Es el primer año de Raquel Weasley en el colegio de Hogwarts de magia y hechicería, va a entrar junto a su hermano mellizo Ron después de un gran linaje familiar en el colegio, todos sus hermanos mayores ya entraron. Allí la seleccionaran para su ca...
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Al día siguiente Raquel se despertó, se vistió y peinó, hecho comida en el cuenco de Salem y se dirigió al gran comedor, encontrándose por sorpresa con Harry y Ron que charlaban hasta que la vieron entrar.
—Hola chicos, buenos días, ¿de que hablabais?
—Pues Harry se encontró ayer por la noche un espejo mágico en el que vio a sus padres — dijo Ron con voz de parecer indignado — y decidió no despertarme.
—¿Tus padres? —dijo la chica mirando a Harry.
—Si, es raro, pero podéis venir esta noche. Yo voy a volver; quiero enseñaros el espejo.
—Me gustaría ver a tu madre y a tu padre —dijo Ron con interés.
—Y yo quiero ver a toda vuestra familia, todos los Weasley. Podreis enseñarme a vuestros otros hermanos y a todos.
—Puedes verlos cuando quieras —dijo Ron—. Ven a mi casa este verano.
—Si Harry, sería una idea increíble —dijo la chica sonriéndole.
—De todos modos, a lo mejor el espejo sólo muestra gente muerta. Pero qué lástima que no encontraste a Flamel. —Dijo Ron cogiendo comida.
—¡Ron! —Le susurro Raquel algo enfadada, Ron no sabe controlar muy bien lo que dice, se giró a mirar a Harry algo preocupada y continuó —¿No quieres tocino o alguna otra cosa? ¿Por qué no comes nada?
Harry no podía comer. Había visto a sus padres y los vería otra vez aquella noche. Casi se había olvidado de Flamel. Ya no le parecía tan importante.
—¿Estás bien? —preguntó Ron—. Te veo raro.
— ✽ —
Aquella noche, con Raquel y Ron también cubiertos por la capa, tuvieron que andar con más lentitud. Trataron de repetir el camino de Harry desde la biblioteca, vagando por oscuros pasillos durante casi una hora.
—Estoy congelado —se quejó Ron—. Olvidemos esto y volvamos.
—¡No! —susurró Harry—. Sé que está por aquí.
Raquel continuó en silencio algo preocupada por Harry, podía ver como dependía de encontrar ese espejo. Además aunque no decía nada y llevaba sus calcetines más gordos estaba congelándose los pies.
Pasaron al lado del fantasma de una bruja alta, que se deslizaba en dirección opuesta, pero no vieron a nadie más.
Raquel iba a quejarse del frío, no sentía los pies, pero justo Harry divisó una pareja de armaduras.
—Es allí... justo allí... ¡sí!
Abrieron la puerta. Harry dejó caer la capa de sus hombros y corrió al espejo. Ron le siguio y se colocó junto al chico.
