Jack

7 1 0
                                    

El ladrido de los perros había cesado. Eran los primeros en darse cuenta de que el mar ya se encontraba en calma. Habían pasado tres días de aquel suceso. El viento proveniente del sur se había estancado en aquel pueblo de pescadores y soplaba furioso con el pasar de las horas. Jack no lograba conciliar el sueño desde entonces. Le temía a la tormenta y al mar. Algo ilógico considerando el lugar en donde vivía. Todas las mañanas Jack ordenaba sus medicamentos. Formas. Colores. Tamaños. Encapsulado. No importaba cuanto tiempo le tomara. Todo iba en orden. Desconocía la mayoría de aquellos fármacos pero no se quejaba. Así era Jack. Silencio y ausente. No le gustaba incomodar porque sabía cómo se sentía ya que toda su vida lo habían incomodado. Lo incomodo su padre ausente. El abandono de su madre. La separación de sus abuelos. La muerte de su tío. La unión una vez más de sus abuelos. Aquel amor ficticio. El cáncer a temprana edad. No encajar. Lo incomodaba todo y todos. Por eso había decidido mudarse a aquel lugar que tanto detestaba. Porque en el fondo se enamoró de la incomodidad. Pero más que amor era tortura. Porque así era Jack. Silencioso y ausente pero le gustaba sufrir. Jack consideraba al dolor como un viejo amigo. Necesitaba del dolor para escribir. Jack había escrito mucho pero todo se había quedado con él. A veces quería terminar con su vida. Muchas otras veces no. Aquel suceso había marcado la vida de Jack y de todos los habitantes del pueblo. Suceso que no puedo contar por temas legales. Incluso siendo Jack mi abuelo y aquel pueblo de pescadores el lugar que me vio nacer.

Cuentos para alimentar monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora