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Las campanas sonaban por todo el castillo, invitados de diferentes reinos asistían al baile antes de la coronación

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Las campanas sonaban por todo el castillo, invitados de diferentes reinos asistían al baile antes de la coronación. El pueblo se había adornado para la ocasión con la ayuda de los habitantes.

Los carruajes pasaban y de ellos bajaban los más importantes mandos en cada reino, junto a sus príncipes y princesas.

Axozer apenas estaba terminando de arreglarse con ayuda de 2 personas de la servidumbre.

—Listo, joven príncipe.

—Quedo espectacular —exclamó una de las sirvientas.

Axozer sintió un poco de pena pero agradeció los halagos.

Ambas chicas se retiraron de la habitación haciendo una pequeña reverencia. El bicolor se miro una vez más en el enorme espejo, acomodó un poco su cabello y salió de la habitación.

Portaba una camisa un poco holgada con el cuello de tortuga, a las orillas de la camisa en el cuello y mangas estaban bordadas unas pequeñas flores en blanco. Por encima traía un corset negro, con pequeñas piedritas blancas por las orillas. Un pantalón negro, completamente liso, un poco holgado pero viéndose ajustado de la parte de los muslos. Sobre la camisa, una capa negra con destellos blancos se balanceaba al compás de sus pasos.

Con cada paso que daba, la música se volvía más audible. Inevitablemente sus nervios se hicieron presente y la imagen de un chico con cabellos plateados y ojos heterocromaticos vino a su mente, no negaría que la idea de bailar con él latía fuertemente en su cabeza, pero no le quedaba de otra que tener que evitarlo por lo que restaba de la noche, evitar que descubran su enfermedad se había vuelto la misión de todos los días.

Antes de entrar, tomó aire y finalmente se adentró en el salón. Su nombre fue anunciado por todo el lugar, con un poco de pena, bajo las escaleras adornadas elegantemente para el baile.

A quien menos quería ver se estaba acercando en su dirección, no podía huir ni poner alguna excusa, simplemente le tocaría dialogar un poco con Karchez, ya después se iría y no volverían a hablar en toda la noche, o al menos ese era el plan.

—Tal parece que el cielo nocturno y la luna, decidieron hacer de hoy su presencia la mejor de la noche —halagó con un sonrisa ladina, inclinó 45° su cuerpo en una reverencia.

—Me halaga con tan espléndidas palabras —devolvio el saludo con una reverencia.

Ambos rieron, parecía que hace mucho no habían tenido tiempo para ellos dos, y no era mentira. Axozer pasaba la mayoría del tiempo preocupado en evitar que su enfermedad progresara más rápido de lo que debería y que no vieran ningun pétalo caer de su boca. Karchez, aunque su vida seguía igual de normal que antes, intentaba acercarse hacia Axozer nuevamente, así aprovecho esa oportunidad.

—¿Quieres bailar?

Axozer un poco sorprendido se lo pensó, probablemente no sería buena idea, pero no sonaba mal.

El testamento de Axozer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora