Una cena ricca di sorprese.

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ADESSA.

No podía creer lo hermoso que era Italia de noche. Aún no llevaba ni 24 horas ahí, y estaba completamente enamorada. Las luces, la gente, el clima... todo era absolutamente encantador. 

Llegamos a una especie de cabaña, estaba todo oscuro y tuve que encender la linterna de mi celular para guiar el camino. Entramos a una especie de sala que daba al otro lado con un jardín enorme alumbrado con faros colgados entre los árboles. Apagué mi linterna y crucé las puertas de vidrio que daban a este lugar. Había fácil como 20 personas acomodando platos, trayendo comida y poniendo música. Me sentí en un sueño del cuál no quería despertar nunca. Cuando pisé el césped, una linda niñita se me quedó viendo y gritó: ¡io arrivo! (llegó).

Todos voltearon a verme y empezaron a gritar. Me sonrojé un poco y me acerqué a saludar. El señor Moretti iba tras mío presentándome a todos y cada uno de los familiares que se cruzaban en mi camino. Eran realmente una familia muy acogedora. Todos iban vestidos con trajes y camisas, vestidos floreados y unas sonrisas enormes. No entendía la formalidad del asunto, pero me pareció un detalle lindo. Había varios de ellos que ya conocía, y estaba muy feliz de volver a verlos, aunque estaba un poco triste de que Mariela no estuviera ahí para celebrar con nosotros. 

Nos sentamos a comer, y mi lugar estaba puesto en la cabecera de la mesa. Me sentí como el centro de atención. Del otro lado de la mesa, se iba a sentar el señor Moretti, pero su madre le dió un manazo y este volteó los ojos y se sentó a su lado. 

Todos tenían muchas preguntas que hacerme, pero mi Italiano aún no era el mejor; de hecho era una de las razones por las cuales decidí venir a Italia. Por suerte, la mayoría de ellos también hablaba en español, así que de vez en cuando traducían para mi.

La cena había sido una verdadera delicia. Claramente cocinaron pasta para la entrada; era una especie de espagueti en salsa de pimientos con un queso parmesano casero delicioso,  una ensalada caprese con verduras y frutas de huerto, una lasagna espectacular y un poco de bebidas adulteradas por ahí. En un momento la señora Moretti se levantó y preguntó por el postre, y todos la voltearon a ver con ojos de pistola.

—Mamma, te l'avevo detto che era una sorpresa. (Madre, te dije que era una sorpresa).—Le dijo el señor Moretti. 

—¿Una sorpresa por qué?—Pregunté intrigada.

Una voz de atrás de mi se acercó y dijo—Porque es mi especialidad y no queríamos que lo supieras. 

Reconocí esa voz al instante. Me paré de un brinco y me di la vuelta para correr a abrazarla. Era Mariela en un vestido del mismo color esmeralda que la corbata del señor Moretti. Ella extendió sus brazos y me dio un abrazo enorme. 

—Creí que no llegarías hasta la próxima semana.—Le dije mientras la apretujaba. 

—Bueno, no quería que pensaras que te iba a abandonar en un día como hoy. 

La abracé aún mas fuerte y dije—Gracias. Gracias por estar aquí. 

Todos estaban en silencio cuando ella gritó—Bueno, ¿que no se supone que esto es una fiesta?

Marcelo, el hermano de Mariela se levantó y gritó: ¡Damo inizio alla festa! (Que empiece la fiesta). Le dio play a la música y todos comenzaron a bailar. Tomé a Mariela de la mano, y con la otra al señor Moretti y me puse a bailar con ellos. Se que suena tonto, pero me sentía completa, como en casa. 

Pasaron las horas y todos seguían enfiestando, pero decidí alejarme un poco para descansar. El jardín no estaba muy lejos de un lago, así que decidí quitarme los tacones y caminar hacia allá. No mucho después, Mariela llegó y se sentó en la orilla del pequeño muelle que había ahí. 

—Te ves preciosa, Adessa.—me dijo. 

Me senté a lado de ella—Gracias, tu también te ves espectacular. —dije.

—Conozco ese vestido. Yo te ayudé a escogerlo.—dijo mientras me tomaba la mano. 

Reí—Si bueno, ya no lo necesitaré para ese día, así que pensé que sería perfecto para esta noche. 

Me volteó a ver a los ojos y dijo—¿Qué tanto duele?

Mantuve el contacto visual y le contesté—Creo que duele más, que no duela lo que debería. Hubo un pequeño silencio. 

—¿Lo extrañas?—preguntó. 

Me quedé pensando en mi respuesta. 

—Creo que extraño más lo que él era conmigo, y el hecho de que lo esté siendo con alguien más quema un poco. —dije.

—Okay.—Hubo otro silencio.

—¿Y extrañas lo que tú eras con él?—Preguntó. 

—No.—Contesté al instante. 

—Entonces creo que vamos por buen camino.—Jaló mi mano para que nos pusiéramos de pie y comenzamos a caminar hacia la fiesta de nuevo. 

—¿Sabes que hora es?—Me preguntó llegando de nuevo al lugar de la cena. 

Saqué mi teléfono y chequé la hora.—Las 12:03. ¿Porqué?—Contesté.

Escuché una voz masculina en la entrada de la cabaña y dijo:

—Buon 18° compleanno, Adessa. (Felices 18, Adessa).

Me quedé paralizada a lado de Mariela. 

—Matteo.—Exclamé. 



El cielo en tus ojosWhere stories live. Discover now