Me encuentro en unos de los bancos del aeropuerto. Llevo un tiempo esperando a mi hermana menor que fué a por un mocaccino en la cafetería que se ubica dentro de el mismo. Ya hace tiempo que se ha marchado, y todavía no regresa, por lo cual estoy bastante preocupada porque nuestro vuelo con destino a España es dentro de 10 minutos. Miro a los alrededores impacientemente. Mentalmente cuento los segundos para que Aylen llegue. Pasan muchas personas alrededor pero solo observo con detalle a una pareja que caminan cerca de mí, el chico se me queda mirando con descaro antes de guiñarme un ojo, inconscientemente pongo mis brazos alrededor de mi cuerpo para cubrirme.
Derrepente siento a alguien abrazarme por detrás. Intento empujar a la persona. Me detengo cuando me percato de que es Aylen. Suelto aire por la boca.
—No conseguí café —dice, despegándose de mí con mucha tranquilidad y poniéndose a mi frente, lo que causa qué me cabreé ya que casi me da un infarto.
—¡¿Entonces por qué te has demorado tanto?! —cuestino en un tono molesto.
—Estaba espíando a un chico —dá una media sonrisa.
—¡Llegas unos minutos a
después y perdemos el vuelo! —le recuerdo.—¿Cuál es el problema? pospomemos el viaje para otra día —le resta importancia, encogiéndose de hombros.
—Sabes bien que es muy necesario que nos vayamos justo hoy.
—No, no lo sé. Necesito que me expliques el por qué de irse del país sin contarle nada a nadie, la razón de que estos días has estado llorando y...¿Donde está nuestra hermana?
—Prometo que te lo contaré, pero no ahora, no en este momento. Necesitamos estar ya fuera del país.
—¡¿Por qué tanto misterio?! —se cruza de brazos.
Lleva puesto un mono color crema el cual acentúa su figura. Este no lleva tirantes y al cruzar sus brazos, hace que sus pechos se eleven. Miro a los lados y con gentileza agarro sus brazos, colocándolos a los lado de su cuerpo. Me mira con el ceño fruncido.
—¿¡Qué demonios fue eso, Katya Alejandra Smorlow?!, ¡¿acabas de descruzarme los brazos para que no se me vieran los pechos?! —habla con el seño fruncido.
Desvío mi mirada hacia otro lado mientras juego con mis dedos de manera inquieta.
—Y...¿por qué te estás vistiendo así? ese no es tú estilo —estira una mano hacia mí, yo la tomo.
Tiene algo de razón, yo no suelo ponerme sudaderas y pantalones anchos, pero esta es mi nueva moda, la ropa ancha que oculte mí figura, la cual he querido que mi hermana también se ponga pero es imposible, ella prefiere vestirse con cosas más descubiertas.
—No tiene importancia —muevo la cabeza en negación.
—Sé que sí la tiene —da una mirada un poco triste—, y me lo tendrás que contar— informa, señalándome.
—Vale —doy una sonrisa la cual parece más una mueca.
—¿Y en donde nos vamos a estar quedando todos estos días? —pregunta confundida.
—En un apartamento cómodo —contesto.
—¿Y cómo lo vamos a pagar? —pregunta—Porque yo... no tengo mucho dinero que dígamos —informa.
—He estado reuniendo dinero, además, mamá nos mandó mucho dinero gracias a su trabajo —respondo.
—Oh
Asiento con la cabeza.
—Primer llamado para los pasajeros del vuelo cuatrocientos sesenta con destino a España —anuncian por los parlantes.
¡Por fin nos vamos de este infierno!
(...)(...)
Al bajar del avión, España nos recibe con un calor impresionante. Mi hermana se encuentra llamando un taxi para que nos recoja y nos lleve para el piso. El taxi no se demora mucho en llegar. El conductor de este, nos ayuda a guardar las maletas. Dentro del auto, lo primero que hago es abrir la ventanilla. El aire me da justo en la cara. Cierro los ojos y me quedo así en todo el transcurso del viaje, lo cual me relaja.
Tiempo depués veo cómo el conductor del auto ayuda a mí hermana y a mi a bajar. Luego de que le pagamos, se vá.
Al frente de nosotras nos encontramos con un enorme y moderno edificio de cristales en los cuales se reflejan las diferentes viviendas. Personas entran y salen de este. Al entrar nos encontramos con un resepcionista que nos da indicaciones las cuales escuchamos, es decir -escucho- por qué mí hermana se entretiene viendo a los chicos que pasan.
-Oh...que buenos están los españoles —habla mi hermana mordiéndose el labio inferior mientras mira a un grupo de españoles que pasan por nuestro lado.
La miro a regañadientes y ella se aclara la garganta, recuperando la compostura.
—Eso es todo, ya pueden seguir en lo suyo —dice el recepcionista.
Le damos la espalda para seguir con nuestro camino, cuando nos llama nuevamente y giramos la cabeza al mismo tiempo.
—Casi se me olvida, en una de las habitaciones, al lado hay otra que pertenece a otro apartamento. Es de un chico que lleva a muchas mujeres a su piso y hacen mucho ruido —habla el resepcionista apenado.
—¿A qué se refiere cuando dice que hace mucho ruido? —pregunto ya que no se de que habla.
—Me refiero a que, cuando se mueve la cama de él, choca con la pared de su habitación —dice mirando hacia abajo, cuando sube la mirada me percato de que está sonrojado.
—Mmm...¿y es atractivo el chico? —pregunta Aylen con un tono atrevido.
—¡Aylen, eso es privado! —la regaño.
—¡Solo quiero saber! —protesta ella—. Entonces, ¿es atractivo o no? —pronucia con interés.
—Sí —al chico contestar, se sonroja más aún.
—Uyyyy —habla ella—Te gusta ¿no? —le pregunta.
Él intenta responderle pero yo interrumpo la conversación, jalándola del brazo. Avanzamos hacia el ascensor en silencio. Ya en él, tecleo el número de nuestro apartamento. Cuando se abre, salimos y nos encaminamos al piso. Me adelanto y abro la puerta, Aylen entra rápidamente, la sigo por el marco de madera a un moderado salón con dos sofás bastante modernos. Una mesa de cafés en las cuales estoy seguro que Aylen y yo aprovecharemos bastante. Una televisión grande con varias consolas, también una mesa cuadrada de cristal con sillas. Un pasillo grande que parece llevar a las habitaciones las cuales tienen incluido su propio baño y recto de este un balcón con vista increíble.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar en los recuerdos que me atormentan.
Espero que todo vuelva a la normalidad.
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Si te gustó el primer capítulo de esta historia, y te quedarás a leer, solo te digo una cosa, GRACIAS. Me esforzaré para qué leas algo fresco y sin herrores. Es un honor para mí ganarte cómo lector. Aquí tendrás un pedacito de mí. Espero que disfrutes leyendo esta historia, tanto cómo yo disfruté esribiéndola
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Una nueva vida
Teen Fiction¿Hasta donde pueden llegar las personas? ¿Cuanto daño pueden llegar a hacer? Cuando ví la situación en la que estabamos. Lo único que pude hacer fué huír. Era la hermana mayor, ¡se suponía que tenía que protegerlas! La pregunta es...¿será tan fácil...