Me desperté casi para la hora de comer. A Sumi se le ocurrió la fantástica idea de ver nuestra película favorita la última, después de haber visto tres de miedo seguidas. Los chicos decidieron quedarse a verla, al parecer Barbie: La princesa y la costurera es un peliculón, según ellos. Cuando me levanté, estaba sola en casa. Había una nota en la encimera de la cocina. Era de Omi.
Hola cielo, soy Kiyoomi.
Hemos ido Atsu y yo a comer a su casa, pasaremos aquí el día y luego iremos a la fiesta. Sé que necesitas tu tiempo a solas y pensar en todo lo que viene ahora, por eso hemos decidido dejarte tu espacio. Eres la mejor hermana que podría haber tenido nunca y quiero verte feliz toda la vida. Siento si arruiné algo que te hacía feliz, pero estoy intentando arreglarlo hoy. Te quiero mucho, mi pequeña Yuki.Pd: tienes ramen en la nevera y unas gyozas de pollo (tus favoritas), sólo tienes que calentarlo todo. Besitos de Atsu y míos.
¿Mi hermano arruinó algo que me hacía feliz? Espero que no se haya tomado el último bote de helado de menta y chocolate, porque eso sí que me disgustaria mucho.
Fui al congelador y vi mi helado favorito ahí, esperando por mi. Puse cara de alivio y cerré el congelador. No entendía esa nota en absoluto. Nada tenía sentido.
Me calenté la comida y me senté en la mesa. Los nubarrones grises del cielo tapaban todo rayo de sol que quisiese hacerse paso entre ellos. Ese día iba a llover, mucho. Además, los truenos empezaban a resonar por el cielo, dejando ver la luz de los rayos a su paso. Comí tranquila mientras disfrutaba de la paz y tranquilidad de estar sola. Me encantaba estar sola, no oír a nadie y poder hacer lo que quisiera era uno de mis pasatiempos favoritos.
Recogí la cocina, me lavé los dientes y me metí a bañar. Puse una bomba de baño y me tiré una hora escuchando música mientras disfrutaba del calor del agua. Cuando se empezó a enfriar, salí del agua, me sequé y me puse un pijama calentito, ya que hacía un poco de fresco. Las tormentas en abril eran habituales, la temperatura bajaba lo suficiente como para tener frío si ibas en manga corta.
Recogí todo y fui al salón, donde me puse a ver anime. Con todo lo que había pasado meses atrás, apenas tenía tiempo para dedicarmelo a mí misma. Había sido un año bastante complicado, no sólo a nivel académico, si no también sentimental. Tendría que volver a hablar con el entrenador de mi hermano para volver a acceder a las prácticas, pero no sentía que mi cabeza estuviese preparada para lidiar con Bokuto. Joder, tampoco debería ser tan difícil. Ambos éramos adultos, había zanjado ese tema hacía un mes y medio, no podía dejar que se interpusiese en mi vida otra vez. No podía perder oportunidades por una "no relación" que solo me hizo daño.
Pero también me hizo muy feliz.
Sí, es verdad. También me hizo feliz saber que estaba con él. Cada día que pasábamos juntos, sentía que era el primero. Cada vez que teníamos sexo o que simplemente nos dábamos un beso, se me llenaba el pecho de amor. Realmente estar enamorado es jodido cuando no es correspondido. Aunque nunca llegué a confirmar que no era correspondido. Simplemente dije lo que sentía y lo acabé todo.
Es que me iba a llamar zorra.
Bufé en voz alta y maldije a mi cabeza por recordar aquello. ¿Zinvergüenza? ¿En serio? Hoy puedo reírme de aquello, porque algo de gracia tiene. Pero aquel día estaba realmente furiosa. Incluso le pegué. De hecho, creo recordar que lloré un poco más por el dolor que sentía en la mano. Bokuto, idiota. No te bastaba con tener todo el cuerpo musculoso, también debías tener la cara dura como una piedra.
Rodé los ojos y sonreí un poco, recordando todos los momentos con el chico que tanto quería. Joder. Era una imbécil. Ni si quiera le dejé pedirme perdón. Ni si quiera le di la oportunidad de explicarse, ¿por qué tuvo ese comportamiento? ¿estaba celoso? y, si lo estaba, ¿por qué?
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Aquel 12 de abril || Bokuto Kotarō
FanfictionSakusa Yukine nunca se imaginó la cantidad de experiencias que vendrían a su vida gracias a una fiesta, a la cual fue obligada a ir por su querida mejor amiga. Sin embargo, no podría estar más agradecida de ello, porque todo lo que ocurre, es por al...