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A la hora del almuerzo en la escuela, Evan y Mark estaban sentados en una mesa esperando a Marshall y Julian quiénes se habían quedado a comprar en la cafetería. Evan sacó su sándwich dispuesto a comer, aunque antes bebió un poco de su jugo de fresa.

—¿De qué es tu emparedado? —Pregunta Mark.

—Jamón y queso —responde como si fuese lo más obvio.

—Pero... —Duda en qué decir.

—¡Oh! —Reacciona— Es jamón y queso, pero ninguno está hecho de origen animal —explica.

—¿En serio? —Se muestra sorprendido.

—Sí, ¿quieres probar? —Le acerca el sándwich, esperando que tome un pedazo.

—Seguro —le da un mordisco, y justo en ese momento Marshall y Julian llegan a la mesa.

—¡Hey! ¿Por qué le das de comer en la boca a él y a mí no? —Reclama Marshall.

—¿Eh? Ah... ¿Q-quieres probar? —Le ofrece a él también.

—¿Qué tiene de especial?

—Bueno, eh...

—Sólo pruébalo —alienta Mark.

—Vale —le parte un pedazo y come.

—¿Quieres? —Mira a Julian, quién asiente y también come un poco.

—Te vamos a dejar sin desayuno —ríe él mismo.

—Hey, ¿qué es esto? ¿Pepperoni, o algo así? —Comenta Marshall.

—Sabe curioso, pero no sabe a jamón —dice Mark.

—¿Se supone que es jamón?

—¿Alternativa de jamón? ¿Eres vegano? —Inquiere Julian.

—Sí... —Asiente Evan.

—Pues sabe bien —dice Marshall—, así que vegano, ahora cuando tengamos una cita sabré a dónde llevarte —bromea y Evan suelta una risita.

—Vas incomodarlo con esas bromas —señala Julian.

—Oh vamos, ¿no estarás celoso? —Le mira— Sabes que tienes un lugar especial en mi corazón —dramatiza, tocando su pecho.

—Eres idiota —suspira y decide ignorarlo.

—Oh por cierto, después de que te fueras papá me regresó mi laptop, así que... —Comenta Evan.

—¡Ya podremos jugar! —Interrumpe Mark.

—Espera, ¿cómo que "después de que te fueras"? —Inquiere Marshall.

—Eres un chismoso —bufa Julian.

—Fui a comer a su casa —responde Mark.

—¿Lo invitaste sólo a él? —Vuelve a dramatizar.

—Bu-bueno, me dio un poco de vergüenza decirles a ustedes —aclara el peliazul.

—¿Te da vergüenza presentarme a tu familia? —Finge dolor en el pecho.

—No tienes por qué sentir vergüenza, somos tus amigos —comenta Julian.

—Lo sé, um... La próxima vez los invitaré.

—Está bien, no te presiones.

—¡Já! También me presentará ante su familia, no eres el único —señala Marshall, dirigiéndose a Mark.

—¿Qué con eso? No es competencia —resopla con una expresión indiferente.

Continuaron hablando durante el resto del receso, hasta que la campana los hizo culminar.

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