TREINTA Y CINCO

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MATTHEW

Por unos días no asistí a la escuela.

Parte del motivo fue que Amalia me golpeó tan fuerte que me sacó sangre de la nariz y tuve que hacerme una radiografía para verificar que todo estaba en su lugar. No tenía idea que pudiera golpear con tanta fuerza.

Cuando éramos niños jugábamos un poco brusco pero nunca me golpeó, lo más que sucedió fue que sin querer, me tiró de una patada un balón de plástico en el rostro. No fue nada comparado con ese puñetazo que me metió en mi nariz.

Años de furia acumulada seguramente.

El otro motivo involucra a la mamá de ella, esa mujer que me provoca tanta furia como la que Amalia siente por mí.

El día siguiente del golpe, no fui a la escuela. El doctor dijo que no era nada grave pero que sería bueno descansar especialmente porque soy jugador de soccer y un golpe más podía lastimarme muy feo.

— ¿Con quién te peleaste? —Papá preguntó aflojando su corbata.

Suelto una risa. —No lo creerías.

Él entorna los ojos. — ¿Alguno del equipo? ¿El entrenador?

Casi puedo sentir como está listo para presentar una demanda contra la escuela si se entera que el entrenador me golpeó, papá la ganaría sin ningún problema.

Niego con una sonrisa. —No, nadie de ellos y no fue una pelea, solo fue un golpe sin que yo pudiera hacer nada.

Papá levanta las cejas y sigue esperando que le cuente, esa respuesta no es de su agrado, él siempre me ha dicho que no comience las peleas pero si ya comenzó, será mejor que yo la acabe y la gane.

Levanto un hombro. —Amalia  —afirmo.

Mi papá hace un gesto confundido, desconcertado de mis palabras. Seguramente no puede creer que la misma niña que lloraba cuando una mariposa volaba cerca de ella tuviera el coraje, la fuerza y la determinación para golpear al capitán del equipo de soccer.

— ¿Amalia Gray? —como si hubieran otras Amalias en nuestras vidas—, ¿La hija de los Gray? ¿Tu amiguita de la infancia?

Amiguita. —Sí, esa misma.

Papá abre la boca sin saber que palabras escoger, finalmente conecta sus ideas y responde: — ¿Qué le hiciste Matt?

Niego. —Un malentendido, nada grave… tengo que hablar con ella.

Papá niega y cierra los ojos por un segundo. —No hablo de ahora, hablo de antes —eso me toma por sorpresa—, ustedes eran como uña y carne, nunca se separaban incluso… pensé que después de la muerte de Melly, se unirían más.

—Nada papá… —digo sin ser demasiado convincente.

Él suspira. —Matt… Amalia era una buena chica, estoy seguro que aún lo es, lejos de todo lo que pasó con su familia y… Melly la adoraba, pensó que ustedes siempre estarían juntos.

Melly es el apodo que papá tiene para referirse a mi mamá. Aun lo usa a pesar que está muerta. Cada vez que lo escucho siento una punzada en el corazón.

—Ustedes pelearon, ¿No es así? —pregunta.

Me muevo incomodo sobre el sofá. — ¿Qué?

¿Cómo es que papá si quiera ha puesto atención a mi vida? Digo, está bastante interesado en mis calificaciones y en mis actividades extracurriculares pero no en mis amistades.

Sé que los últimos días que mamá estaba viva, ella sí lo había notado. Para ese entonces nosotros ya no nos hablábamos y mamá me preguntaba constantemente si quería invitar a Amalia pero siempre le decía que no.

UN CASO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora