Capítulo: IX

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El camino hacia el comedor fue en absoluto silencio, bueno, eso se pretendía pero los sutiles murmullos y tarareos de cierto joven le daban vida a los pasillos, había anochecido y se acercaba la hora de cenar, Ryomen era muy estricto con los horarios de las comidas de su hijo, claro, cuando no se le olvida que es un niño y debe comer cada cierto tiempo.

Hablando de este último, el menor se encontraba en su habitación acompañado de Megumi, quien trataba de mantener la compostura ante las peticiones del infante de jugar con él, más su seriedad no duró mucho porque de todas formas fue parte de la hora de juego.

Algunos de los caballeros que custodiaban a Itadori procedieron a realizar sus actividades rutinarias, en este caso, la cena. Al ingresar a la sala de estar, lugar por el cual deben pasar para llegar al comedor, el joven buscó con la mirada a cierta criatura responsable de toda la situación vivida.

- Uhmm… ¿Demian? ¿Dónde estás? - Buscó por detrás de los sillones. - Pequeño ratoncito sal de donde sea que estés… - Su voz era dulce y su sonrisa le daba el toque de calidez necesario. - Ratonc… ¡Auch!

- ¿Qué crees que haces? - El mayor lo detuvo del brazo, sosteniéndolo con gran fuerza. - Nada de estúpidos apodos. - Ordenó con firmeza y disgusto.

Tomándolo de sorpresa, el menor no dudó en soltarse del agarre con rapidez.

- YO lo cuido, YO lo llamó como me dé la gana. - Cruzaron miradas, ambos decididos a no perder ante su contrario.

- Eso va en contra de las reglas.

- ¿Reglas? Se te olvida que no hay ningún contrato de por medio, todo esto es un acuerdo de palabras, así que… Si tú NO cumples con tu parte del trato yo tampoco. ¿Quedó claro? - Se cruzó de brazos mostrando la seriedad con la que hablaba.

La necedad del joven le colmaba la paciencia, si hasta el momento estaba permitiendo que le falte el respeto era porque se encontraba interesado en el individuo, más no iba a permitir que esto se salga de sus manos, debía tomar el control de la situación antes de que la presa se tome mayores atrevimientos.

- ¡Escuch…!

- ¡Mamá! - Fue interrumpido por la repentina llegada de su hijo.

- ¡Aquí estás! - Yuu giró su cuerpo para posteriormente cargar al menor. - ¡Mi niño bello! ¡Hermoso! ¡Cosita preciosa! ¡Ratoncito! ¡Mi lindo osito! ¡Bebé! ¡Ojitos de uva! ¡Ternurita! - Comenzó a llenarlo de besos por todo el rostro mientras mencionaba todo tipo de apodos cariñosos.

La contagiosa risa del infante invadía todo el lugar, tanto que hasta algunos guardias estaban conmovidos por la tierna escena. 

Giró nuevamente su cuerpo esta vez para mirar al progenitor de la criatura entre sus brazos, mostrando su lengua con una pícara sonrisa se jactaba de ganador. Sí, era la forma más infantil de mostrar su victoria. 

Estaba más que seguro que el mayor no se atrevería a decirle algo con el menor presente por lo que aprovechó en desafiar su mandato, demostrándole todo el cariño posible a Demian.

- Vamos a cenar. - Finalizó la racha de besos con uno en la frente, recibiendo una respuesta positiva y unas manitos aferrándose a su pecho.

Camino sin previo aviso ignorando por completo a los presentes y dejando con la palabra en la boca al patrón de la mansión. Este, a su vez, se cuestionaba si había tomado la mejor decisión al dejar que esté chico sea el cuidador de su hijo. Y peor aún, tras tomar conciencia del trato que habían pactado.

El joven solo había mencionado una palabra: "Libertad", el cual luego completó con otra cosa para disfrazar su petición, tras meditar seriamente la plática que tuvieron momentos atrás cayó en cuenta del grave error que había cometido.

CrAzY YaKuZa In LoVeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora