Aylen suelta la maleta en el suelo y corre hacia un sofá, tirándose en él y acomodándose. Veo cómo sus ojos color marron oscuro brillan.
A diferencia de mi y de Aylen, toda nuestra familia tienen ojos claros, incluso nuestra hermana del medio. Nos parecemos bastante, incluso las dos tenemos el cabello negro. La única diferencia es que yo tengo la piel de un color más bronceado que ella.
—¡Oh dios mío, chicos muy atractivos y ahora este apartamento. Esto es el paraíso! —exclama con un tono de emoción e asombro.
—-Sí. Está increíble. Y lo digo por el apartamento —sonrío al pensar que ya se acabó todo—. Ahora iré a mí habitación para darme un baño, tú deberías hacer los mismo porque después tendremos que desempacar.
—Bañate tú. Yo me quedaré un rato más disfrutando de este sofá tan cómodo.
Asiento con la cabeza y me encamino hacia la maleta para sacar todas las cosas que nesecito para darme una ducha. Al tenerlas todas, entro al cuarto de baño y me doy una larga ducha. Cuando termino me coloco la bata de baño y me comienzo a peinar el cabello mojado. Abro la maleta y lo que veo me deja sin palabras. Resulta que no tengo mi típica ropa ancha, al contrario. Veo tops cortos, shorts cortos, jeans ajustados, y ni hablar de los hilos que tengo puestos en la maleta, en resumen, no hay ropa de la que solía usar. Creo que Aylen se ha encargado de eso.
Cansada me recuesto en la cama y tomo una larga respiración, la tranquilidad no se dura mucho ya que siento unos golpes en la puerta.
—Entra —pronuncio.
—Hola, Peppa Pig —me llama por el apodo que tanto odio—. Ya que no nos dió tiempo de cocinar ¿Qué te parece si pedimos comida italiana?
—Sí. Me parece bien. Pero primero, explicame que hacen estas cosas aquí, cojo una de las bragas que me puso, las cuales son bastantes descaradas.
—Listo, enseguida la pido —me ignora.
Se marcha para llamar al repartidor. En un rato oigo cómo ella le da las gracias a alguien y luego cierra la puerta.
—¡KATYA ¡VEN! ¡YA LA COMIDA ESTÁ AQUÍ! —grita a todo pulmón cómo si yo estuviera sorda.
Camino rápidamente a la cocina y la veo sirviendo en platos la comida. Le ofrezco ayuda pero ella se niega rotundamente. Llena la mesa de tantas cosas de la cuales no conozco ni la mitad. Frunzo el seño.
—¿Por qué tanta comida? —pregunto, extrañada.
Ella me mira cómo si la respuesta fuera obvia.
—¿Se te olvida mi apetito? —dice en respuesta mientras se sienta en una silla y comienza a meterse en la boca muchas cosas de platos diferentes.
—Sí. Se me olvidaba —contesto con un suspiro.
—Oye...por cierto, habrá que buscar un instituto y una universidad.
—Por ahora haremos los estudios desde aquí, luego pensaremos que haremos —digo y llevandome a la boca el primer bocado.
Ella me da la razón y sigue comiendo con rápidez cómo si hace años no lo hiciera. Ruedo los ojos.
El resto de la cena nos la pasamos hablando de cosas tribiales hasta que terminamos y me despido de ella para ir a dormir ya que estoy demasiado cansada.
Cuando logro quedarme dormida siento unos ruidos muy extraños. Es cómo si...
¡Oh, no!
Lo que me faltaba, que mi dormitorio diera con la pared de un chico hormonal.
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Una nueva vida
Teen Fiction¿Hasta donde pueden llegar las personas? ¿Cuanto daño pueden llegar a hacer? Cuando ví la situación en la que estabamos. Lo único que pude hacer fué huír. Era la hermana mayor, ¡se suponía que tenía que protegerlas! La pregunta es...¿será tan fácil...