VIII

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Joder, ese idiota viene por mí... Bueno, es mejor así, si no está cerca de ella no puede restablecer el vínculo que me impide echar su alma. Ahora, tengo que terminar el conjuro antes de que llegue. Cuando lo haga, haré un muñeco de mí, y así Isabela podrá traerme a la vida de nuevo si él me mata.

Corrió al cuarto trasero, y continuó con el hechizo de transferencia.

— Tamenis tobida arata nefris parine cofulis... Tamenis tobida arata nefris parine cofulis... ¡Tamenis tobida arata nefris parine cofulis! ¡Tamenis tobida arata nefris parine cofulis!

En la cubierta de Sunny, Sanji pretendía llevarla a enfermería luego de haberle dado un batido energético, cuando, de repente, el cuerpo de Robin comenzó a levitar nuevamente, poniendo a todos en alerta.

— ¡Sanji-kun! —gritó Nami. — ¡Es justo como comenzó anoche! ¡Zoro no logró bajarla! ¡Hay que sostenerla para que no nos ataque!

— ¡Ahhhhh! ¡Se le metió el diablo otra vez! —gritó Usopp, que ahora llevaba un rosario y un collar con dientes de ajo, similar al de Thriller Bark, y Chopper lo siguió, ambos escondiéndose detrás del mástil.

— ¡Robin-chan! Joder, ¿en qué mierda nos metió el marimo?

Tamenis tobida arata nefris parine cofulis... Tamenis tobida arata nefris parine cofulis... Tamenis tobida arata nefris parine cofulis...

—Son esas palabras de nuevo... Anoche las dijo varias veces antes de caer a la cama otra vez. Y luego se puso de pie y el espíritu estaba dentro de ella.

—Entonces hay que evitar que las diga —respondió el rubio, y subió, con el Sky Walk, intentando cubrir la boca de Robin, pero el sonido aún salía—. ¡¿Qué mierda?!

Tamenis tobida arata nefris parine cofulis... ¡Tamenis tobida arata nefris parine cofulis!

Robin casi cae, pero él la atrapó en sus brazos.

— ¡Sostenla, Sanji! ¡No dejes que comience a atacar!

El cocinero lo intentó con todas sus fuerzas, pero no pudo hacer nada cuando la mujer acarició su mejilla, haciéndole creer que estaba bien, y prácticamente voló, dando una vuelta hacia atrás, y alejándose. Todos notaron que los ojos de la pelinegra ahora eran completamente negros, con cuatro puntos blancos, simulando botones.

— ¡Aléjense! ¡Aléjense o su querida Robin morirá ahora mismo! —advirtió, acercándose a la barandilla y amenazando con lanzarse.

—Aún si te lanzas podemos rescatarla —respondió Nami, fiera—. ¡Abandona el cuerpo de Robin ahora mismo! ¡Tú no perteneces aquí!

— ¡Yo pertenezco a mi amado Arata! Él ha estado trabajando arduamente para traerme de vuelta. Casi muero por culpa de unos malditos piratas, ¡no permitiré que otros piratas destruyan todo lo que ha logrado!

— ¡Ese no es nuestro problema, no permitiremos que te quedes con el cuerpo de Robin! —gritó esta vez Luffy, acercándose, e inflando sus puños—. ¡Gomu gomu no...!

— ¡Luffy, no lo hagas! —gritó Jinbe.

— ¡Detente ya mismo, idiota! ¡Vas a lastimar a Robin-chan!

El capitán se congeló en el acto, con un gruñido. Luego avanzó.

—Bien, si no puedo patearte el trasero, al menos evitaré que nos ataques —dijo, y comenzó a correr, para luego estirarse, lanzarse, y aterrizar junto a ella, que lo esquivó.

— ¡Robin! ¡Sé que puedes escucharnos! ¡Recuerda lo que Zoro te dijo anoche! ¡No sólo él te ama, todos nosotros te amamos! ¡Sé que puedes regresar!

Oscuro y TormentosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora