CATORCE

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Todo iba con normalidad durante los siguientes días hasta que me topo con Conrad en el pasillo durante horario de clases.

-Oye, pásame la tarea de español -me dice cuando paso cerca de él.

Ignoro el hecho que ni siquiera trató de tener modales y saludarme antes de pedirme copia. -Bien, pero ¿Cuál? No llevamos juntos español.

Se encoge de hombros. -Supongo que es la misma. ¿El resumen de la película colombiana?

Es lo mismo. -Bien, te lo daré después.

Conrad asiente pero no se va, se queda parado viéndome.

- ¿Qué? -Pregunto luego que pasaran varios segundos.

Se encoge de hombros y hace una mueca. -Nada, solo recordé como humillaste a Steven. Tienes tus secretos, ¿No?

-Ah... tampoco es tan difícil.

Sonríe de lado. -Te has vuelto popular, Gray. Todos mis amigos hablan de ti, les gustas y pones celosas a las chicas.

Si claro. -Bueno... no me gustan tus amigos así que puedes decirles eso.

Conrad señala mi pie. -Si tan solo supieran que no me soltabas hace unos días, incluso fingiste lastimarte para que estuviera a tu lado.

Mi boca se abre. - ¿Qué? Oye, tú eras el que se negaba a irse.

Sonríe. -Porque soy una buena persona.

Niego. -Aun creo que tenías un motivo oculto, seguro después me pedirás un favor o algo -lo señalo-, te lo adelanto de una vez, no saldré con tus amigos.

Bufa. -Eres de hielo.

Ruedo los ojos. -No es como si ellos fueran las mejores opciones, ¿solo por ser guapos? Que aburrido.

Él rueda los ojos. -Sí, sí, "no eres como las otras chica"

-No es eso. -me defiendo-. Es, ¿tienes novia?

Sonríe a medias pero frunce el ceño, confundido por mi repentina pregunta. -Tengo chicas.

-Bueno, pues seguramente no querrás desperdiciar tiempo con alguien solo por su físico. ¿O sí?

Levanta una ceja mientras ve el suelo. -Creo que entiendo tu punto pero, eres un poco prejuiciosa. No solo porque alguien no es feo tiene que ser vacío del cerebro.

Me encojo de hombros. -Da igual, no es como si no fuera el patrón con todos ustedes.

-Vaya, de nuevo ofendiéndome por tus prejuiciosos.

Aprieto los labios y luego le digo: -Tú no eres un santo, te burlas de todos los que no encajan en tu perfecto molde de popularidad.

Él está a punto de decirme algo cuando escuchamos un ruido fuerte, como si muchos vasos de cristal se hubieran caído al piso al mismo tiempo. Cruzamos la esquina persiguiendo el sonido y ahí encontramos una de las vitrinas donde colocan los premios que han ganado alumnos durante los años, tirada en el suelo.

Los cristales están por todo el lugar y los premios están en el suelo, algunos se han roto.

De manera instintiva, muchos salen de sus salones incluyendo a un par de profesores. Todos se agrupan rápidamente testificando la escena. Es en ese momento cuando me doy cuenta de la situación en la que Conrad y yo nos encontramos.

Las personas nos ven como si acabaran de encontrar a dos criminales con las manos en la masa. Nos volteamos a ver y la profesora de segundo nos grita, con el rostro enrojecido: -Síganme ustedes dos.

UN CASO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora