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La rubia empujó con suavidad la puerta metálica luego de haber ingresado la llave, la primer imagen que con la que se encontró al pasar por la sala no le sorprendió en lo absoluto, al igual que los días anteriores ahí estaba su Unnie; con el cabello desordenado y usando ropas que le quedaban el doble de grande, jugando a algún juego en línea con sus enormes audífonos.
Lisa no le prestó mucha atención y siguió de largo hacia la cocina, en la que dejó las bolsas del supermercado y empezó a acomodar un poco el contenido; se preguntó si Roseanne estaría en casa, pero tampoco intentó buscarla. Aún seguía pensando en la conversación que tuvo con Minnie, estaba claro que debía sí o sí de hablar con la mayor, sin embargo todo seguía siendo difícil. La tailandesa se pasó los minutos tan metida en ello que quedó confusa cuando metió su mano en una de las bolsas y no sintió nada; Lisa suspiró y caminó hacia la sala, en donde Jisoo siquiera se había tomado la molestia de echarle un vistazo.
—Hey. — Llamó la rubia sin respuesta alguna, llevó su mirada hacia la pantalla; al parecer el juego de hoy era Minecraft, con razón no la estaba escuchando insultar y gritar cada cinco minutos como cuando jugaba lol o valorant. Lisa retiró los audífonos con cuidado y los dejó caer hacia atrás. —¿Hola?
La pelinegra frunció el ceño (hacia eso siempre, realmente odiaba que la interrumpieran mientras jugaba) —Si hubieras hecho esto mientras estaba en league of legends, te juro que te quedarías sin manos.
La más alta giró los ojos. —Vamos, te dejo vivir aquí sin pagar renta pero siquiera y puedes ayudarme a acomodar las compras por estar jugando tus jueguitos.
La coreana ciertamente parecía ofendida. —¡Mínimo te doy para la despensa! ¡Eso que trajiste lo compré yo, al igual que lo de ayer!— Se intentó defender, pausando velozmente su juego. —Y además, Rosé se come toda la comida de la semana en un día y no te veo diciéndole nada.
Lisa se estremeció ante la mención de la rubia mayor. —U-uh... ¿Está ella en casa?— Preguntó, su voz saliendo en un susurro.
—Creo que sí, en su habitación. — Respondió la pelinegra alzándose de hombros.
La tailandesa asintió, quizá eso era una señal de que debía hablar con ella ese mismo día. —¿Has sabido algo de Jennie?
Lalisa no se dio cuenta de cómo las manos de Jisoo apretaron el mando de la consola. —No... Nada. Lo último que supe fue lo de su cabello.
Lisa volvió a asentir ante eso. —Decidí que arreglaré las cosas con Rosé. — La mayor pareció sorprendida de escuchar aquello. —Todo siempre ha sido tan raro y tenso mayormente debido a mí, y con todo lo que pasó últimamente, supongo que es lo único que puedo hacer; hablar con la verdad y tratar de arreglar la relación-no-relación que mantenemos desde hace años.
—¿Debería dejarlas a solas?— La menor le agradeció por ello, dándole una sonrisa. —Lisa.
