CAPÍTULO 7

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Caí de bruces sobre el suelo. La moqueta de la habitación me hizo cosquillas en la nariz al levantarme de golpe.

Debía practicar más los aterrizajes...

La habitación estaba vacía, para variar, salvo por Fredy y Ana.

El lico estaba de pie mirando a una Ana peluda e inconsciente que yacía en sus brazos. Casi sentía que tenía que darles privacidad con la intimidad que se palpaba en el ambiente.

―Voy a llevármela a la enfermería para que le eche un vistazo Rose. ―Dijo Fredy acabando con el silencio. Me miró a los ojos. ―Gracias, Lara.

―Debería dártelas a ti. Es mi amiga, lico, así que cuida de ella o...

―Entendido. ―Una media sonrisa asomó por una comisura de sus labios. ―Te aviso cuando despierte.

Sin más dilación tocó el marco de la puerta y desapareció de la habitación.

― ¡Pero bueno!―Bramó Alec. Levantó los brazos al cielo con exasperación y me miró incrédulo. ―Lara, ¿qué está pasando? ¿Por qué después de dejarte en la enfermería me encuentro con una nota tuya diciendo que te largas y luego te encuentro con Dean echándosete encima?

Esa último era una muy buena pregunta.

Me miró escéptico el pie con el ceño fruncido.

― ¿Dónde está tu zapato?

Mierda, olvidé que uno de los experimentos me lo había quitado al cogerme del tobillo. Con tanto ajetreo ni me había percatado.

Me quité el otro zapato para cambiarlos por las bambas blancas que tenía bajo la cama. Las mismas que llevaba cuando vine por primera vez al refugio.

―Verás... Fredy y yo hemos ido a por Ana y...

― ¿Qué has hecho qué?― Espetó con una mezcla de sorpresa e incredulidad. ― ¿Te has ido sola con el tarado de Fredy a la boca del lobo para buscar a Ana? ¿En tu estado? ¿Por qué no me habéis avisado?

Lo miré divertida.

―Lo de la boca del lobo me ha hecho gracia. ―Reí. ―Porqué Fredy sabía que te pondrías así y que no le dejarías ir conmigo. Yo vi perfectamente a dónde había ido Ana, sólo era cuestión de invocar el portal, coger a Ana y volver in situ. Era muy fácil...

―Ay, Dios... ―Se llevó la mano a la cara exasperado.

―Tranquilo... ya no hará falta rastrear el sitio ni hacer una partida de búsqueda...

― ¿La habéis encontrado?― Preguntó sorprendido.

―Sí.

―Menos mal. ―Suspiró aliviado. Se sentó en el colchón junto a mí. ― ¿Estás bien?

―Sí... Ha ido todo como la seda. ―Más o menos...― Llegamos a la habitación de los guerreros de terracota y Fredy rastreó a Ana a través de unas escaleras y la encontramos enjaulada en una habitación. ―No pude decir eso último sin una mezcla de rabia y asco. ― A la pobre la tenían encerrada... Y no había nadie más. Abrimos la puerta de la jaula, Fredy cogió a Ana y yo invoqué el portal...

Me miró extrañado. Sabía que me estaba callando algo. No tenía ganas de ninguna reprimenda...

― ¿Y?

―Pudimos escapar antes de que nos cogieran unos experimentos que vinieron a por nosotros.

―Joder, Lara...

―Tranquilo... Sólo consiguieron mi zapato― Señalé mi calcetín desnudo con gracia.

Alec sonrió. Me abrazó y me dio un beso en la frente. Suspiró con fuerza y me levantó con la oscilación de su pecho.

Al Anochecer II La daga y el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora