1. Negro

1.2K 149 85
                                    

Muevo mi mano para alejar algo que está rozando mi nariz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Muevo mi mano para alejar algo que está rozando mi nariz. Tiene que ser Zooz acomodándose para dormir en mi cama, suele hacerlo por las mañanas y no tengo quejas. Pero esta vez me siento demasiado cansado como para consentirle sus juegos. Mis párpados siguen pesados por la somnolencia y todavía conservo un poco del sueño cuando mi tacto se encuentra con una superficie fría y no el pelaje de mi gato.

Abro los ojos y no lo hallo, reviso el lugar y reconozco que tampoco estoy en mi habitación.

Descubro que ha sido parte de un sueño cuando un dolor sube desde mi pie en millones de punzadas filosas que me arrastran por completo a la realidad.

—Zooz...

Sé que no está y que nunca estuvo aquí.

Al menos decir su nombre es como un consuelo para mí.

No tengo idea de donde se encuentra. Lo último que recuerdo es verlo a mi lado antes de desmayarme en el pasillo exterior.

—Zov. —Una voz se extiende hasta mí, como un ligero susurro. No veo nada, pues he vuelto a cerrar los ojos—. Zov, ¿estás consciente? —preguntan de nuevo—. Si te cuesta hablar solo mueve tus dedos.

—¿Quién eres?

Al recobrar la razón comprendo que estoy en algún estado de anestesia, porque hay partes de mi cuerpo que tardan en responder y eso no se debe a un sueño normal. Tampoco puedo reaccionar a los recuerdos que poco a poco se estrellan en segundos que son borrosos y poco comprensibles.

—¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando? —Al volver a ser capaz de controlar mi visión, enfoco mi vista en esa persona que está al lado.

Su cabello rubio recogido en una coleta me hace desconocerla por un instante. Pero claro que sé quién es. Su gesto preocupado se va desvaneciendo cuando la miro directamente.

—¿Te duele algo? ¿Puedes sentir bien tu cuerpo? —Lanza preguntas.

—Zut...si. —Ella sonríe aliviada.

—No estaba preparada para esto. He hecho lo mejor que pude. Oz apenas me inscribió a un curso de enfermería unas semanas antes de tu cumpleaños. He... —Titubea, se ve nerviosa—. He tenido que esforzarme mucho, pero pude curarte la pierna mientras tanto. Lo siento, si hablo mucho, estoy asustada. Por favor dime si te sientes bien.

—No siento mi cuerpo.

—¡Ay, Dios! ¿Qué hice? —Se altera moviéndose en su mismo sitio antes de acercarse—. Si te coloqué la cantidad incorrecta de anestesia podría causarte daños. ¿Cómo lo sientes?

—Adormecido.

—Bueno, eso es normal —dice más calmada.

Analizo mejor el sitio, no reconozco nada. Solo veo cuatro paredes hechas de piedra, una mesa con objetos quirúrgicos y gasas con sangre que debe ser mía.

La danza del cisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora