necesitas ir a la enfermería?

—Estoy bien.

—Bien... ¿Has hecho algún amigo? —Evan niega con su cabeza en respuesta— ¿Quieres ser mi amigo? Creo que podríamos llevarnos bien —sonríe.

—Seguro...

Aunque dijo eso, al momento de la hora del almuerzo, Evan salió sin decir nada del salón de clases y se sentó sobre el césped de la parte lateral del edificio, dónde no había más que otras dos personas aisladas igual que él.

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