Alec y yo volvimos a mi habitación tras la mar de información que habíamos intercambiado con Fredy y Dean minutos antes. Tras la incertidumbre del conocimiento de la señorita Williams y de Robinson/Astrid, no podía más que pensar en Ana. Después de todo lo que había pasado y todo este tiempo que me tomé con la rehabilitación, ella había desaparecido. ¿Dónde estaría? Fredy no la había encontrado aún, aunque decía que tenía una pista. Ya era un buen comienzo. Si no podía preocuparme sobre la directora y la, por lo visto, archienemiga, podía centrarme en buscar a Ana.
Alec se dejó caer sobre mi cama causando un leve chirrido de los muelles y apoyó los codos en sus rodillas. La tensión de sus hombros se marcaba a través de su jersey de punto gris. No era buen momento para discutir más, pero era necesario.
Posé mi mano sobre su espalda y lo acaricié brevemente. Me senté a su lado sin dejar de mirarlo y el crujido de la cama que provoqué lo sacó de sus ensoñaciones.
Sus ojos encontraron los míos. Durante unos segundos me perdí en las aguas melíferas de sus iris inundadas en comprensión, hasta que sus labios se abrieron y suspiró.
―Quieres ir tras ella ahora, ¿verdad?
No hizo falta decirle nada, me conocía mejor que a nadie.
―Sé que no es un buen momento y que puede ser peligroso, pero...
―Está bien. A lo mejor tú ves algo que se le haya escapado a la manada.
Alec se tensó de golpe y me miró alarmado.
―Fredy dice que Robinson está en el vestíbulo. ― Susurró.
El corazón me dio un vuelco. Era demasiado pronto. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Tenderle una trampa ya? ¿Atacarla?
― ¿Qué hacemos?―Pregunté dubitativa.
Comenzó el ritual de mordisquearse el labio inferior mientras miraba a un punto aleatorio de la habitación.
―Fredy tiene a toda la manada cubriendo todas las salidas. Ahora mismo está él en la primera planta vigilándola en secretaria. Parece que no sabe nada aún. Me ha dicho que mantengamos nuestra posición hasta nueva orden.
―Alec, ella sabe que en algún momento la descubriremos y que es cuestión de tiempo. Seguro que está alerta a cualquier cambio de actitud. ¿De verdad es buena idea que Fredy...?
―Es el mejor en esto. Su especialidad es el acecho. No te preocupes. ―Dijo sin perturbar ninguna de sus facciones.
Era el Rastreador, tenía sentido. Aún así, no podía evitar que la piel se me erizara sólo de pensar en que estaba tan cerca de Astrid.
Alec se levantó de repente del colchón y me miró tensó.
― ¡Nos necesitan!―Exclamó nervioso.
Escuché varios gritos a lo lejos y el ajetreo de gente que corría de un lado a otro. Alec me cogió del brazo imperioso.
― ¡Llévanos al vestíbulo!
Sin pensar hice el círculo de colores ante nosotros y vimos a través de él el suelo de baldosas blanquinegras. Dimos un paso al frente y al pisar el mármol las chispas a nuestras espaldas se desvanecieron.
Dos licántropos estaban en guardia bloqueando la puerta mientras Fredy se transformaba en el piso superior al pie de la escalera. Había gente en los pasillos que se escondían porque no sabían qué hacer. Nos miraban como si estuviésemos locos por atacar a la secretaria del refugio, pero aún así nadie se atrevió a contradecirnos.
Astrid estaba frente a los licos de la entrada y ante nosotros agitada mirando de un lado a otro. Cargó unas bolas de fuego en ambas manos para defenderse y tiró una hacia uno de los hombres-lobo que guardaban la entrada en un intento por desbloquearla. Éste esquivó el golpe haciéndose a un lado de un salto y Fredy aterrizó encima de ella antes de que le diera tiempo a lanzar el segundo.
Astrid profirió un grito de dolor al ser aplastada contra el suelo y Fredy se separó lo justo para despejarle la espalda. La colocó boca arriba entre forcejeos y la cogió de la pechera para inmovilizarla. Le dio un puñetazo en la cara con tanta fuerza que en pocos segundos sus facciones desaparecieron tras un charco de sangre. La acercó más a él y le preguntó algo que no pude discernir. Ella ni se molestó en decir nada, solo lo miró a los ojos y le sonrió.
― ¿Dónde está?― Esta vez rugió con fuerza. ― Sé que lo sabes. ¡DÍMELO!
Con calma, alzó una de las manos todo lo que pudo bajo el cuerpo del licántropo y formó otra bola de fuego.
―A saber... ―Acercó los dedos flamígeros hacia el torso de Fredy con la intención de matarlo, pero éste no le dio la oportunidad. Un segundo más tarde, él hincó sus garras en su torso y le arrancó el corazón de un tirón.
El silencio se adueñó del refugio junto con el repiqueteo sordo de las gotas de sangre caer al suelo. La gente esperaba expectante alrededor aguantando la respiración. Los otros licántropos aguardaban nuevas órdenes y Alec y yo mirábamos con la esperanza de que ése fuera el final. Lentamente, tanto el corazón como el cuerpo se convirtieron en cenizas bajo la corpulencia del cuerpo transformado de Fredy. El polvo no hacía más que amontonarse sobre las baldosas formando dunas semi perfectas ligeramente movidas por la brisa de los ventanales del fondo.
Se levantó medio satisfecho con el resultado con mucha elegancia y rápidamente volvió a su forma humana. Sus compañeros hicieron lo mismo y Fredy levantó el brazo con vigor antes de lanzar un grito de victoria. El resto de la manada le aulló como respuesta y la gente de nuestro alrededor entendió lo que quería decir. Comenzaron a aplaudirlos y Alec y yo nos sumamos a ellos.
Sonreí como nunca antes lo había hecho. Se había terminado. ¡Astrid estaba muerta! La causante de todos los males que me habían ocurrido y que le habían pasado a los demás ya no podía continuar haciendo de las suyas.
Alec se acercó a abrazar a Fredy y éste le correspondió, a lo que se sumó el resto y acabaron levantándolo en el aire y llevándolo como si fuera una estrella del rock.
Alaric apareció con Sejmet a mi lado y me tocaron del brazo con ansias.
― ¿Qué está pasando, Lara?―Preguntó Sejmet.
― ¿De verdad Fredy se acaba de cargar a Robinson? ―Alaric estaba bastante abrumado con la situación, no entendía la celebración y menos el asesinato.
―Era Astrid. Es quién manipuló a Jessica y lo urdió todo.
Sejmet y Alaric se miraron anonadados en silencio. En sus miradas se podía ver el procesamiento de la información y cómo entendían lo bueno de la noticia.
Sejmet me sonrió con un brillo en los ojos deslumbrante.
― ¡Esto hay que celebrarlo!
Alaric se entusiasmó ante la idea y Alec se acercó a nosotros.
―Estoy de acuerdo. ―Dijo mientras me rodeaba los hombros con un brazo. Me dio un beso en la mejilla y sonreí ligeramente relajada por una vez tras mucho tiempo.
Solo faltaba encontrar a Ana.
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Al Anochecer II La daga y el destino
FantasySecuela de Al anochecer La diosa y el mestizo