Lo primero que la familia Dankworth hizo fue comprar una vaca, para poder ordeñarla cada día, y poder hacer mantequilla y queso.
Lady Rose, un poco desanimada por todo lo que había pasado en estos meses, se pasaba los días en el gran estanque, mirando los cisnes que nadaban.
Aunque de un momento a otro, entendió que esta familia no podía caer en el agujero negro. Rápidamente consiguió semillas para plantar lechugas y sandías.
El comienzo sería complicado, pero todos los comienzos son duros, ¿no?
Edgar se encargaba cada mañana de ordeñar a la gran vaca marrón y blanca, que era tan cariñosa como arisca.
Eloise últimamente se pasaba los días durmiendo en la cama que compartía con Christofer.
Ya le quedaba poco para terminar su etapa de embarazo.
Y por último, Christofer, al tener a su prometida tan ausente estos últimos meses, pasó su tiempo libre escribiendo en la máquina de escribir.
Los vecinos, cada vez más curiosos, se juntaron una tarde para hacerles una visita a la familia y presentarse, junto a un pastel de frutas frescas.
A lo que Lady Rose estaba encantada, no conocía a nadie y sería una buena oportunidad para integrarse más en el pueblo.
Mientras prepara un poco de té verde, y corta en porciones la tarta, que tiene una pinta exquisita, no puede evitar sonreír por la esperanza.
- ¿Y vosotros de dónde sois? - pregunta la chica, mientras prueba un trozo de su pastel. - Perdone por la pregunta, pero no he podido pasar por alto vuestras ropas, son tan elegantes... -
A Lady Rose le incomoda hablar sobre ese tema, intenta inventarse una excusa para no tener que dar tantas explicaciones a los vecinos curiosos, aunque pasó una tarde muy animada y agradable.
Por las noches se pasaba regando y manteniendo las plantas del huerto. Era un nuevo divertimiento que hacía que su mente se quedara en blanco, por al menos unos minutos.
Los días pasaros, y esos fueron sus grandes hobbies en su nuevo estilo de vida.
Al día siguiente sería la boda entre Eloise y Christofer, ya estaba todo preparado. Una boda íntima con los pocos familiares que fueron invitados. Nadie se podía dar cuenta de que Eloise esperaba un pequeño.
Tener un hijo antes del matrimonio era de las peores cosas que podían pasar, haciendo que la familia perdiera categoría, y la chica se quedara sola, ya que nadie quería una esposa con un hijo de otro hombre.
Eso fue afectando a Eloise día a día.
Ella se sentía desgraciada por todo lo que estaba pasando, sentía que por su culpa lo habían perdido todo.
Pensaba en qué habría pasado si se hubiera casado con Benjamín. Aunque esa no es una opción válida, ya que ella jamás podría haberlo amado.
Pero piensa en cómo habría sido su familia al recuperar todo lo que ahora han perdido.
En estos últimos meses, no había podido parar de llorar. Sentía que sus padres jamás la volverían a mirar de la misma manera, y que sería rechazada.
Y aunque amara con locura a Christofer, no estaba segura de si él la amaría con la misma intensidad cuando nazca el bebé.
Por culpa de todos estos pensamientos, se encuentra en la cama, con las sábanas tapándole el rostro, llorando en silencio.
Ya que en unas horas su vida cambiaría para siempre, y sin retorno.
Ya eran las siete de la mañana, y todos empezaban a levantarse con los primeros rayos de sol.
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140 páginas por escribir.
Novela JuvenilUna familia empieza su gran árbol geanólogico en 1880. Contarán todas sus vivencias año tras año, cada orgullo, cada lágrima, y cada desgracia. Pasarán los años, década tras década, hasta terminar en el 2020. Algunos llegarán a tocar la fama, pe...