Capítulo 19

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Ensayo el discurso que le daré a Kaulder, le debo una explicación y se la voy a dar.

- ¿Ainara? – Jane me detiene.

- ¿Si?

- El señor Bharmdaj está ocupado, lo siento – miro el café en mis manos.

- Oh, claro, vendré en la tarde entonces.

- No estará – proceso la información.

- Claro – embozo una sonrisa con los labios juntos.

Boto el café, me dirijo a mi piso de trabajo, mañana, mañana podré hablar con él, asiento y me pongo en mi labor, a la hora del almuerzo salgo por mis hijos, hoy no hay gritos al verme ni emoción en su rostro, tampoco me cuentan sobre su día, solo murmuran un pequeño bien y me esfuerzo por no llorar.

Y así pasaron los días, Kaulder siempre tenía algo que hacer por lo que no pude verlo, mis hijos solo me hablaban para preguntar por Kaulder o por Jake.

- Niños, hora del almuerzo – hace mucho que no pasábamos un domingo en nuestro departamento y al ver como se sientan con desgano en sus sillas sé qué no les gusta la idea – Hice lasaña.

- ¿Y Kaul y Jae? – aparto la mirada viendo mi plato.

- Ya hablamos de eso, coman, por favor.

- No quiero – frunzo el ceño ante el tono de Abi.

- Abi, come, por favor.

- ¡No quiero, quiero la comira de papi!

- No es papi, cielo, se llama Kaulder.

- ¡Es papi!

- ¡No lo es! – grito perdiendo los estribos, ella se levanta de la mesa y corre a su habitación.

Drien como solo un poco, pero no ha llegado ni a la mitad cuando se levanta y se va tras su hermana, bajo la vista empañada a mi plato de comida, la lasaña está un poco quemada y no sabe tan bien, todo lo contrario, a la que prepararon Kaulder y Jake que estaba perfecta.

Aduras penas logro terminar mi plato que dejo en el fregadero, guardo las porciones de Abi y de Drien en la nevera y les preparo algo menos elaborado, dejo la comida sobre la mesa y me acerco a su habitación para informarles, me ignoran como lo han hecho toda la semana y cuando se dan cuenta que no estoy en la sala salen y comen, como si no soportaran verme.

Y así pasamos otra semana, el viernes llega en un parpadeo, el agotamiento físico y mental me supera, mi cabeza duele todo el tiempo y a mitad de la noche me despierto con pequeños ataques de asma.

Necesito hablar con Kaulder, tal vez mañana los niños se puedan reunir para jugar y el asunto quede saldado.

Decidida subo hasta el último piso, Jane me informa que Kaulder está ocupado, pero la ignoro y golpeo la puerta.

- Necesito que te retires, no quisiera llamar a seguridad.

- De verdad necesito hablar con él – la puerta se abre de golpe haciéndonos callar.

- ¿Qué ocurre aquí afuera? – su ceño se frunce al percatarse de mi presencia.

- Lo lamento mucho, señor Bharmdaj, pero la señorita insistía en verlo.

- Solo tengo algunos minutos libres – se hace a un lado y me deja pasar.

Él se deja caer en el sofá de su oficina y yo me siento justo en frente de él, al venir tenía preparado lo que iba a decir, pero al tenerlo en frente de mí mi garganta se niega a funcionar, golpeo mi pie contra el suelo y aprieto los dedos de las manos en busca de control.

- ¿Vas a hablar? Porque tengo cosas que hacer, Ainara – su tono me golpea y las ganas de llorar vuelven a mí, pero no las dejo salir.

- Yo... – me aclaro la garganta – Que nos dejemos de ver no significa que los niños no puedan hacerlo – su rostro se endurece haciéndome callar.

- Esto es increíble ¿Si quiera entiendes la magnitud de tus acciones? – asiento – Pues no lo parece.

- Se mejor que nadie como lo arruiné ¿Sí? Mis hijos no me hablan hace dos semanas, por eso quiero que se vean con Jake – su mandíbula se aprieta.

- No te atrevas a nombrar a mi hijo, Ainara ¿Sabes lo que tuve que hacer? Hace dos años tuve que explicarle que él no tenía mamá como el resto de sus amigos porque ella no estaba lista y que no podías obligar a nadie a amar y hace dos semanas tuve que explicarle como su Ainara no iba a volver, como a quien el consideraba su madre – niego viendo mis manos – Si, él se refirió a ti ante mí como mamá, le rompiste el corazón, lo jodiste.

- Es lo mejor – murmuro.

- ¡¿Lo mejor para quién?! – el martilleo en mi cabeza aumenta.

- Para todos, así estamos mejor, no me quieres cerca de Jake y mis hijos...

- No uses a tus hijos como excusa, Ainara – se levanta acercándose a mí – Eres una cobarde – niego apretando más mis manos – Mírame cuando te hablo – elevo la mirada chocando con la suya – Tienes miedo de ser feliz, toda tu vida ha sido una mierda, con personas de mierda y tienes miedo de salir de eso y ser feliz y eso ser cobarde – su voz es fría – Tienes razón, no quiero a alguien como tu cerca de mi hijo – se aleja sentándose frente a su escritorio – Cierra la puerta cuando salgas.

Me levanto sintiendo como mis piernas tiemblan más de lo normal, salgo rápidamente cerrando la puerta como me ordenó, mi vista se torna borrosa por las lágrimas, si tomo el elevador todo el mundo podría verme, así que empujo la puerta de las escaleras de emergencia y comienzo a bajar a paso apresurado.

En un punto mis piernas fallan, me sostengo de la barra de manos para evitar caer y me deslizo hasta el suelo, mi cabeza duele a más no poder, mis ojos arden con fuerza haciendo que ver se me dificulte, comienzo a hiperventilar al sentir como las paredes comienzan a moverse cerrándose sobre mí, no otra vez no.

Intento hacer lo que Kaulder hizo conmigo en su casa, inhalo y exhalo, justo como Kaulder me ayudó.

Kaulder, Jake le rompiste el corazón.

Jake, trato de inhalar.

Jake.

Jake.

Toco mi garganta angustiada, voy a morir asfixiada, mis hijos quedarán solos, voy a morir, no puedo respirar, las paredes me van a aplastar, voy a morir.

Saco mi celular del bolsillo, pero no puedo ver bien, mis manos tiemblan y aduras penas puedo hacerlo, pero lo logro, marco al único contacto de emergencia que tengo.

- No puedes hacer llamadas en horario laboral – un fuerte sollozo sale de mi garganta.

- Ayuda – murmuro – Por favor – mi cabeza duele tanto que comienzo a ver pequeños puntos negros.

- ¿Dónde estás? – abro la boca, pero no soy capaz de hablar – ¿Dónde carajos estás, Ainara?

- Escaleras – alejo el celular de mi oreja para poder sostener mi cabeza.

Me voy a morir, no puedo respirar, me voy a morir.

Fuertes pisadas a mi alrededor llaman mi atención, pero no me puedo mover, ya no tengo fuerzas ni para abrir los ojos, mi cuerpo es removido del borde de la escalera y es aplastado contra una superficie fuerte, pero suave, el conocido olor llega a mí y mis músculos pierden un poco de tensión.

- Ainara necesito que me mires – abro los ojos, la imagen de él es borrosa, pero aun así la veo – Eso es, hermosa, ahora quiero que inhales conmigo – trato de hacerlo, pero no puedo – Tu puedes – me toma de las mejillas – Inhala conmigo ¿Sí? – trato de hacerlo y una pequeña ráfaga de oxigeno entra en mí – Lo estás haciendo muy bien, hermosa, otra vez – inhalo por la nariz y exhalo por la boca.

No sé cuánto tiempo me toma recobrar el control, pero lo logro, todo mi cuerpo duele y solo quiero dormir, siento que llevo meses sin hacerlo, estoy agotada.

- ¿Kaulder? – mis ojos chocan con los suyos.

- ¿Sí?

- Gracias por no dejarme morir – no se leer su rostro, pero algo cambia en él.

Maldito jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora