Capítulo 7

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- ¿Nos vamos? – Jake se deja caer en medió de Kaulder y yo y cruza los brazos como lo haría un adulto.

- ¿A dónde quieres ir? – cuestiono acaricio su espalda.

- Quielo ir a casa donde no hay niños bobos, ¿Podemos ir?

- Creí que estabas emocionado por volver a ver a Drien y a Abi – mencionó el jefe acomodando a Abi en su regazo.

- Quiero ir a casa con ellos – nos aclaró como si fuera obvio y no lo hubiésemos captado – ¿Se puede?

- Por mí no hay problema, hijo – cuatro pares de ojos se centraron en mí.

- ¿La decisión está sobre mí? – los cuatro asienten, finjo pensarlo solo para darle suspenso – Huumm, yo digo que si – sonrío.

- ¡Si! – gritaron tres voces infantiles al unisón.

Nos levantamos dirigiéndonos hacia el auto del jefe, el cual era diferente al de la vez pasada, este es un Renault, a diferencia del auto anterior este si lo puedo identificar, Renault talismán carmín, la última vez que estuve al volante fue hace más de cuatro años y confieso que lo extraño, pero a duras puedo sobrevivir como para pensar en comprarme un auto y más uno tan bonito como el del jefe.

- Advino este no es de reuniones – hablo cuando me deslizo en el puesto de copiloto.

- Adivinó, este es mi auto menos favorito, debo admitir.

- Si no lo quiere, me lo puede regalar – me da una mirada ladina y pone el auto en marcha.

Claro que el jefe supremo de una de las multinacionales más importante no podía vivir en una casa común, no, debía vivir en una jodida mansión, claro que sí. A penas salimos del auto los niños salen corriendo, el jefe se apura al abrir la puerta para que los niños puedan entrar y una vez esta está abierta corren dentro liderados por Jake.

Me tomo un segundo para admirar mi alrededor, sin duda esta casa es una extravagancia para dos personas, pero me encanta, porque la realidad es que la decoración es muy sencilla, pero seguramente costosa.

- Bienvenida.

- Gracias.

- ¿Quiere algo de beber? – niego.

- Gracias.

- Pase – nos guía al sofá.

- Gracias.

- Ainara, deja de agradecer – me sonrojo.

- Los siento – nos sentamos, antes de que el ambiente se pueda poner incomodo hablo – Me estabas contando de cuando supiste que serias papá – aprieto las manos, ¿Lo acabo de tutear?

Ainara, ponle atención a tus palabras, me riño a mí misma.

- Ya me preguntaba cuando dejarías el formalismo – sonríe – Nos conocimos en la universidad, no éramos algo formal, pero si exclusivos, tonteábamos por ahí, siempre nos cuidamos, nunca tuvimos un desliz, pero bueno, ningún método es cien por ciento seguro, se enteró que estaba embaraza a las doce semanas, yo siempre quise ser padre y tener una familia – pausa, pero asiento demostrándole que tiene toda mi atención – Cuando me contó que estaba embaraza tuve muchos sentimientos extraños, por un lado todavía era muy joven, pero por el otro estaba emocionado.

» Ella fue clara al decir que no lo quería tener y yo fue claro al decir que yo si lo quería, pero que, a pesar de todo, al final de día era su cuerpo y su decisión, dos días después me dijo que lo tendría, pero que ella no sería parte de la vida del bebé y lo acepté, la ayudé en la universidad para que no se atrasara y cuando nació, yo... Me quedé sin palabras

Maldito jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora