Capítulo 2

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Lo primero que hicimos según llegamos a la casa, fue tomarnos un chupito. Yo no solía beber. No porque odiase el alcohol ni nada de eso, si no porque me hacía efecto más rápido de lo normal y terminaba haciendo las mismas o peores locuras que Sumi. Después del chupito, nos servimos una copa y brindamos por la noche tan larga que nos esperaba. Salimos de la cocina y nos dirigimos al gran salón donde había muchísima gente. No exagero cuando digo que el espacio que había podría ser perfectamente como una cancha de vóley, y aún así había gente que también se encontraba en el patio trasero para que dentro pudiese entrar más gente.

- Yukine, están allí.-Sumi me cogió de la mano y me dirigió a un grupo ENORME de chicos ENORMES sentados en unos sofás, y que no se habían dado cuenta de nuestra presencia.

Cuando nos fuimos acercando más, pude ver que todos eran conocidos, por suerte para mi, no tendría que lidiar con presentaciones incómodas ni conocer gente nueva.

- Pero mira quién ha llegado. Kentaro-chan, Yukine-chan.-saludó Hinata Shoyo primero, con una gran sonrisa en su rostro.

Me acerqué a él y le di un abrazo y unas palmaditas en la espalda, a lo que rió y me devolvió el gesto. Hinata y yo nos conocimos en su primera Inter high. Estaba yendo al baño y de repente, en medio del pasillo, había un montón de jugadores de vóley que se interponían en mi camino. Cuando pedí paso, pude ver que esos enormes jugadores estaban rodeando a un pequeño peli naranja, que me miró asustado. Instintivamente, cogí al chico de la mano y les dije a los demás: sois unos acosadores.

Y así, con Hinata de la mano, nos alejamos del gran grupo de chicos de vóley y ya noté que respiraba tranquilo. Me dió las gracias con cara de alivio y desde entonces, mantuvimos el contacto, hasta el día de hoy. Se podría decir que somos como hermanos, muy diferentes y a la vez muy iguales. Cuando se fue a Brasil durante tanto tiempo, no pude evitar llorar en el aeropuerto y cuando me llamaba, porque de verdad que es la típica persona a la que le coges cariño y no quieres que se vaya de tu vida.

- Hola, mi pequeña sirvienta.-le dije yo, riendo.

- Oye, ya no es justo que me llames así, Yukine. Suficiente que aún tienes mis fotos.-comentó avergonzado.

Me reí un poco y recordé el día que perdió una apuesta en la que, si no ganaba él, tendría que vestirse de sirvienta maid para mi durante un día entero. Y así fue. Porque si, gente, apostar con Hinata es la cosa más divertida del mundo. Es muy inocente a veces.

En ese grupo de gente tan grande donde se encontraba el chico peli naranja, también tenía otros integrantes interesantes. Entre ellos, mi hermano, el cual me miraba de arriba a abajo analizando mi ropa. No era un hermano controlador y nunca me había dicho nada de qué hacer o qué ponerme. De hecho, él siempre me dijo que fuese libre de hacer con mi vida lo que quisiera. Pero le asustaba que su hermana mayor creciera. Pensaba que si crecía, pasaría como con nuestros padres. Tendría un trabajo que me impediría pasar tiempo con él y le dejaría solo. Pero eso no iba a ser así. Mi vida era mejor porque él estaba a mi lado y jamás le dejaría atrás.

- ¿Por qué me miras así? ¿No te gusta como voy vestida o qué?-le dije retándole con una sonrisa.

- Teniendo en cuenta que eres la fea de los hermanos, estás muy guapa hoy. No tanto como yo, pero estás muy guapa.-comentó él, con sarcasmo, a lo que decidí sacarle el dedo medio, haciendo que sonriera un poco. Mi hermano era un poco inexpresivo con la gente, pero conmigo era totalmente diferente y adoraba esa parte de él.

Al final, terminé de saludar a todos los chicos que allí se encontraban. Los Miya, por supuesto. Kuroo Tetsuro, Kenma Kozume, Kageyama Tobio, Tsukishima Kei, Akaashi Keiji y, mi favorito, Bokuto Kotarō.

Aquel 12 de abril || Bokuto KotarōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora