Capítulo: VII

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Una respuesta que dejó perplejo a más de uno, gran confusión en el rostro de cierto joven y una mirada con determinación, todo en un solo instante volviendo la situación más tensa de lo esperado.

- Espera, espera... - Aún no terminaba de procesar lo escuchado. - ¿Qué dijiste? - Acercó su cuerpo hacia el escritorio.

- Lo que oíste... - Hizo una leve pausa. - Quiero que cuides de Demian. - Repitió apoyando sus manos sobre el pupitre, viendo con claridad cada expresión del pelirosa.

- ¿Así? - Cuestionó disgustado. - ¿Por qué debería de hacer eso? - Regresó a su postura inicial.

- Porque quiero... - Sonrió levemente mientras reposaba sobre su silla.

- ¡Ja! - Exclamó para luego ponerse de pie. - ¿Realmente crees que me convertiré en el niñero de tu hijo? - Presionó con firmeza el respaldo de la silla. - Pfff... Estás muy equivocado si piensas que lo haré.

- No tienes opción.

- Por supuesto que la tengo. - Cruzaron miradas. - Yo vine aquí para asegurarme de que Demian llegara bien a casa y definitivamente lo está, así que llegó el momento de que me vaya. - Finalizando decidió caminar hacia la puerta, en el cual le fue impedido el paso.

- ¿Creías que podrías venir aquí e irte así como si nada? - La sonrisa en sus labios se amplió sutil tras ver el rostro del joven con cierta preocupación.

Acorralar a su presa era uno de sus juegos preferidos, disfrutaba de la desesperación y las súplicas que estos daban cuando se sentían sin salida. Es una lastima ya que, con este nuevo objetivo, no tendría esa clase de diversión.

- Vaya... Parece que no me equivoqué al pensar que eras un completo idiota. - Nuevamente volteó a verlo.

La sonrisa de Ryomen desapareció tras escucharlo, normalmente a estás alturas una persona "común y corriente" estaría asustado y suplicando que no le hicieran daño, sin embargo, a este joven le importaba poco en la situación que se veía involucrado, es más, parecía estar plenamente confiado en que saldría bien librado.

- Revisenlo. - Ordenó y al instante los caballeros le quitaron la mochila.

Lo tomaron de ambos brazos y le rebuscaron los bolsillos, no encontraron nada, vieron el reloj que tenía en la muñeca izquierda así que se lo quitaron, luego volvieron a sentarlo en aquella silla frente al escritorio. Con grandes fuerzas sobrehumanas, Yuu trataba de controlarse, en lugar de quejarse por aquel abuso, les reclamaba el hecho de que fueran más delicados, su cuerpo y rostro eran demasiado preciadas para él y la industria musical, aunque claro, eso Ryomen no debía saberlo.

- ¡Bastardos! ¡No sean tan agresivos! ¿¡Acaso no ven la diferencia de tamaños o contextura!? - Reclamó una vez sentados mientras se frotaba los brazos, especialmente en aquellas zonas donde sintió mayor presión.

En realidad no le había dolido y mucho menos aquello le dejaría huella sobre su piel, pero por su mente pasaban muchas cosas y una de ellas era dejar que todos los presentes creyeran que él era un chico débil, le dió gusto ver las sutiles expresiones del bastardo mayor, Sukuna, y por ello seguiría con esta pequeña "farsa" sobre su rendimiento físico.

Kamo pasó al frente, era quien tenía la mochila en mano, Okkotsu se acercó y entre ambos comenzaron a sacar las cosas que había adentro.

- ¿Esto... Es...? - Cuestionó Yuta sacando una especie de gorra sin visera negra.

- Es una boina francesa. - Respondió Yuu cursado de brazos y piernas.

Dejando la prenda sobre el escritorio, Kamo procedió a sacar las pulseras, algunas tejidas a mano, sencillas y otras con cadenas. Miraban al joven con cierto desconcierto y curiosidad, según ellos, un hombre no debía cargar con eso en su mochila.

CrAzY YaKuZa In LoVeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora