Capitulo 1: La desgracia.

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Conservar mi empleo dependía de sí podía recorrer 20 kilómetros en 5  minutos.

En bicicleta...

Llegaría tarde otra vez al Korean restaurant, el lugar en donde trabajó.
Mi insoportable jefa Madeleyn ya me había advertido que si llegaba a una vez más tarde al trabajo, me echaría.

PD: esta es la décima cuarta vez que llegó tarde al restaurante.

Sentía como mis piernas se quemaban por el esfuerzo de pedalear tanto y sin descanso, pero no me importo y seguí andando en mi bicicleta lo más rápido que podía.

Estaba tan concentrada en ir más rápido que no me fijé en el auto negro que salía de la nada, por instinto, intenté frenar, pero no fue suficiente, y terminé chocando contra el auto.

Rode por el asfalto y luego sentí el fuerte ardor en mis brazos y piernas, y un inmenso dolor en mi cabeza.

Casi de inmediato escuché una puerta abrirse y luego cerrarse. Supuse que era del dichoso auto que casi me deja inconsciente.

- ¡IMBÉCIL DE MIERDA NO SABES CONDUCIR!

- ¿Estás bien?

- ¿¡TE PARECE QUE ESTOY BIEN!?

Escuché al bastardo soltar unas cuantas palabrotas.

- Lo siento mucho, perdona.

Esa voz... Me suena familiar.

Ignore al bastardo que me atropello y comencé a tantear el suelo en busca de mis lentes.
Por cierto, olvide mencionarles que estoy ciega y no veo más que borrones sin mis estúpidos lentes.

Sentí la presencia de alguien cerca de mi y luego el suave tacto en mí pierna, específicamente la que más me dolía.

Solté un quejido y casi se me salen las lágrimas al sentir más dolor en esa zona.

- ¡¿Que haces?!  ¡No me toques!

- ¡Lo lamento! No fue mi intención lastimarte.

El idiota se levantó de mi lado y volvió en cuestión de segundos colocándome los lentes que estaba buscando.

Seguía sin poder ver bien del todo porque el cristal estaba agrietado y con rayones. Levanté la vista y dejé de respirar por unos largos segundos.

Por todos los dioses...

El bastardo era jodidamente hermoso, lo había visto antes, es el famosito Jungkook del que todos hablan.

Traía el cabello oscuro peinado hacia atrás, y vestía un pantalón negro con una camiseta blanca arremangada hasta los codos, y con los primeros botones desabrochados. Pude visualizar sus tatuajes en sus antebrazos y en las manos.

No sé por cuánto tiempo lo estuve mirando, pero de un momento a otro el paso una mano por mi espalda y la otra por la parte trasera de mis piernas, alsandome y caminando rápidamente conmigo en brazos. Aunque lo hizo de manera suave y delicada, el movimiento provoco que me temblará el cuerpo a causa del dolor.

- Pero... ¿QUE TE PASA?  ¡Bájame ahora mismo!

- Necesitas ir a un hospital.

No sé ni cómo abrió la puerta mientras me sostenía, y con una extraña delicadeza me acomodo en el asiento del copiloto.

De repente, comienzo a sudar frío.

El idiota era tan hermoso y sexy, que me ponía de los nervios.

Rozo mi pecho mientras me ponía el cinturón de seguridad, y luego me miró por unos segundos.

- Estás temblando.
Dijo con voz algo preocupada.

No me había dado cuenta de que realmente estaba temblando, pero no sabía si se debía al dolor en todo mi cuerpo o era mi sistema nervioso reaccionando al tipo que me cargó en brazos que parece salido del Olimpo.

Subió al auto y arranco precipitadamente, tenía los brazos tensos sobre el volante, se veía frustrado y algo preocupado.

- Espera, ¡Detente!.

El dolor en mi cabeza aumento por el grito.

- ¿Que pasa?

- Mi bici...

Me miró incrédulo, y volvió su atención a la carretera.

- Tu bici quedó destrozada, no te preocupes por eso, yo cubriré los gastos.

- Más te vale porque no sabes lo mucho que me costó reunir para comprarla.
Solté con un tono molesto.

- Tenemos suerte de que no hayas quedado como la bicicleta.

- Mi bici y yo estaríamos bien si tú no conducieras como loco y no hubieras salido de la nada.

De repente, una gota de sangre cayó a mi regazo, y en ese momento me di cuenta de lo golpeada que estaba.

Tenía raspones en las rodillas y brazos, y una herida en la pierna derecha que me hizo temblar.

Un dolor punzante en mi cien me hizo llevar una mano hacía mi cabeza, sentí algo tibio en mis dedos y los bajé.

Oh no...

Mire mis dedo y estaban llenos de sangre.

Mi vista se comenzó a nublar, le tenía un pánico algo estúpido a la sangré, y saber que está estaba saliendo de mi cabeza...
Mire al individuo que estaba a mi lado.
Logré ver cómo me daba una mirada preocupada, hasta que todo se volvió negro para mí.
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Yo No Caí... Yo Me Lance.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora