VI

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—¡Aquí estoy! —gritó el reno, y el espadachín lo siguió.

El peliverde corrió, cargándola hasta la cocina y atravesando la puerta del consultorio, donde Chopper rápidamente se encerró con ella, y comenzó a practicarle primeros auxilios. Los demás se pusieron de pie inmediatamente al verlo entrar con ella en brazos, y él se pasó las manos por la cabeza, visiblemente preocupado.

—Zoro, tranquilízate —le tocó el hombro Nami—. Sé que estás angustiado, pero ella estará bien. Chopper logró reanimarla, aunque sigue inconsciente ahora tiene pulso. No es tu culpa.

El peliverde se quedó pensando en su discusión, pensando en que había notado que ella sostenía su pecho varias veces, y que parecía tener dificultad para respirar, pero en aquel momento él lo había relacionado con su enojo.

—Nami... Ella... Se sostuvo el pecho durante casi toda nuestra pelea. No sé cómo coño no me di cuenta antes, ella estaba sufriendo mientras me decía todas esas cosas. Maldición... Sabía que estaba mal, pero no pensé que tanto. Pude haber hecho algo y no lo hice.

—Sí, pero no es tu culpa —volvió a decirle ella, viendo el miedo en su rostro. Los demás también lo notaron, pero no dijeron nada. Chopper fue quien los interrumpió.

—Zoro, necesito hablar contigo.

—Claro, Chopper —habló, y lo siguió hasta el consultorio, donde la vio, con los ojos cerrados. Parecía dormir plácidamente, Chopper le había colocado un suero y había sacado algunos documentos.

—Escucha, estos son los resultados de las pruebas de esta mañana. La buena noticia es que Robin no está embarazada, porque si lo estuviera, con todo lo que ha estado sucediendo, sería un embarazo muy riesgoso. Sin embargo, ella está en una condición crítica. Esto, yo... No puedo explicarlo, jamás había visto algo así, pero... Es como si ella simplemente estuviera muriendo naturalmente, sin razón alguna. Su cuerpo parece estar haciendo un esfuerzo inmenso por mantenerla de pie, su estómago está irritado por las veces que ha vomitado, sus pulmones y riñones están fallando, aparte de su corazón, todo en cuestión de menos de un día. No es normal en lo absoluto, es humanamente imposible, esta mañana ella no estaba tan mal. Lo que estábamos hablando cuando estabas en el nido, ahora más que nunca creo que es cierto, hay alguien haciéndole daño a Robin, y por lo visto a ti también.

—Chopper... Dime que ella estará bien. Dime que despertará y lo logrará. Porque si no voy a salir a buscar a ese maldito bastardo y a picarlo en pedacitos, quien quiera que sea.

El renito notó que él la miraba, sintiéndose culpable, tomando su mano. Besó el dorso y aguantó las ganas de llorar.

—Zoro, si no damos con esta persona, a esta velocidad, podría morir en unos días. Estoy haciendo todo lo que puedo para mantenerla estable, pero la velocidad con la que avanza el desgaste es extrema.

—Mierda... Chopper, la vi sostenerse el pecho mientras discutíamos. Pensé que simplemente estaba enojada, pero le dolía, y no me di cuenta a tiempo.

— ¿Qué fue lo que pasó?

—Eso ya no importa. No me importa un comino si me abofeteó o si me dijo cosas hirientes, yo sólo quiero que esté bien. —El renito suspiró, al verlo tan desesperado. Aquello no era común en el peliverde. Unos segundos después, repartió un par de besos más e hizo otra pregunta. — ¿Qué hay con respecto a mi ojo? ¿Lograste ver si esa botella tenía algo extraño?

—Nada fuera de lo normal.

—Esto es una mierda... Voy a encontrar a ese maldito bastardo, y voy a matarlo. No sé qué coño quiere con nosotros, pero te juro que lo haré pagar —dijo, lleno de ira, pensando en quién podría ser—. Voy a buscarlo ahora mismo.

Oscuro y TormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora