Me desperté temprano y mientras que Conrad seguía dormido en la habitación de mi hermano, yo me decidí en cocinar algo para el desayuno.
Tomo cuatro huevos y los parto para verterlos sobre un sartén que ya está caliente, frío unas salchichas y pongo dos rodajas de pan en el tostador. Pongo varias fresas dentro de la licuadora, agrego un poco de leche y dejo que se licúe todo junto. Me aseguro que el resto de mi comida no se queme mientras corto unos trozos de sandía que quedaba por la mitad en la nevera.
Poco después, todo está listo. Tomo los platos favoritos de mi mamá, unos de cristal transparente que compró hace años pero que casi nunca usó. Coloco la comida de la mejor manera, buscando imitar a los chefs que a veces veo en la televisión. Vierto el licuado de fresa en unos vasos de vidrio y los llevo a la mesa. No sé a qué hora despertará Conrad pero seguro tendrá hambre.
Termino de colocar todo lo necesario en la mesa y antes de regresar por los cubiertos, me detengo.
"Mírate, Amalia" pienso.
Aquí estoy, preparándole el desayuno al popular deportista de la escuela. Suelto una risa debido a ese pensamiento. Pues, ¿Qué puedo hacer? No lo voy a dejar con hambre, es básicamente un invitado. Además, yo también quiero comer todo lo que preparé y puedo pedirle que me ayude a lavar los platos después.
Quizás solo estoy buscando ocupar mi mente y evitar pensar en lo que pasó ayer. Lo que él dijo de mí, sus sentimientos hacia mí. La forma en que lo abracé. Todo. Fue mágico pero impredecible. ¿Sería una situación generada por la tensión del momento? Quizás no se siente así por mí, quizás no me quiere de esa forma.
Conrad finalmente baja. Lleva una camisa de mi hermano y le queda algo ajustada. Le dije que podía tomar cualquier prenda de mi hermano, que todas estaban limpias y que mi hermano ya no las usa, él solo usa su ropa de tiendas de segunda mano para evitar la contaminación y explotación.
—Buenos días. —Sonríe al ver toda la comida.
Trato de parecer desinteresada al decirle: —Puedes comer, si quieres.
Él se acerca hacia mí y se detiene a pocos centímetros.
Aun no sé exactamente qué pasó ayer por la noche. No he llegado a la respuesta del porque me lancé a sus brazos y le dije lo que le dije. Ahora no puedo detener el enrojecimiento de mis mejillas cada vez que pienso en Conrad.
¿Qué me está pasando?
— ¿Preparaste todo esto para mí? —me pregunta y yo no puedo verle a los ojos.
Me encojo de hombros. —También para mí.
Conrad lleva su mano hasta mi coronilla y me da una palmaditas suaves. —Gracias.
Asiento, aun con la mirada retirada de la suya. —Vamos, tengo hambre.
Conrad se sienta y yo lo hago igual frente a él. Prueba la comida y me dice que le parece muy deliciosa. Tampoco es tan especial pero él lo hace ver como si estuviera degustando un platillo exclusivo y creado por los mejores chefs del mundo.
—Me quiero hacer otro tatuaje. —Suelta de repente.
Le doy una mordida a mi pan. — ¿Otro?
Él asiente. —Si —mastica—, pero después que salga de la escuela.
Le doy un sorbo al licuado que salió bastante bien, no necesitó de azúcar porque las fresas ya están naturalmente dulces. — ¿Ahora de qué?
Me señala. —De ti.
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UN CASO PERDIDO
Teen Fiction¿Quieres conocer qué pasó para que ahora Matthew y Amalia se odien? ¿Qué sucede realmente con el popular deportista Conrad Hall? ¿Cómo se unen sus vidas y qué esconde cada uno? Amalia Gray es una chica común. Buenas calificaciones, no se enreda en d...