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—Sí, prometo que tendré listo el caso 1532 para mañana— aseguró Nori, aunque inmediatamente reconsideró sus palabras y agregó: —Bueno, también depende de lo que me manden los oficios temprano... Quizás lo tenga para pasado mañana.
—Mañana tiene que estar listo a las para las 3, Norberto— le advirtió su padre, con una mirada severa —Estoy siendo generoso con el tiempo extra
—Pero sabes que tengo un juicio en el pueblo a las 3, tengo que preparar todo para salir hacia allá a las 2 esa hora.
—Entonces deberías llegar al despacho más temprano.
Nori no discutió más, era inutil tratar de razonar con su padre. Lo mejor sería hacer lo que pudiera, y si no conseguía sacar el trabajo a tiempo, pedir perdón después.
Ah, desearía que su padre dejara de hablar de trabajo en su tiempo libre. Más si era domingo. Más si se trataba de una convivencia familiar que se suponía que era divertida.
Ja, sí claro. Las reuniones familiares de los Kakyoin no eran divertidas.
—Lo haré— aseguró el pelirrojo —Nos vemos mañana.
Su padre no se despidió, simplemente dio una seca cabezada antes de darse la vuelta e ir a reunirse con los otros hombres de la familia.
Nori estaba cansado, pero claro, no podía decir que no a las reuniones familiares. A pesar de que parecía que nadie quería estar ahí en realidad. Estaba feliz de poder irse.
Cruzó la sala de la casa, donde sus sobrinos y primos más pequeños dejaron de jugar de inmediato al ver a un adulto entrar, y se asomó a la sala del té, donde se encontraban reunidas las mujeres de la familia.
Hora de rescatar a su esposa de esa tortura.
—Rosenda, es hora de irnos— anunció Nori, al tiempo que daba un par de golpecitos en la puerta abierta para llamar la atención.
Ros era por mucho la más hermosa del lugar. Era como si ella fuera la única persona con algo de vida entre las frías y distantes tías y primas de Nori.
Ella lo miró con sus brillantes ojos verdes y se levantó de la mesa, despidiéndose lo más amablemente que podía.
—Recuerda lo que hablamos, querida— dijo una de las tías de Nori al verla levantarse —El tiempo sigue corriendo.
—Lo sé, lo sé, lo tengo muy presente— respondió Roseda, con una sonrisa de resignación.
La mujer de cabello negro fue a reunirse con su marido, él se despidió de forma general, tomó la mano de Rosenda y juntos volvieron a cruzar la sala (los niños volvieron a quedarse quietos al verlos pasar), esta vez con dirección a la puerta de salida.
Salir de esa casa era como sacar la cabeza de una bolsa de plástico con la que estaban tratando de asfixiarte.
Nori miró atrás para asegurarse de que nadie lo estaba viendo antes de hacerle una señal a Rosenda para que fuera ella quien entrara al asiento del conductor. A ella le gustaba mucho conducir, a pesar de que aprender hacerlo era algo que sus padres le habían prohibido por alguna razón, así que Nori le había enseñado en secreto.
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Los What If
FanfictionRecopilación de one-shots explorando conceptos alternativos al canon de nuestro AU Tercermundista. ¿Siempre quisiste qué hubiera pasado si ciertos personaje shubieran sido pareja, o si alguien nunca hubiera superado sus traumas? Este es el lugar cor...