Un avión, un destino.

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ADESSA.

—Adess, cariño llegaremos tarde de nuevo, ¿Quieres apurarte?—gritó mi madre desesperada.

—¡Te he dicho que ya voy, ya casi termino!

Lo cierto es que el avión despegaba en una hora, y yo no tenía ni los calzones empacados. Me había pasado toda la mañana haciendo llamada con Naila que por accidente dejé lo más importante para el final. Empecé a agarrar cantidades extremas de ropa y aventarlas por donde cupieran; no había tiempo para pensar en buenos outfits, solo había tiempo para huir. 

Llevaba 4 meses, 2 semanas y 6 días planeando este día y ya lo estaba arruinando. Eran las 12:09 de la mañana, el avión salía a la 1:45; eso significaba que tenía 11 minutos para arreglar el desastre que era mi cara, llegar al auto y meter todo en 6 minutos; estimando que el tiempo de llegada al aeropuerto sería entre 27-39 minutos, tendríamos al menos 15 minutos para revisar maletas, 15 más para llegar a nuestra sala y tener 10 minutos para abordar a tiempo el avión. No había tiempo que perder. 

Corrí al baño y cepillé rápidamente mi cabello largo y castaño, tomé una pinza e hice una especie de chongo para amarrarlo; agarré mi enchinador de pestañas y mi rímel para que mis ojos verdes no se vieran tan demacrados y desvelados, apliqué 2 capas de rímel y un poco de highlighter en las esquinitas de los ojos; no había tiempo para mucho más así que solo tomé un poco de bálsamo labial y lo apliqué en mis labios para que no se vieran deshidratados, eché todo a mi cosmetiquera y corrí hacia mi cuarto para agarrar mi celular y echarlo todo a mi bolsa de mano. Chequé la hora, exactamente las 12:20. Agarré mis maletas y corrí hacia abajo con ellas. Mi madre desde la cocina negó con la cabeza y gritó: "Alex, vámonos". Mi padre salió a ayudarme con las maletas y lo metimos todo a la cajuela. Volví a revisar la hora, eran las 12:24. Teníamos 2 minutos de sobra. Mi padre arrancó el coche. Al fin emprendía hacia la aventura de mi vida. 

—No puedo creer que vamos tan tarde al aeropuerto, Adessa. Debías estar lista desde hace 2 horas.—dijo viéndome por el retrovisor.—Además mira esas pintas que traes, Dios mío. 

—Yo creo que te ves linda, hija.—dijo mi padre mientras me guiñaba el ojo. 

Llevaba unos jeans negros rotos, un top tank blanco corto, una sudadera gris y mis converse negros. No era EL outfit, pero tampoco creía que fuera muy desagradable. 

—Reí.—Gracias, pa. Lo sé. 

Durante todo el camino mi madre iba explicándome que no quería pasar vergüenzas con sus amigos, que necesitaba comportarme y divertirme. Pero que sobre todo, debía luchar. Luchar mucho. Yo no iba a unas simples vacaciones. Iba a pelear por las dos cosas que más quería en el mundo. Y no iba a permitir que nada, ni nadie me alejara de mi sueño. 

Llegamos al aeropuerto exactamente a la 1 en punto. 

Adoro que tus cálculos nunca fallan.

Corrimos al check-in y revisaron mis maletas, mi madre se percató que había MUCHA ropa que no debía estar ahí pero no dijo nada, pasaron las maletas y volvimos a correr a nuestra sala. Justamente mi avión estaba empezando a abordar. 

—¿Ves? Te dije que lo lograríamos.—dije burlona. Abracé a mi mamá y le di un beso en la frente. —No me extrañes mucho.

Mi madre rió.—Cuídate, Adessa. Y recuerda: Lucha. Nunca dejes de luchar.—Se separó de mí y abracé aún mas fuerte a mi padre. 

—Más te vale que vayas allá y les enseñes quién manda.—dijo mientras me apretujaba con más fuerza. Te amo, hija. No dejes de llamarme, por favor. 

—Nunca. Vas a necesitar más que un continente para deshacerte de mí.—dije riendo. 

Me alejé y tomé mis maletas para subirme al avión. Los iba a extrañar. Pero también los iba a  hacer sentir orgullosos. 

Me volteé y dije una última vez:

—Love you. 

Mi madre sonrió.—Diddle. 

Caminé por el pasillo y abordé el avión. Tenía todo calculado. Todo bajo control. Sabía a lo que iba, y como lo haría. No debía haber fallas ni distracciones. 

Fui una ilusa al pensar que sería así. Porque ese mismo día, mi vida cambió para siempre. 

El cielo en tus ojosWhere stories live. Discover now