Capítulo: VIII

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El resonar de aquel vibrar era tedioso, no se escuchaba ningún tono musical solo las palabras de la asistente quien insistentemente pronunciaba un solo diálogo.

- Que molesto… — Pronunció el mayor recobrando la postura tras ver hacia el escritorio. — Apágalo. — Nuevamente dirigió su mirada al joven quedando sorprendido por la expresión en su rostro.

No decía ninguna palabra sus orbes mostraban cierto temor, tenía labios entreabiertos y sus manos comenzaron a sudar. Tras unos segundos de silencio hizo un gesto repentino.

- N-No… No puedo hacerlo… — Negó rápidamente.

- ¿Por qué?

- Porque no… — Volvió a sacudir la cabeza.

Tras un par de alertas más el sonido se detuvo.

- "Llamada perdida de: Padre…" 

El gran suspiro que soltó el menor resultaba ser aún más intrigante, sin embargo, sabía que no era el momento para sentirse tranquilo.

Aquel pequeño lapsus de total silencio volvió a ser interrumpido por el teléfono móvil, cuyo sonido acaparaba toda la habitación.

- Apágalo. — Repitió con firmeza.

- No puedo. — Nego.

- ¡Que lo detengas de una maldita vez! — Golpeó el respaldo de la silla.

- ¡Por un demonio…! ¡No puedo hacerlo! ¡Tú estúpida vida depende de sí contesto esa llamada o no! — Respondió poniéndose de pie abruptamente mirando fijamente a su contrario.

Esto tomó por sorpresa al mayor quien retrocedió un paso cuando este se levantó, los hombres alrededor, instintivamente sacaron nuevamente sus armas apuntando hacia el joven de cabellos rosados cosa que colmó su paciencia.

- ¡Argh! — Gritó ofuscado presionando sus sedosos cabellos. — Escucha muy bien… En esta vida solo hay dos personas a quienes les guardo un gran respeto… Y una de ellas está llamando en este momento. — Señaló el móvil. — No tienes ni la mínima idea de lo que esa persona, MI PADRE, es capaz de hacer si descubre lo que está sucediendo aquí, así que por TÚ bien será mejor que me dejes tener el control en esta situación. — Finalizó sin apartar la mirada.

Pese a la advertencia, Ryomen no se iba a dejar intimidar, menos por un niño arrogante.

- Entonces… ¿Qué podría hacer tu querido papito si se entera de que eres mi "invitado"? — Apoyado en el escritorio mostraba una burlona sonrisa mientras se cruzaba de brazos.

Las risas no se hicieron esperar, los caballeros de traje bajaron y guardaron sus armas al mismo tiempo que eran cómplices de las burlas de su jefe.

Contrario a lo que imaginaba, Yuuji mostró un retante sonrisa mientras recuperaba la compostura, ni un solo rastro de inseguridad había en su mirada, estaba más que determinado a demostrar que con él no podrían jugar.

El celular dejó de sonar una vez más, por lo que Itadori aprovechó para hacerse escuchar.

- A ver, Idiota… ¿Realmente crees que todo puede salir a tu favor? Pfff… No eres más que una rata refugiándose en su madriguera porque no puede hacer más por su vida. — Dió un paso al frente. — ¿Crees que tus amenazas, tus burlas o tu soberbia harán que yo me incline hacia ti? ¡JA! — Se alejó nuevamente. — Tan ridículo. — Lo observó de pies a cabeza con rechazo.

El mayor, quien se encontraba expectante, quiso objetar los calificativos que este joven le propinaba, sin embargo, no lo dejó pronunciar palabra alguna.

CrAzY YaKuZa In LoVeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora