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Aquella tarde, los dos vigilaron lo que hacían los demás. Escondido detrás de una pared, la anciana y el peliverde notaron a Sanji vigilar el área, y a Arata del otro lado, intentando entrar.

—Tendremos que crear una distracción. Algún modo de hacerlos alejarse —habló la anciana.

—Podemos hacer que el ero-cook vea a Arata. Así irá detrás de él y nos dejará el camino libre.

—Sí, es buena idea. ¿Pero cómo hacemos para que lo vea?

—No lo sé... Tal vez podríamos lanzar algo, pero debe ser tan rápido que no vean de donde salió.

— ¿Esta piedra está bien? —dijo, y él la tomó en sus manos.

—Sí, creo que funcionará... Veamos...

Alzó su mano, apuntando a un cristal cerca de Arata, pero entonces alguien detrás de él captó su atención.

—Zo-zo-zo- ¡Zor--!

— ¡Cállate, imbécil! —exclamó, en un susurro, mientras cubría la boca de Usopp, que lo veía con asombro. Al de la nariz larga se le salieron un par de lágrimas, y Nami comenzó a llorar a mares, lanzándose a sus brazos.

—Zoro... Yo sabía que no podías haber muerto... —Lloró, y le dio un abrazo, mientras la mayor seguía vigilando a Arata.

—Escuchen, chicos, Robin no puede saber que estoy vivo. Necesito que distraigan a ese maldito desgraciado mientras entro a la tienda.

— ¡No seas imbécil, ¿Cómo pretendes ocultárselo?!

— ¡Shh! —le hizo señas, molesto. —Créeme que no quiero que sufra, es lo que menos deseo. Pero si se da cuenta de que estoy vivo, el espíritu dentro de ella también lo hará, y se lo dirá a ese maldito. Ahora mismo tengo que entrar a su tienda y romper las muñecas de porcelana de ambas, las de ella e Isabela, y cortar la conexión de los muñecos vudú. Una vez que lo haga, podré vencer a ese maldito y volver con ustedes.

La navegante lo miró detenidamente, y entonces notó a la anciana junto a él.

—Usted —la miró, amenazante, y Zoro la tomó de brazo.

—No es mala —recibió su mirada, sorprendida—. Cuando ese hombre me venció, me tiró al agua, mi corazón se había detenido. Pero ella me rescató y cuidó de mí los últimos cuatro días.

— ¿Y por qué ahora nos ayuda de repente?

—Porque no recordaba nada.

— ¿Qué? No entiendo.

El espadachín y la mujer comenzaron a explicarle a Nami y Usopp lo que sucedía, con lujo de detalles, y ambos acordaron hablarlo con los demás miembros de la tripulación, todos excepto Robin. A ninguno le gustaba tener secretos, pero entendían que en esta ocasión era necesario para que el plan tuviera éxito, así que de igual manera acordaron no decirle nada a Luffy, ya que era terrible guardando secretos.

—Muy bien, entonces Usopp y yo nos encargaremos de ir por Arata, alertaremos a Sanji-kun y así también lo llevaremos con nosotros. Tú encárgate de romper todo, vamos a retenerlo allí, aunque lo más seguro es que Luffy ya lo haya vencido para cuando llegues.

—De acuerdo... Aunque la verdad esperaba matarlo con mis propias manos...


Ambos fueron por Sanji y le explicaron la situación, lo que hizo que el rubio se sintiera aliviado por saber que su nakama seguía con vida y que estaba bien, aunque no lo admitiera. Los tres llegaron hasta donde estaba Arata, quién se echó a correr inmediatamente los vio, hasta llegar a otra parte de la isla. Tuvo la ventaja de conocer el lugar de cabo a rabo, por lo que perdió a Sanji y a los demás con facilidad, a pesar de que se dividieron para encontrarlo. El hombre entró en una pequeña cabaña que tenía oculta en una zona boscosa, y se bebió algunos calmantes que tenía en su botiquín para mitigar el dolor de las heridas que tanto Luffy como el espadachín le habían provocado días antes.

Oscuro y TormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora