56.- Colina

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Kylie

Jake luce distante.

Bueno, no solamente luce distante, lo está y me asusta tanto como me duele.

No ha dicho nada desde que dejó de llorar en mis brazos a penas salimos del hospital y nos subimos al auto. Está conduciendo por las calles de Salem en dirección a básicamente la nada, porque sólo damos vueltas por las mismas calles estrechas de la ciudad. Su mirada está fija en el frente, sus manos sosteniendo el volante, pero sé que un millón de cosas están sucediendo en su cabeza ahora mismo. Que se está comiendo la cabeza, encerrado en la cárcel que se vuelve sus pensamientos cuando la ansiedad lo enjaula.

Ver a Margareth de esa manera, tan… frágil en esa cama de hospital, lo afectó tanto como me suponía que iba a hacerlo, pero no por eso significa que estuve preparada para verlo sufrir, para verlo tan triste.

Mi chico roto está sufriendo y no sé qué hacer para hacerlo sentir mejor.

Me siento tan inútil.

Me siento como hace más de dos años atrás, cuando despertó del coma después del accidente y le dieron la noticia sobre lo de sus padres y también sobre su pierna rota, lo que eso significaba para su futuro, o tal vez la falta de este. No sabía que hacer en ese momento y, cualquier cosa que haga, estaba mal bajo los ojos de Jake, era juzgada, me insultaba aún así lo haga bien. Ese mismo temor estoy sintiendo ahora.

No quiero que eso vuelva a pasar, que lo vuelva a agobiar como lo hice en ese momento, así que no hablo, solo dejo que el conduzca a cualquier lugar que quiera llevarnos. Si el silencio es la respuesta para que deje de estar tan triste, pues… no tengo más opción que aceptarlo.

Resignada, miro a través de la ventana, como las calles limpias y demasiado ostentosas de Salem nos dan la "bienvenida" después de tanto tiempo en el que he estado lejos de este lugar.

El alma deja mi cuerpo por un mili segundo cuando Jake da la vuelta en una esquina y nos lleva a la calle donde está la casa de mis padres, pero vuelvo a respirar cuando pasa de largo, sin siquiera dejarme analizar esa enorme casa de ladrillo rojizo que tanto odié durante toda mi vida hasta que ya no pude más y me fui.

Todo en Salem queda demasiado cerca, así que a un par de manzanas después de pasar la casa de mis padres, logro vislumbrar la casa donde crecí con la abuela. Sonrío suavemente al verla, sintiendo calor en mi corazón al vislumbrar que sigue casi igual a como la abuela la dejó, a excepción de que han implementado un porche.

Nana me dejó su casa como herencia, al igual que dinero y otras pertenencias, pero no puedo reclamarla hasta que tenga veintiún años en un par de meses. Además, escuché que mamá quiere pelear por esa casa, ya que no es capaz de aceptar los últimos deseos de la abuela.

Soy capaz de renunciar a esa casa que amé con tal de no volver a ver a mi madre, pero los deseos de la abuela son lo que me impide. Ella ama a a esa casa, y estoy segura que mi madre no podrá cuidarla de la manera que se debe.

Pasar por este vecindario me trae recuerdos de mi vida feliz con la abuela, y recordar a mi abuela me lleva a la conclusión de que Jake y yo a la final no somos tan diferentes como decimos y nos gusta alegar. Ambos perdimos a nuestros padres de diferente manera y a ambos se nos fue arrebatada nuestra abuela. Tal vez nuestra historia se parece más de lo que estamos dispuestos a admitir.

Y llegar a esa conclusión me lleva a mirarlo, sus ojos azules se encuentran rojos e hinchados. Jamás lo había visto romperse de la manera que lo hizo en el hospital y fue lo más doloroso que he visto en mi vida. Sin embargo, me dejó consolarlo en ese momento, pensé que no me lo permitiría.

Mi Mejor Error (AD #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora